¿Por qué el Canal necesita asegurar el agua para los próximos 50 años?

Actualizado
  • 25/09/2020 00:00
Creado
  • 25/09/2020 00:00
El cambio climático, maximizar las operaciones del Canal para mantener su competitividad, abastecer la demanda, y hasta la pandemia obligan a tomar medidas para asegurar el recurso hídrico en el futuro
¿Por qué el Canal necesita asegurar el agua para los próximos 50 años?

El pasado 7 de septiembre, la Administración del Canal de Panamá publicó el pliego para la precalificación de la licitación para el diseño, construcción y puesta en ejecución de un sistema optimizado de administración del recurso hídrico.

La megaobra, valorada en una inversión $2 mil millones, permitirá explorar nuevas alternativas de agua y promete garantizar su acceso para maximizar las operaciones de la ruta interocéanica y abastecer la demanda de consumo en las próximas cinco décadas.

“El agua es nuestro reto y nuestra medida de sostenibilidad para seguir siendo suministro de agua y para que el Canal siga siendo competitivo, afirmó el vicepresidente de Agua y Ambiente del Canal de Panamá, Daniel Muschett, en una entrevista con La Estrella de Panamá.

Pero, ¿por qué se necesita asegurar el agua? Muschett recordó que el país ha enfrentado, en los últimos años, situaciones de disminución de precipitación y fenómenos meteorológicos extremos, producto de la variación climática.

En 2018, la cuenca hidrográfica del Canal experimentó uno de los años más secos en su historia en siete décadas, situación que se repitió en 2019 con menos lluvias, lo que provocó que los niveles de los lagos cayeran muy por debajo del promedio.

“Comenzamos 2019 y este año 2020 con valores por debajo del valor promedio; y aunque es una situación que afecta a nivel global, todo depende de las lluvias que nos caen”, dijo Muschett, quien explicó que las lluvias que caen dependen de la zona de convergencia intertropical que se posa sobre el istmo durante la estación seca.

A su vez recordó que toda esta situación obligó a la ACP a tomar medidas de ahorro y de control, y se actuó implementando medidas como un cargo por agua dulce, que entró en vigencia en febrero pasado, sumado a prácticas de conservación de agua puestas en marcha desde meses antes.

Estas medidas buscan, por un lado, contar con un fondo para que el Canal de Panamá invierta en adaptarse a un clima cambiante, creando resiliencia en sus operaciones y la gestión territorial, y por el otro lado, continuar utilizando de manera eficiente sus recursos.

Las medidas de ahorro de agua aplicadas en 2020 permitieron mantener un calado estable a pesar de la falta de lluvias de 2019; y se pudo ofrecer un calado de 49 pies, el mayor en más de 12 meses, según datos de la ACP.

Muschett explicó que el Canal trabaja con agua de dos embalses que se llenan de acuerdo con la estación lluviosa del país, es decir que son estacionales. “Si llueve de acuerdo al promedio, tenemos agua según lo que almacenan. Si llueve por debajo, no se llenan y nos obliga a tomar decisiones”, dijo.

Los embalses principales del Canal son el Gatún que nació originalmente con la construcción del Canal (inaugurado el 15 de agosto de 1914) y el Alajuela que se construyó 25 años después de que se inaugura la ruta, y desde un principio han sido utilizados para el suministro de agua potable para la población y la operación del Canal.

Precisó que de estos dos lagos que suplen el Canal, hay cerca de 8 potabilizadoras que extraen agua, un propósito que originalmente no se contempló; de allí parte la premisa por buscar nuevas alternativas para asegurar el agua para futuro.

De esas ocho plantas potabilizadoras, la ACP opera tres: Monte Esperanza (que abastece a Colón), Miraflores (Casco Antiguo) y Mendoza (Arraiján y La Chorrera ). Adicional a eso, el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) tiene la Federico Guardia Conte en Chilibre, Sabanitas, Laguna Alta y Gatún que también obtienen agua de los embalses canaleros. 

En total, los lagos suministran agua a cerca de 2 millones de habitantes, es decir que el 50% de los habitantes del país se suple de las aguas que se extraen de los lagos Gatún y Alajuela.

“El lago Gatún no era para el suministro de agua a gran escala, sino para la operación del Canal”, explicó Muschett, quien mencionó que no es hasta 1975 que el Idaan instaló la planta potabilizadora Federico Guardia Conte, en Chilibre, para suplir principalmente la ciudad capital. “Son puntos que aumentan la demanda y obligan a mantener cierto nivel para que las plantas funcionen y atiendan esa demanda”, agregó.

El vicepresidente de Agua y Ambiente del Canal aseguró que por el momento los embalses están en el nivel promedio del que deberían estar para esta fecha, y que las precipitaciones en estos primeros nueve meses están entre un 7% u 8% por debajo de lo que históricamente cae en el istmo durante este periodo de lluvia.

Mencionó que el nivel máximo del lago Alajuela es de 250 pies de elevación y el de Gatún, de 87 pies, donde de manera segura se puede mantener el agua almacenada; y de confirmarse que se tendrá una estación lluviosa normal, los niveles seguirían subiendo.

Sus niveles máximos están establecidos tanto en la Ley Orgánica, como en el manejo de los embalses. El Canal cuenta, además, con un programa de control de inundaciones y una red de estaciones hidrológicas y meteorológicas que permiten monitorear sus pronósticos con los aguaceros, las precipitaciones y las tormentas, para asegurar el manejo adecuado de los embalses.

Muschett también se refirió al anuncio de la licitación para el diseño, construcción y puesta en ejecución de un sistema optimizado de administración del recurso hídrico, señalando que esta da una serie de parámetros sobre cantidad y calidad de agua que deberán tener las propuestas, pero no se especifica ningún sistema en particular.

Daniel Muschett

Ahora con el sistema optimizado de administración de agua se busca enfrentar el reto del agua, modernizando y fortaleciendo la administración del recurso hídrico, considerando para ello elementos tecnológicos y de ingeniería, enmarcados en la eficiencia, manejo integrado del recurso hídrico, y la gestión social y ambiental que distingue a los proyectos de la vía interoceánica.

El embalse del Trinidad, o profundización adicional o un embalse en el alto Chagres, el proyecto de río Indio, traer agua del río Bayano, desalinizar el agua del mar, y traer las aguas de la planta de tratamiento de aguas servidas de la ciudad de Panamá están entre las opciones que podrían contemplar las empresas.

“Hay una serie de opciones segmentadas y lo que busca esta licitación, después de que se precalifique a las cinco mejores empresas, es que ellos nos presenten la combinación de alternativas que nos darían los temas que mencioné: cantidad, calidad y control de las aguas con ese horizonte de 2050”, acotó.

Especificó que con este importante proyecto lo que busca la ACP son dos cosas: primero, atender la demanda de agua que requieren las ocho potabilizadoras que están extrayendo del sistema del lago y las que se están ampliando. “Eso es un volumen adicional de agua que hay que atender”.

Segundo, satisfacer la demanda de las operaciones del Canal para los próximos 50 años y asegurar que las navieras, que son las que pagan por el tonelaje y pagan por pasar por el Canal, tengan una garantía de un calado lo más uniforme posible durante todo el año para que les resulte atractivo navegar por el Canal.

Así como también no comprometer los niveles que tienen que tener las potabilizadoras para poder funcionar adecuadamente y atender la demanda creciente. Actualmente, la cuenca como está permite utilizar 3,876 Mm3, pero se necesita un promedio anual de 1,400 Mm3 adicionales para atender ese déficit a futuro.

En el reciente informe “Recursos naturales en América Latina y el Caribe”, la Cepal urgió a los gobiernos a, ahora más que nunca, garantizar la disponibilidad de agua potable, así como su gestión en forma sostenible y el saneamiento para todos (ODS 6) frente a la crisis de la covid-19.

Según el organismo, el 26% de la población de América Latina y el Caribe (166 millones de personas) no tiene acceso adecuado a agua potable y, por lo tanto, no disponen de agua de calidad para el consumo humano en todo momento, o bien, que proceda de una fuente ubicada dentro de la vivienda familiar. Este porcentaje asciende al 58% para la población rural (2020).

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