Las oportunidades que ofrece San Felipe

Actualizado
  • 20/04/2015 02:00
Creado
  • 20/04/2015 02:00
En el Casco Antiguo, hay un grupo de muchachos que dejaron las pandillas o la informalidad para capacitarse y comenzar microempresas

Desde hace cuatro meses, Alexis Quintero tiene su propia empresa. La patentó como Servicios Generales y ofrece trabajos de electricidad y construcción en San Felipe, donde vive desde que le mataron a su padre.

Quintero es uno de los jóvenes que integran el programa Esperanza, de la Fundación Calicanto, una iniciativa de un grupo de empresarios que se propuso hacer algo ante la disparidad económica y social en el Casco, apoyando a jóvenes en situación de riesgo que buscan una alternativa empresarial para montar su propio negocio. Para dar el primer paso, se capacitan en inteligencia emocional, autocontrol y atención al cliente.

A Quintero, el programa le cambió la vida: de trabajar asistiendo a otros en sus labores diarias, ha pasado a crear una empresa que ya ofrece servicios de electricidad y construcción en el barrio, algo que pocos habrían esperado de él cuando le vieron aterrizar en San Felipe.

La gente con la que Alexis compartía los ratos libres estaba en drogas y mataba, pero no le criticaban que fuera a la escuela, dice. Muchos de ellos están muertos y, los otros, se quedan sorprendidos cuando les cuenta lo que hace ahora.

‘Quedé con mi bebé desde recién nacido; la madre nos abandonó. Quiero que mi hijo tenga estudios y una vida mejor que la mía', cuenta Alexis, que ya tiene entre sus planes incorporar otros servicios en su empresa e ir creciendo con ella. Por eso, también se ha matriculado en un curso de electromecánica en Perejil .

La Fundación Calicanto ha logrado capacitar a tres grupos; unos 45 jóvenes. Según su equipo técnico, el número no es lo importante, sino el hecho de que se desmontan las pandillas del barrio y se busca el bienestar de estos jóvenes.

‘Hay chicos que sí están dispuestos a cambiar; otros dicen de plano que no les interesa. Con estos últimos no se puede hacer nada', explica el asesor del programa, Gilberto Toro, el puente que une a estos jóvenes con su nueva realidad.

Para Ives Becerra, se trata de una situación muy distinta a la que vivió en casa y que supuso también una nueva oportunidad. El 21 de marzo, apenas un par de semanas atrás, comenzó a operar su propia cocina y entrega a domicilio, ‘El Maná', ubicada en un cuarto que alquiló en la calle Octava, cerca de su residencia.

Allí prepara algunos de los platos que aprendió de su abuela, y los empaca para llevar. ‘En la segunda fase compraremos mesas y sillas para 30 personas', explica este hombre que pasó por la cárcel por lo que llama ‘un error'.

Cuando Ives fue encarcelado, el barrio estaba dominado por las pandillas. Cinco grupos, calcula, se disputaban las calles del Casco.

Años antes, se veía mucha gente de barrio, ahora es un San Felipe distinto, con nuevos hoteles y restaurantes lujosos que ocupan este Patrimonio de la Humanidad tan distinto al que conoció.

En ese nuevo San Felipe, Ives quiere vivir muchos años junto a su familia. Aunque por ahora no quiere involucrar a su hijo en el negocio, para que siga con el fútbol y con los estudios. ‘Quiero que haga lo que guste, pero tengo que vigilarlo para que no tropiece y caiga como me pasó a mí', expone.

INTEGRAR A LA FAMILIA

Además de ser una oportunidad para generar ingresos, el movimiento turístico del Casco Antiguo es también un motivo de preocupación para los que trabajan con programas como el Esperanza. ‘El turismo trae de todo y eso nos lleva a levantar las alertas. Hay que tener programas preventivos para esos niños y adolescentes que crecen en estos polos turísticos', comenta Toro, que ha visto cómo muchos jóvenes de los que acuden a la Fundación tienen propiamente un hogar.

‘Viven en cuartos de casas condenadas con una madre que tiene otros hijos de padres distintos. Lo ideal sería contar con programas que atendieran a todos los integrantes de las familias, que muchas reclaman al chico que está en el programa porque cuando cuidan carros o hacen mandados ganan más que ahora, que se capacitan para un trabajo formal o para una tener una microempresa', añade.

Entre los que han comprendido la importancia de invertir en su formación está Samuel Palacios. Los 23 años de su vida los ha vivido en el Casco, donde de pequeño recorría las calles con su padre buhonero. Pero desde el año pasado vive en un parvulario, junto a otras 13 familias damnificadas del incendio del inmueble La Terraza que dejó siete víctimas .

Allí dividió el poco espacio que le dieron a su familia para vivir, e instaló una tienda de refrescos, a la que acaba de sumar una empresa de mensajería y reparto a domicilio, también en el Casco.

‘Esperanza me dio lo principal, la capacitación', dice. Ahora todo depende de mí, de hasta dónde quiero llegar. Ya mi papá trabaja en el Ministerio de Salud y mi mamá abrió un kiosco de buhonería en Calidonia. Yo quiero llegar más lejos que ellos, quiero ser abogado y tener mi propia cadena de negocios', sostiene Samuel.

ACOMPAÑAMIENTO

Las pandillas decrecen en los barrios del Casco, atestigua Gilberto, quien dedicará los meses que restan del año a darle seguimiento a cada uno de los 45 capacitados. Antes de comenzar con el cuarto grupo, explica, quieren estar seguros de que los capacitados tengan la oportunidad que creen merecerse y por la que apostaron meterse a Esperanza.

Agrega que estos chicos dormían durante el día y de noche cuidaban carros. ‘Así vivían y pensaban que esto era la vida. Ahora es distinto, aunque el trabajo formal o la microempresa les genera menos que antes, ahora tienen cuenta de banco, trabajan ocho horas y se recogen temprano para cumplir con las obligaciones'.

VISIÓN COMPARTIDA

‘La invitación para inscribirse en el programa es por zona', detalla Janeth Navarro, coordinadora del Programa. ‘Se les lleva a un hotel campestre y allí se explican los detalles. Cuando regresan, ellos toman la decisión de si ingresan o no'.

El primer grupo fue un piloto de 14 jóvenes. La mayoría de estos labora en la construcción y en empresas fuera del área del Casco. De los 12 del segundo grupo salieron dos modelos de emprendimiento: Elektron y Tour Fortaleza, este último es un servicio de guía turístico en donde se comparte la historia de cada uno de los cinco integrantes del proyecto. El recorrido termina en el callejón que lleva el nombre del negocio, donde se preparan comidas.

En el tercer grupo hay 19 participantes, todos damnificados del incendio de 2014. ‘Hope Sea Food' (compra de mariscos a los restaurantes de la zona), ‘El Maná' (venta de comidas a domicilio) y ‘Delivery del Casco' (entrega de todo tipo de productos) son los negocios que han echado a andar los participantes. Los demás capacitados optaron por empleos formales.

‘El joven es el protagonista del proceso, nosotros solo somos facilitadores. Desde los empresarios, los vecinos, las autoridades y hasta los turistas sienten que estos muchachos merecen una oportunidad de participar en el éxito de la comunidad. Esa visión compartida del proyecto tiene un poder incomparable', concluye Navarro.

UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

Educación: instrumento para bajar la informalidad

Que en Panamá el empleo informal alcanza el 39%, más del tercio de la población en edad productiva, es consecuencia de la escasa educación en muchos sectores de la sociedad y el bajo desarrollo de la industria que al final del día no puede absorber la mano de obra que demanda, comparte Rolando Gordón, decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá.

Una opción que se desaprovecha para bajar este índice es la ampliación del Canal y las actividades que se desarrollan en la franja que, según el docente, requiere de mano de obra calificada, pero por la baja escolaridad de estos panameños no ocuparon estas plazas.

Entre las soluciones que plantea el economista está la creación de políticas de incentivos para que los informales se formalicen, establecer cuánto pueden pagar y cómo se pagan estos tributos. También se pueden abrir líneas de crédito en los bancos estatales a bajos intereses. La informalidad, advierte el catedrático, genera fuertes pérdidas al Estado, al no recibir impuestos ni Seguro Social de este gran porcentaje de la población. ‘Todas estas personas, cuando ya no puedan trabajar, se convierten en una carga para el Gobierno. Si este 39% pagara Seguro Social sería una fuerte inyección de recursos para esa entidad'.

Para que el país se considerare en el pleno empleo, el economista plantea que jau que considerar dos variables: la informalidad y la juventud sin empleo. En un país con estas variables altas no hay pleno empleo, advierte.

Gordón concluye que el desempleo es más elevado en los jóvenes porque al no tener experiencia laboral las empresas no los toman en cuenta, además que muchos de ellos no tienen formación profesional. La diferencia la hará, concluye, elevar el nivel educativo que les permitirá integrarse al sector formal en un momento determinado.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus