Debate migratorio impulsado por el temor

Actualizado
  • 20/12/2015 01:00
Creado
  • 20/12/2015 01:00
¿Qué diablos está ocurriendo en la frontera mexicano-americana? ¿Han dejado de venir los inmigrantes ilegales? 

San Diego – ¿Qué diablos está ocurriendo en la frontera mexicano-americana? ¿Han dejado de venir los inmigrantes ilegales? ¿O aún cruzan la frontera—en cifras récord? Quizás la respuesta dependa del país de origen. Podría ser que el número de hombres mexicanos inmigrantes que procuran empleo, haya menguado, mientras que el número de refugiados de América Central —principalmente mujeres y niños— esté aumentando. Sin importar lo que uno crea, siempre hay un estudio, artículo o anécdota para apoyarlo.

Pero no esperen que lo que encuentren vaya a impactar el debate migratorio de una u otra manera. Es ahí donde la mayoría de la gente se equivoca. Exponen su posición —ya sea conceder categoría legal a los indocumentados o deportar a todos los inmigrantes ilegales— encuentran material para respaldarla, y creen haber tenido una victoria decisiva. Por ejemplo, el Pew Research Center halló, recientemente, que el número de mexicanos que se va del país es mayor que el número de los que ingresan. El estudio determinó que, entre 2009 y 2014, un poco más de 1 millón de mexicanos se fue de Estados Unidos para volverse a casa. Durante el mismo lapso de cinco años, un número levemente menor —870,000— fue de México a los Estados Unidos.

Así pues, parece que los mexicanos están en movimiento. Están emigrando al sur. Y no estamos hablando de esos mexicano-americanos de 6ª generación, que sarcásticamente amenazan con volver a su patria ancestral si Donald Trump resulta electo presidente. Entre los motivos citados para esta migración revertida están la reunificación con la familia, la economía lenta en Estados Unidos y la preocupación de que podría haber un inminente refuerzo de la vigilancia en la frontera, lo que podría encarecer y dificultar el ingreso de más familiares.

Los reformistas de la inmigración esperan que este fenómeno disipe parte de la histeria anti-inmigración de la derecha. Después de todo, razonan, ¿por qué construir lo que Donald Trump promete que será ‘una gran y hermosa muralla' para mantener a los mexicanos fuera, cuando tantos de ellos ya partieron? Mientras tanto, Julia Preston, del New York Times, recientemente envió una historia de Mission, Texas, a unas pocas millas de la frontera, señalando que —sólo en los últimos meses— el número de migrantes que cruzó el Río Grande ilegalmente se elevó. Según ese artículo, desde comienzos de octubre, el número de familias migrantes aprehendidas por la Patrulla Fronteriza en el Valle del Río Grande aumentó en un 150 por ciento con respecto al mismo período el año pasado, y el número de niños no-acompañados aprehendidos por los agentes se más que duplicó.

No es que sea muy difícil aprehender a esa gente, que conste. Los refugiados de América Central típicamente buscan a los agentes y prácticamente se les tiran a los brazos, ansiosos por iniciar los trámites para solicitar asilo. Aun así, los agentes de la Patrulla Fronteriza dicen que toda la escena recuerda a la migración del verano pasado, cuando más de 80,000 refugiados de América Central cruzaron la frontera al sur de Texas.

Así pues, si hay en verdad mucho tráfico pedestre a lo largo de la frontera, ¿en qué dirección se dirige? No importa, en realidad. La migración entre México y Estados Unidos es cíclica. La gente va y viene, como la marea, dependiendo de la situación familiar y las oportunidades de trabajo. Y, sin duda, no se puede establecer una política sobre esa base. El hecho de que hoy en día no estén cruzando la frontera no significa que no lo harán el próximo mes o año.

Además, en cualquier dirección que vaya el tráfico, el debate de la inmigración no recibirá el impacto, de una u otra forma. Después de todo, ese debate no se centra realmente en quién cruza la frontera, sino en quién está ya aquí. Son ésos los individuos que los estadounidenses más temen, porque piensan que los inmigrantes que se quedan son una amenaza para algo más precioso que una frontera a saber, el idioma, la cultura y la sociedad que los nacidos en el país tienen en gran estima.

Algunos gustan de esconderse tras una retórica más aséptica, indicando que los inmigrantes cometen más delitos o la necesidad de impedir la entrada de terroristas, o el gobierno de derecho. Aun así, el debate migratorio está impulsado simple y llanamente por el miedo.

Muchos estadounidenses tiemblan ante el pensamiento de vivir en un país que se está volviendo menos blanco y más étnico, un lugar que ya no reconocen. Es ese tipo de miedo el que inspiró el mensaje de uno de mis lectores, donde afirmó que los inmigrantes latinos no son menos peligrosos que los extremistas musulmanes, porque ‘los latinos pueden hacernos daño en formas diferentes de tirar una bomba'. Sea lo que sea que esté ocurriendo a lo largo de la frontera mexicano-americana, ésa es la incómoda realidad de este lado de la línea.

THE WASHINGTON POST

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