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- 21/03/2024 14:45
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En algún momento de mi vida me topé con la idea de que para mí sería “más fácil” ser hombre. Quería gozar de los beneficios de una libertad -incluyendo la sexual- que me permitiese comportarme de una forma más desinhibida, pues comportamientos que sentía estaban normalizados entre los hombres, estaban vetados para las mujeres –al menos en la sociedad conservadora en la que crecí-.
Además, fantaseaba con la idea de poder penetrar, imponerme, seducir. Imaginaba cómo sería alcanzar un orgasmo en cinco minutos durante la actividad sexual, en contraste con mi orgasmo explosivo (pero mucho más tardío), o por el contrario, el orgasmo que una vez consumado el acto sexual, no había llegado y debía alcanzar por mis propios medios, por miedo a herir el ego masculino, que tiende a ser frágil.
Ahora que lo pienso, ¡qué equivocada estaba! ¿Cómo sustituir mi cuerpo armonioso lleno de curvas peligrosas? ¿Cómo cambiar mi piel sensible que anhela ser tocada y acariciada sin prisa en el pre-coito? ¿Cómo canjear la posibilidad de tener un multiorgasmo, ignorado por los hombres? Y así, una infinidad de beneficios que ahora que estoy consciente de ellos, no estoy dispuesta a entregar ni negociar. Pronto comprendí que no debía cambiar mi cuerpo, ni debía apurar mi orgasmo, ni debía temer herir el ego masculino al explicar qué era placentero para mí y qué no. Yo no debía cambiar, la sociedad debía cambiar la forma cómo se valora y se percibe una mujer. Y esos cambios han llegado poco a poco, como nuestros orgasmos. Todavía falta un camino por recorrer, pero, así como llegaron los cambios en los años 60 con la revolución sexual y el descubrimiento de la píldora anticonceptiva, estamos ante un cambio de paradigma que curiosamente está coincidiendo con el nuevo descubrimiento: una píldora anticonceptiva diseñada para el hombre. Porque el hecho de que nosotras podamos engendrar no quiere decir que todo el cuidado sexual deba recaer sobre nosotras. Así como el disfrute es compartido, las responsabilidades también. Afortunadamente nos vamos acercando cada vez más a la igualdad y equidad de género.
¡Feliz mes de la mujer! para todas aquellas que se atreven a vivir, sentir, explorar, las que promueven cambios y no le temen a su cuerpo, ni a su lengua, porque expresar y hacer lo que se quiere, también es una forma de revolución sexual.