Dos bombas nucleares como una cicatriz para Japón y para la historia

Actualizado
  • 08/08/2020 00:00
Creado
  • 08/08/2020 00:00
En 1945, EE.UU. arrojó dos bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki los días 6 y 9 de agosto, respectivamente, matando a más de 200,000 personas

Quizá la tragedia de Hiroshima y Nagasaki en la década de 1940 no fue suficiente para generar un despertar en torno a la peligrosidad de desarrollar armamento nuclear.

Según reseña National Geographic en una de sus publicaciones, el 6 de agosto de 1945 el bombardero pesado Boeing B-29 Superfortress arrojó una bomba de uranio sobre Hiroshima, con la intención de que Japón se rindiera incondicionalmente. Tres días después se lanzó sobre Nagasaki una bomba de plutonio, idéntica a la bomba Trinity. Los ataques diezmaron ambas ciudades y mataron o hirieron al menos a 200.000 civiles.

El 15 de agosto, Japón se rindió. Algunos historiadores sostienen que las explosiones nucleares tenían, además, otro propósito: intimidar a la Unión Soviética. Y desde luego, las explosiones desataron la Guerra Fría.

Décadas más tarde y ante el peligro inminente del crecimiento del potencial nuclear, en respuesta a la demanda de los activistas, EE.UU. y la URSS (y luego Rusia) firmaron un tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares en 1963, seguido de un tratado de No Proliferación Nuclear en 1968, y otros acuerdos planteados para limitar el número de armas nucleares.

Sin embargo, a principios de 2020, la Federación de científicos estadounidenses informó un total de 13,410 armas nucleares en todo el mundo –el número ascendía a casi 70,300 en 1986– y que el 91% de todas las ojivas nucleares son propiedad de Rusia y Estados Unidos.

Las otras potencias nucleares son Francia, China, el Reino Unido, Israel, Pakistán, India y Corea del Norte. Y se sospecha que Irán intenta construir su propia arma nuclear, según reseña National Geographic.

Según la Oficina de Asuntos de Desarme de las Naciones Unidas, “que haya estas armas, de por sí, ya supone un peligro”.

Datos del Comité Internacional de la Cruz Roja señalan que tras los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, los supervivientes aún padecen un aumento en la incidencia de leucemia y otros tipos de cáncer; y décadas después, los hospitales siguen atendiendo a miles de sobrevivientes.

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