Compañías petroleras y el cambio climático

Actualizado
  • 19/09/2020 00:00
Creado
  • 19/09/2020 00:00
Producto del Acuerdo de París, el reclamo de las generaciones más jóvenes, la presión de organismos internacionales, bancos centrales, ambientalistas, científicos y muy especialmente de los accionistas, estas compañías han tenido que revaluar sus actividades comerciales y servicios, como una clara señal de aceptación al cambio

Frente a los desafíos climáticos y la inminente transición energética, algunas de las principales compañías de la industria del petróleo y gas han comunicado este año sus ambiciosas metas para reducir la huella de carbono que ocasionan sus productos y operaciones, las cuales mediante una serie de estrategias planean convertir el perfil de estos negocios en un modelo más sustentable con la finalidad de disminuir el calentamiento global y prosperar en medio de esta transformación.

Compañías petroleras y el cambio climático

Producto del Acuerdo de París, el reclamo de las generaciones más jóvenes, la presión de organismos internacionales, bancos centrales, ambientalistas, científicos y muy especialmente de los accionistas, estas compañías han tenido que revaluar sus actividades comerciales y servicios, como una clara señal de aceptación al cambio.

Metas y estrategias

Según sus portales oficiales, un gigante como Shell, una multinacional británico-holandesa, declaró su intención de “convertirse para 2050 o antes en una empresa de cero emisiones netas”, lo cual logrará mediante la reducción de aquellas emitidas por la fabricación de sus productos, operaciones y clientes. Reconociendo que para alcanzar esta meta tendrá que vender más energía renovable, biocombustibles e hidrógeno.

De igual manera logra dimensionar la necesidad de contribuir a este gran esfuerzo mundial, controlando sus propias emisiones e influyendo para que otros también puedan reducirlas, planteándose con relación a los productos que vende “disminuir su huella de carbono en un 65% para 2050 y un 30% para 2035”.

La base es su incursión en 65 proyectos alrededor del mundo, relacionados con la producción de energía eólica y solar, además de infraestructura de carga para vehículos eléctricos o con hidrógeno, acceso a la energía en áreas de pobreza y soluciones basadas en la naturaleza, entre otros. Sin embargo, no descarta seguir vendiendo algunos derivados del petróleo que requiera la sociedad a futuro.

Mientras que uno de sus competidores más cercanos como BP, una multinacional de origen británico, resalta su apoyo total planteándose la misma meta cero para 2050, “aspirando a ser dentro de 10 años una empresa energética muy diferente”, teniendo como uno de sus propósitos reinventar la energía para las personas y el planeta, proyectando para 2030 aumentar 10 veces su inversión anual en fuentes renovables y construir asociaciones con 15 grandes ciudades para incentivar los puntos de cargas de vehículos eléctricos.

Haciendo hincapié “en reducir en un 40% su producción de gas y petróleo, como también no realizar nuevas exploraciones en otros países” y disminuir las emisiones asociadas con su operación entre un 30%-35%. Sin embargo, también visualiza en este camino, donde ya no hay vuelta atrás, abogar activamente por políticas climáticas progresistas.

También contempla impulsar la innovación digital en áreas como computación cognitiva, tecnologías avanzadas de contabilidad distribuida, blockchain y robótica para estar al día con las necesidades emergentes.

Otras compañías, como las estadounidenses Exxon Mobil y Chevron, además de la francesa TOTAL, también se han sumado a este cambio energético, apostando por “la investigación, creación y desarrollo de nuevos combustibles y otras tecnologías que ayuden a la captura de carbono para mitigar sus efectos en el ambiente”.

Necesidad de una transformación

En la actualidad, la matriz energética del mundo depende en un 80% de los combustibles fósiles, como el petróleo, gas y carbón, los cuales al ser utilizados liberan gases de efecto invernadero, en especial de dióxido de carbono, sumándose al inventario natural de la atmósfera, siendo uno de los causantes del aumento de la temperatura global y del cambio climático.

Considerando el crecimiento poblacional que se avecina en los próximos años, incrementando el uso y la producción de estas fuentes energéticas es importante realizar un cambio, puesto que con el sistema que existe no puede suministrarse más energía y reducirse al mismo tiempo las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para lograr el objetivo de mantener la temperatura en 1,5° Celsius, tal como se estableció en el Acuerdo de París, es probable que el mundo tenga que dejar de aumentar las reservas de estos gases de efecto invernadero en la atmósfera para alrededor del año 2060. Este es conocido como “el estado de cero emisiones netas”.

Controversia y riesgos

Sin duda todo este despertar climático ha traído consigo efectos muy positivos, sin embargo, a muchas de estas compañías les ha tocado enfrentar, por parte de grupos activistas, críticas, protestas, campañas publicitarias y en redes sociales, precisamente por sus posiciones expresadas para proteger el medio ambiente versus las actividades comerciales en las que han basado sus negocios, tildándolas de ser solo un “lavado de cerebro verde” para mejorar su imagen ante la opinión publica.

De igual manera, también han surgido otros riesgos, como la creciente interposición de litigios o demandas climáticas, en diversos países, las cuales buscan responsabilizarlas financieramente por los cambios climáticos y sus efectos.

Además de la vulnerabilidad que podrían sufrir estas marcas, frente a una generación joven que busca apegarse a lo sustentable y alejarse de los hidrocarburos.

Y finalmente, la preocupación que genera el establecimiento de regulaciones y políticas ambientales severas por parte de los gobiernos, que afecten el crecimiento de la industria en general, limitando sus operaciones y poniendo en riesgo sus licencias.

Conociendo la realidad

Desde la era industrial, las energías fósiles impulsaron el desarrollo y crecimiento de países, sin embargo, su uso excesivo es lo que ha provocado la producción de una gran cantidad de emisiones de dióxido de carbono. Concluyendo que el problema no es la existencia de estas fuentes, sino las emisiones y el rol del ser humano.

Teniendo en cuenta que el mundo no tiene una segunda opción a donde ir, en caso de que la Tierra colapse, es indispensable que quienes se dedican a la exploración, refinación y comercialización de los hidrocarburos, de los cuales hoy dependemos tanto, puedan sumarse a esta transición energética con estrategias coherentes para tener resultados óptimos en 2030 y 2050.

Además de comprometerse, reinventarse y buscar soluciones alternas que sean realmente practicadas para lograr el secuestro de carbono, de manera tal que a futuro estas fuentes energéticas puedan salir escalonadamente de la matriz y causen menos daño al ambiente.

Otro camino es invertir más en las renovables y en el desarrollo de tecnologías que ayuden a mejorar su factor de intermitencia.

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