Las mujeres bien lejos de los cargos públicos

Actualizado
  • 26/06/2011 02:00
Creado
  • 26/06/2011 02:00
Desde tiempos antiguos la mujer ha estado en desventaja con los hombres. Su labor era sólo en el hogar, no tenía ni voz ni voto y si se ...

Desde tiempos antiguos la mujer ha estado en desventaja con los hombres. Su labor era sólo en el hogar, no tenía ni voz ni voto y si se atrevía a cuestionar era castigada por su osadía. Dos siglos después, las cosas en Panamá siguen iguales: de los 71 diputados que integran la Asamblea Nacional sólo 6 son mujeres y ocupan nada más que 3 de 14 ministerios.

Sobre las mujeres pesa un veto no reglado en el acceso a cargos de mando político en el istmo que tiene la menor representación femenina en el Parlamento de América Latina. Un impedimento que es histórico: desde 1903 se han elegido más de 620 diputados, 54 han sido mujeres. En el Ejecutivo pasa lo mismo: hubo únicamente una mujer presidenta de 49 jefes de gobierno.

Las estadísticas revelan que Panamá quedó varios casilleros atrás de la tendencia. En el mundo son cada vez más las que acceden a cargos de máxima autoridad en organismos públicos e instituciones. Desde la iniciática Sirimavo Bandaranaike, que asumió la presidencia de Sri Lanka el 21 de julio de 1960, pasando por Corazón Aquino en Filipinas, Violeta Chamorro en Nicaragua y Margaret Tatcher en el Reino Unido, en el mundo han habido 28 mujeres presidentas.

Actualmente hay 10, de las cuales tres son latinoamericanas: Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica y Dilma Rousseff en Brasil.

INTENCIÓN SIN ACCIÓN

Las panameñas arremeten, son comprometidas y participan. Militan codo a codo con los hombres en los partidos y votan más que ellos. Pero este empeño y voluntad no se traduce en protagonismo.

Aunque se cree que los partidos políticos tienen cada vez menos credibilidad, hay 1,2 millones de panameños inscritos en alguno, según el Tribunal Electoral (TE). De ese total, 49.38% son mujeres. La torta se reparte en partes casi idénticas: los hombres apenas superan a las mujeres por 15 mil 316.

Aún más reveladoras resultan las cifras de participación en las últimas elecciones. El 3 de mayo de 2009, el 52% del total de personas que emitieron un voto en el país fueron mujeres. En números completos: 850,068 votos femeninos y 786,440 masculinos. Al momento de elegir sus autoridades, las mujeres parecen tener más conciencia o al menos eso revelan las estadísticas.

Está claro que el peso de la mujer en la participación política es el mismo que el de los hombres. Pero, ya se dijo, eso no se traduce en representación en el poder.

En 108 años de historia republicana, Panamá ha tenido 49 presidentes de los cuales sólo una fue mujer: Mireya Moscoso. La situación es tal que la estructura del Estado contempla el Despacho de la Primera Dama, pero no se establece nada para el caso en que sea una mujer electa como presidenta.

La misma postal se repite en el Órgano Legislativo. Desde 1903 se han elegido más de 620 diputados de los cuales sólo 54 han sido mujeres. La presidencia de la Asamblea en una única oportunidad tuvo una figura femenina, con la perredista Balbina Herrera. En la actual composición de ese órgano de gobierno el reparto fue más injusto aún: de 71 diputados sólo seis son mujeres. Lo mismo sucede en el Ejecutivo: tres de catorce ministerios para ellas.

En el Órgano Judicial directamente no hay magistradas. La Corte en su historia tuvo tres presidentas: Mirtza Aguilera de Fransechi, Marisol Reyes de Vásquez y Graciela Dixon.

PRIMER ASALTO

La situación, para el Foro de Mujeres de Partidos Políticos, debe cambiar. En esto trabajan desde hace un año y, al parecer, avanzan: consiguieron incorporar la ‘paridad de género’ como uno de los cambios para las reglas que regirán las elecciones de 2014, en la Comisión Nacional de Reformas Electorales (CNRE).

Este principio se define como la garantía de igualdad de condiciones y participación de personas del sexo masculino y femenino en las listas de postulación. Paridad 50% y 50% en las listas de postulación para todos los cargos en las elecciones nacionales, salvo a la candidatura a la Presidencia de la República. Las postulaciones deben ir en listas cerradas de manera alternada, es decir: hombre - mujer o viceversa. Dependiendo de los resultados de las elecciones primarias, se establecerá quién será la persona a la que corresponderá encabezar las listas.

Quienes impulsan la medida están convencidas de que es necesario dejar reglada una equidad que nunca se respetaría si no fuese por una norma que obligue. De hecho, refuerzan su carácter obligatorio para que no se extienda la situación actual: a pesar de que el código electoral establece que los partidos deben garantizar un 30% de precandidatos mujeres, los postulantes siempre son hombres.

En América Latina muchos ya incorporaron como norma la paridad. En Argentina, Brasil y Perú, por leyes de ‘Cupo Femenino’, el 30% de los candidatos son mujeres. En Costa Rica la cuota es de un 40%, al igual que en México. Claro que algunos no la tienen. Guatemala, por ejemplo, aunque de nueve binomios presidenciales hay siete mujeres participando, como candidatas a presidenta o vicepresidenta.

DAR PELEA

Para Elia López de Tulipano, actual dirigente del Foro de Mujeres de Partidos Políticos de Panamá, la lucha continúa. Incluso después de seis décadas desde que la mujer obtuvo derecho a voto. Saben que no será fácil, si hasta el mismo presidente Ricardo Martinelli ha mostrado su rechazo a la propuesta de paridad. Adujo que ‘cada quien debe salir a buscar el voto’, en una actitud que llamó la atención de muchos, ya que contradice lo que su propio partido había avalado antes.

No entendió el presidente, para López de Tulipano, que el objetivo de las mujeres no es que les regalen algo, sino que les den lo que les corresponde. Y ‘no es cuestión de odios, envidias o resentimiento hacia los hombres como muchos piensan’. No, la cuestión pasa por la ‘justicia’: ‘Es por lo único por lo que peleamos’, explicó.

Y lo van a hacer. Están preparadas para la batalla que aún no inicia en la Asamblea, último obstáculo que deben vencer para legalizar la paridad electoral. Preparadas para defenderse de las críticas del presidente y del oficialismo, que ya conocen: asomaron ni bien la Comisión de Reformas Electorales aprobó el artículo relacionado a la igualdad. Si hasta la ministra de Trabajo, Alma Cortés, se puso en la vereda de enfrente y consideró que la paridad de género era más una cuestión de cultura que de obligación. El presidente de la Asamblea, José Muñoz, también hizo público su rechazo y Sergio Gálvez advirtió que impulsará una modificación a la iniciativa.

Aunque no se declara contrario a la paridad, Gálvez sostiene que sería preferible que cada partido presente en sus elecciones primarias listas en las que se conceda a las mujeres la mitad de las postulaciones internas. Luego cada uno debe salir a buscar sus votos y que gane el o la mejor. Finalmente, el partido llevaría a las elecciones generales las mejores propuestas según la decisión de la membresía.

Las cartas están sobre la mesa y en el Foro piensan en la mejor jugada con las que les tocó en el reparto. Entre tanto traje y corbata por los pasillos de la Asamblea, intentan convencer con sensatez y sensibilidad de que no hay juego justo sin la participación de todas y todos los jugadores.

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