Crisis global cambia las reglas del comercio

Actualizado
  • 27/04/2009 02:00
Creado
  • 27/04/2009 02:00
AMÉRICA ECONOMÍA. La falta de flexibilidades en los acuerdos comerciales internacionales puede no ser funcional a lo que los países req...

AMÉRICA ECONOMÍA. La falta de flexibilidades en los acuerdos comerciales internacionales puede no ser funcional a lo que los países requieren para encarar situaciones económicas excepcionales. Suelen alimentar tentaciones a incumplimientos que conduzcan al deterioro de la eficacia de las reglas de juego.

La tensión entre lo pactado y la realidad se intensifica en momentos críticos de la economía global, como es el actual. La caída de la actividad económica y la pérdida de empleos generan presiones sociales que conducen a un proteccionismo abierto o encubierto. Muchas veces ello se traduce en prácticas que vulneran compromisos que un país ha asumido con respecto a su comercio de bienes y de servicios.

En los acuerdos comerciales preferenciales, en los de integración económica y en los multilaterales globales, las válvulas de escape se suelen introducir precisamente para generar la flexibilidad que los países requieren en circunstancias especiales. Pueden tener distintas modalidades.

En general se las conoce como medidas de salvaguardia. Suelen tener tres características: ser excepcionales, responder a criterios definidos en las reglas del acuerdo, y requerir procedimientos especiales destinados a evitar abusos y comportamientos discrecionales unilaterales.

CRISIS CAMBIA PANORAMA

La profundidad de la actual crisis global y su incierta evolución futura están instalando la necesidad de revisar la cuestión de los mecanismos de salvaguardia, al menos en dos ámbitos. Uno, el de la OMC y el otro, el del Mercosur.

La relación entre distintas sensibilidades a la apertura de los mercados y las negociaciones comerciales se ha puesto en evidencia en la Rueda Doha. La cuestión de las salvaguardias especiales, en relación tanto al comercio agrícola como al de productos manufacturados no agrícolas, es precisamente uno de los nudos aún no resueltos en las actuales negociaciones multilaterales.

De allí que tenga sentido el examinar con atención propuestas que han avanzado especialistas –entre otros, Dani Rodrick y Richard Baldwin–, orientadas a introducir en la OMC nuevas salvaguardias, sea en función de los efectos de la crisis global o de las sensibilidades que puedan existir en determinados sectores, especialmente en el caso de los países en desarrollo. Analizarlas debería ser una prioridad de todos aquellos interesados en preservar la eficacia del sistema GATT-OMC.

A su vez, la recurrencia de los conflictos comerciales entre los socios del Mercosur, tales como los observados en los últimos meses y, con anterioridad, en el período 1998-2002, pone de manifiesto que la ausencia de válvulas de escape contribuye a generar costos políticos que podrían atenuarse.

Se observa la creencia que una unión aduanera no puede tener tales mecanismos excepcionales. Difícil resulta encontrar un fundamento técnico en el que tal creencia pueda basarse.

Son conflictos comerciales que sólo han afectado alrededor del 5% del comercio recíproco. Pero el ruido que generan está afectando la eficacia de un proceso de integración que tiene un alto valor político, a pesar de sus imperfecciones, incluso para la estabilidad y gobernabilidad del espacio geográfico sudamericano.

Analizar la cuestión de las salvaguardias es entonces, tanto en el Mercosur en la OMC, algo prioritario.

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