¿Podemos ajustar la temperatura del mundo?

Actualizado
  • 03/01/2015 01:00
Creado
  • 03/01/2015 01:00
Sin energía, la economía mundial se estanca, con el subsiguiente caos económico y social

Washington - En cuanto al cambio climático, no se entusiasmen. No quiere decir que la reciente conferencia internacional de París no haya tomado medidas importantes para controlar el calentamiento global. Casi 200 países se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de invernadero. Se reafirmó el objetivo de limitar el calentamiento a los dos grados Celsius (3.6 grados Fahrenheit) de la época preindustrial. El problema es que lo que se intenta hacer es tan fundamentalmente difícil que incluso esas medidas podrían fallar.

Lo que se intenta hacer, por supuesto, es reemplazar sistemáticamente la dependencia del mundo en los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural) para la producción de cuatro quintos de su energía. Sin duda, se considera que llevará décadas realizar ese cambio, como mínimo cuatro o cinco. Aún así, la vasta empresa podría exceder la capacidad humana.

Por lo tanto, he ahí el dilema. Sin energía, la economía mundial se cierra, amenazando un caos económico-social. Pero las consecuencias del cambio climático, suponiendo que el consenso científico sea correcto, son también funestas -desde la crecida en los niveles del mar (amenazando ciudades costeras) hasta sequías más duras (que reducirían las provisiones de alimentos).

Es útil dividir la discusión en dos partes. Sobre la existencia de un calentamiento impulsado por el hombre, acepto la opinión científica dominante, principalmente porque no estoy técnicamente capacitado para disputarla. Pero dudo que, si no se produce un importante invento en tecnología energética, podamos hacer mucho en cuanto el calentamiento. La adicción a los combustibles fósiles triunfará.

París confirma esa opinión. En lugar de mostrar el progreso que hemos realizado, demuestra qué poco espacio de maniobra tenemos. Consideremos algunos cálculos de IHS, una firma consultora. En 2012, informa, el mundo generó 45 gigatoneladas de gases de invernadero, un 50% de aumento desde 1990. Sin nuevas normas, ese total se elevaría a 60 gigatoneladas para 2030, proyecta IHS. Pero las promesas nacionales realizadas en París mantendrían el total de 2030 en 50 gigatoneladas. Buenas noticias, ¿no es cierto? Bueno, no exactamente.

Limitar el calentamiento global a dos grados Celsius requeriría que las emisiones en 2030 cayeran a 35 gigatoneladas. Así es que incluso con las promesas de París, estaríamos un 40% por encima del objetivo. Además, IHS piensa que algunos recortes prometidos no se materializarán. Son gestos políticos o dependen de tecnologías no comprobadas. No hay mecanismos para imponerlos.

Se supone que la energía renovable -principalmente eólica y solar- nos salvará. Lo más probable es que no lo haga.

Es cierto, la energía renovable se está expandiendo rápidamente en Estados Unidos. En los próximos dos años, la industria solar espera duplicar su capacidad instalada en Estados Unidos. En 2014, la generación eólica aumentó un 51% desde 2011, según cifras del gobierno. Además se dice que los costos cayeron agudamente. La industria eólica considera que bajaron un 60% en los últimos cuatro años; la industria solar indica una caída de un 70% desde 2009.

Pero esos logros deben matizarse. Para empezar, el rápido crecimiento de las fuentes renovables proviene de una base diminuta. Como resultado, el viento suministró sólo un 4.4% de la electricidad de Estados Unidos en 2014. La contribución solar fue menor, alrededor de un 1%; para 2020, el objetivo de la industria es un 3.5%. Las cifras globales son más bajas. La revista The Economist considera que la porción de las renovables en la producción energética mundial es de un 1%. El hecho de que las energías eólica y solar estén fuertemente subsidiadas en Estados Unidos, por medio de exenciones fiscales, sugiere que las recientes reducciones de los costos no han logrado aun que las renovables puedan competir con otras fuentes energéticas.

Otro obstáculo es la física: las energías eólica y solar sólo generan electricidad cuando el sol brilla y el viento sopla. Necesitan suministros de energía de respaldo, lo que no ha sido hasta ahora un problema en Estados Unidos, porque tenemos muchas plantas eléctricas de ‘base' -típicamente alimentadas por carbón y gas natural- que pueden proveer de respaldo. En los países en desarrollo es otra historia. Para intentar reducir su pobreza, necesitan más electricidad en grandes cantidades, expresa Robert Bryce, experto en energía del Manhattan Institute. Y han favorecido el carbón.

A pesar de París, no reconocemos las dificultades de encarar el cambio climático, cuya dimensión y desarrollo son inciertos. Inventamos fantasías tranquilizadoras para simplificar la cuestión. La noción de que el mundo puede dejar de usar combustibles fósiles sustituyéndolos por los renovables es una de ellas. El potencial no es suficientemente grande.

Las decisiones reales son más difíciles. Por ejemplo, Bryce sostiene que sólo la expansión del poder nuclear podría reemplazar volúmenes importantes de combustibles fósiles. Pero depender más de la energía nuclear presenta sus propios peligros, entre ellos: qué hacer con los desechos atómicos, los accidentes operacionales y la vulnerabilidad al terrorismo.

Es cierto que los inventos tecnológicos podrían superar esas dificultades. Sabemos lo que se necesita: energía nuclear más barata y más segura; pilas y acumulación energética más eficientes; estimular la energía eólica y solar para que su utilización sea mayor; captura y acumulación del carbono rentable, enterrar el anhídrido carbónico en la tierra para que el carbón sea más aceptable.

Hemos buscado soluciones durante décadas con éxitos modestos. Debemos seguir buscando, pero sin inventos importantes, regular la temperatura del mundo es una misión imposible.

THE WASHINGTON POST

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En 2012, el mundo generó 45 gigatoneladas de gases de invernadero. Sin nuevas normas, ese total se elevaría a 60 gigatoneladas para el año 2030.

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Las energías eólica y solar sólo generan electricidad cuando el sol brilla y el viento sopla. Necesitan suministros de energía de respaldo.

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