Las madres en el deporte

Actualizado
  • 08/05/2019 02:00
Creado
  • 08/05/2019 02:00
Un muy breve reconocimiento a todas las mujeres que parieron a ídolos del deporte

Dentro de unos días en México, en países de Centroamérica y en otros pocos de Sudamérica, se celebrará el Día de la Madre. No obstante, en muchas otras naciones del mundo también se destaca a la mamá, en distinto día pero en el mismo mes de mayo. Es por eso que le otorgo un muy breve reconocimiento a todas las mujeres que parieron a mis ídolos del deporte.

Y hablo de ello porque sin ellas no habría ejemplos que seguir, no tendríamos ídolos para tratar de alcanzar, no habría nuevos récords que romper ni sueños que cumplir. Su valor es demasiado vasto dentro de las historias de cada deportista, así que trataré de plantear una cosa más antes de continuar.

¿Quién es la madre? Mucha gente dirá que es el género femenino y es cierto. La que ha dado a luz al bebé, la que lo ha alimentado y la que lo cargó en su vientre por tantos meses, es verdad. Pero también es cierto que hay quienes no tuvieron el gozo de conservar a su progenitora durante su niñez, sea por el motivo que haya sido, alguien más se hizo cargo de ellos, sus abuelos, unos tíos, los hermanos o el mismo padre.

Es posible que en este punto me digan que si es padre se tiene que esperar a su festejo; si es hermano, lo mismo; si es abuelito, pues bueno, tal vez tengan razón, pero no estoy aquí para decirles a quién o cuándo se tiene que homenajear, pues la decisión de halagar a quien se considera como la madre depende del hijo o hija.

El mes es el pretexto para que la mamá sea reconocida dentro de su labor familiar, pero también sería pertinente meditar que la celebración de su vida, de su esfuerzo y su apoyo tendría que ser diaria, con pequeños o grandes agradecimientos que notifiquen el valor que les damos, tal y como ellas lo cosechan.

Y no tengo que compartir ningún recuerdo para ejemplificar el aplauso que merecen las señoras, pues la mayoría de los lectores que me siguen con sus ojos hasta este momento entienden lo que les quiero compartir. Una ovación al año se queda corta para reconocer el respiro que siempre están dispuestas a dar por nosotros.

Una madre sabe quitarse el alimento del plato para alimentar al que va a entrenar, sabe trabajar para comprarle el uniforme, sabe coser los pantalones que se rompieron en pleno juego del recreo, sabe sacar tiempo para estudiar con el niño aunque se caiga de sueño, piensa cómo obtener más dinero para que su niño siga inscrito. Una madre sabe más que eso y entiende la palabra incondicional.

Si fuimos niños, si fuimos felices y si además tuvimos la fortuna de ser críos que practicaron algún deporte, fue también gracias a ellas. La que te animó cuando pensabas que habías fracasado, la que te alentaba a seguir en el intento, a pesar de que sabía que no eras tan bueno y la que te aplaudió en cada escalón trepado en tu trayectoria. A ella, con el mayor de mis afectos, gracias por siempre.

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