Libia: del ‘bombardeo humanitario' de la OTAN al agravamiento de la guerra civil

Actualizado
  • 13/04/2019 02:04
Creado
  • 13/04/2019 02:04
Lo ofensiva del autoproclamado Ejército de Liberación de Libia pareciera hacer inminente la profundización de un conflicto que suma ya siete años de anarquía e intervención extranjera

B ajo la amenaza de recrudecerse aún más la conflagración civil libia, la espiral de la guerra cumple ya siete años sin que encuentre un final a la vista.

La ofensiva iniciada el pasado 5 de abril por las fuerzas del mariscal Khalifa Haftar para tomar control del la ciudad de Trípoli en manos del jefe del endeble Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, en inglés), Fayez Al-Sarraj, casi han echado por la borda los conversaciones para avanzar en algún entendimiento que permita gobernar unitariamente al balcanizado país.

Otrora nación con los mejores estándares de salud, educación y seguridad del continente africano, el derrocamiento y posterior ejecución sumaria del líder libio Muamar al Gadafi en 2011, auspiciado por los bombardeos de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), hizo estallar las alianzas tejidas durante 40 años por Gadafi entre los heterogéneos grupos que habitan el país, desatando la anarquía que desangra hoy a su población.

De este caos se constituyeron varios gobiernos fallidos hasta quedar dos poderes dominantes, uno en la capital libia, Trípoli, donde se encuentra el Gobierno de Al-Sarraj —exburócrata del régimen de Gadafi— respaldado por Estados Unidos, la Unión Europea (con divisiones), Naciones Unidas y algunas facciones ligadas a organizaciones yihadistas, que proliferan a borbotones en la Libia postintervención, incluyendo al llamado Estado Islámico y ramas de Al-Qaeda.

Al otro lado, están las fuerzas del autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL) al mando del mariscal Haftar, exoficial de Gadafi que luego rompió con este a mediados de los años 80. Exiliado en EE.UU., Haftar empezó a colaborar con la CIA para acabar con el líder libio, regresando definitivamente al país en 2014 y convirtiéndose en jefe de la Cámara de Representantes (legislativo), un remanente del fracasado Gobierno de 2014 en la ciudad de Tobruk (este del país). Haftar y sus ejércitos cuentan con el respaldo de Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.

Si bien la ONU había propiciado un diálogo a inicios de este mes en busca de la unificación de las instituciones libias, el secretario general del organismo, António Guterres, mostró su ‘gran preocupación y pesadumbre' ante la negativa de Haftar de detener la toma de la capital, subrayando que pese a todo no ‘perdía las esperanzas' de algún acuerdo.

Ya esta semana el mariscal habría capturado varias localidades que lo han dejando a las puertas de Trípoli. Al mismo tiempo, Al-Sarraj reforzó la ciudad con milicias venidas de Misurata (norodeste de Libia), una de los diferentes grupos armados minoritarios dentro del mosaico de facciones que cambian de lealtades en el transcurso del conflicto.

Todo esto ocurre sin que aún exista un consenso entre las potencias con intereses en Libia, sobre la condena a la ofensiva de Haftar más allá de un llamado general a cesar las acciones armadas.

Esto quedó evidenciado con el bloqueo de Francia a un comunicado conjunto de la Unión Europea (UE) que pedía frenar la acción bélica de Haftar, según reportó la agencia Reuters .

Citando un borrador al que tuvo acceso el medio, el pronunciamiento consideraba que la incursión militar ponía en ‘peligro a la población civil, interrumpe el proceso político y aumenta el peligro de una escalada de tensión con serias consecuencias para Libia y la región, incluida la amenaza terrorista'.

Hasta la fecha el bloque europeo no ha ofrecido una posición común sobre el caso.

Países clave en la UE como Francia mantienen una importante presencia ligada a la extracción del petróleo libio, una situación que comparte con Italia, con la diferencia que esta última respalda al Ejecutivo de Al-Sarraj.

También con inversiones en el sector petrolero libio, el Gobierno italiano —en el que se encuentra el ultraderechista y xenofóbico Lega Nord— encuentran en el jefe del GNA un valioso aliado para contener a los millones de migrantes que utilizan sus costas para escapar del infierno libio o el de Siria, otro país cruzado por la guerra e intervenciones extranjeras.

Otros Estados que tienen negocios de extracción de hidrocarburos y gas dentro de la inestable zona son Estados Unidos, Austria, Noruega, España y, más recientemente, Rusia.

Aunque los diálogos de paz se encuentren en un punto muerto y la situación humanitaria es catastrófica, la industria petrolera libia no ha dejado de generar ganancias millonarias, que en su mayoría terminan en el exterior.

De acuerdo con datos del BP Statistical Review of World Energy de 2018, Libia posee las reservas probadas de crudo más grande de África y la novena más importante del mundo.

Las riquezas de la producción de unos 48 mil millones de barriles registrados en 2017, contrastan con las denuncias de Amnistía Internacional, la Cruz Roja y la ONU sobre la aparición de fenómenos como el tráfico de esclavos, llegándose a vender personas por menos de 300 dólares.

La esclavitud era una institución extinta en Libia hace más de un siglo, y su reaparición es un reflejo de la grave regresión social y política que dejó la ‘intervención humanitaria' de la OTAN en 2011.

Sin que aún se pueda precisar el número de fallecidos, estimaciones hablan de entre 15,000 y 25,000 muertos; Acnur (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) registró que para 2018 unas 200,000 personas se vieron obligadas a huir de la violencia mientras otras 1.3 millones necesitaban asistencia básica.

Este mismo organismo de la ONU precisa que el desgobierno ha hecho del país una trampa de muerte para los millones de migrantes que usan el territorio libio en su desesperada travesía hacia Europa: ‘para los refugiados, Libia se ha convertido en un auténtico infierno. Se han reportado numerosos casos de torturas, abusos, tráfico sexual y esclavitud padecidos por refugiados'.

‘Para los refugiados, Libia se ha convertido en un auténtico infierno. Se han reportado numerosos casos de torturas, abusos, tráfico sexual y esclavitud padecidos por refugiados',

AGENCIA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS REFUGIADOS (ACNUR)

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