Un Gibraltar en auge teme era de malas relaciones

MADRID. Los habitantes de la pequeña y rica colonia británica de Gibraltar tienen la costumbre de quejarse de su gran vecino España, que...

MADRID. Los habitantes de la pequeña y rica colonia británica de Gibraltar tienen la costumbre de quejarse de su gran vecino España, que reclama desde hace mucho tiempo la soberanía del territorio.

Sin embargo, las irascibles relaciones se han deteriorado abruptamente por una disputa pesquera que ha interrumpido una década de relativa calma, incrementando los temores a que el turismo y las industrias portuarias de Gibraltar se vean seriamente afectados.

Desde la declaración del ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, diciendo ‘se ha acabado el recreo’ para Gibraltar, a las del ministro principal de la colonia Fabian Picardo comparando al gobierno de España con la totalitaria Corea del Norte, la retórica de ambos lados se ha vuelto desagradable.

‘No puede recordar nada tan tenso y un lenguaje tan virulento’, dijo Bruno Callaghan, propietario de la compañía de seguros Callaghan en Gibraltar.

‘Han retrasado los relojes a hace 50 años. Pase lo que pase ahora, la desconfianza está ahí’.

Para los gibraltareños y los miles de españoles que pasan al enclave británico cada día para trabajar, muchos de ellos para construir nuevas viviendas para esta ciudad rebosante de 30 mil habitantes, hay mucho en juego.

La colonia ha visto crecer su economía de una manera constante desde la década de los 90, impulsada por las operaciones de juegos de azar en línea y fondos de inversión atraídos por el impuesto mínimo de un 10% sobre las ganancias corporativas.

DIMES Y DIRETES

Al otro lado de la frontera en la zona española, muchos ayuntamientos están en quiebra y luchan contra unos índices de desempleo de hasta el 40%. En contraste, Gibraltar tiene un 3% de paro, un superávit presupuestario y paga la matrícula de cada joven que es aceptado en una universidad del Reino Unido.

Aunque Reino Unido mantiene una base militar en Gibraltar, el territorio es autosuficiente. Uno de cada 10 vehículos en el Reino Unido están asegurados en empresas de Gibraltar, los barcos hacen cola en su puerto para llenar sus depósitos de combustible, y 11 millones de turistas disfrutaron el año pasado de un clima agradable, monos raros y bares híper-británicos ador nados con banderas del Reino Unido.

Sus relaciones con España en los últimos años han estallado por un puñado de pequeños pesqueros comerciales de la vecina localidad de La línea, que regularmente cruzan a las aguas compartidas que Gibraltar asegura tiene el derecho de gestionar.

En julio, Gibraltar arrojó bloques de hormigón con pinchos en una zona poco profunda de la bahía para formar un arrecife artificial. Alrededor de 30 pesqueros españoles dieron vueltas entorno a él el domingo en señal de protesta.

España, a pesar de haber levantado arrecifes similares a lo largo de su litoral para renovar la pesca, dijo que era un desastre medioambiental, y respondió adoptando una política de ralentización en el cruce fronterizo, causando ocasionalmente largas colas de horas a turistas, trabajadores y comerciantes mientras los agentes registraban meticulosamente los vehículos en busca de contrabando.

Reino Unido, que gestiona las relaciones exteriores y de defensa de la colonia autónoma, ha pedido ahora a la Comisión Europea que envíe un equipo de observadores para comprobar si los controles en la frontera cumplen con la ley de la UE.

España dice que denunciará a las autoridades gibraltareñas por daños al medio ambiente por el arrecife y ha amenazado con imponer un tasa de 50 euros para entrar y salir del Peñón a los turistas, restringir el espacio aéreo o bloquear su lucrativo negocio de las gasolineras para los barcos.

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