Edilia Camargo: ‘Este país tiene pendiente elaborar su propio pensamiento'

Actualizado
  • 30/06/2017 02:06
Creado
  • 30/06/2017 02:06
Doctora en Filosofía , Edilia Camargo ha hecho de la competición de resistencia un ejercicio que complementa su verdadera pasión

Para Edilia Camargo, la vida fue desde muy pronto una carrera. Desde que aprendió a quitarse los zapatos para ir entre charcos a la escuela y sintió las primeras discriminaciones por mujer, bonita y negra, supo que iba a tener que salvar muchos obstáculos para llegar a su meta. Con la naturaleza rebelde e insolente heredada de los antepasados ‘cholos', del abuelo paterno, y sudaneses de sangre materna, se preparó —como dice— para ‘pasar campos minados' y aprendió a ser la mejor para enfrentar la adversidad y sobreponerse. Esa experiencia de vida la incorporó a la pasión que aún la acompaña (a punto de cumplir 80 años), correr maratones y entrenar a diario con marchas de dos horas. Es su recomendación figurada para un país que tiene pendiente superar asignaturas obligatorias como la definición del pensamiento nacional. ‘A Panamá le falta independencia intelectual, soberanía de mente', sostiene antes de recomendar que ‘hay que pensar más', porque la razón también se entrena.

‘EL JUEGA VIVO NO ES UNA FILOSOFÍA. EL PANAMEÑO NO PUEDE HACERSE PASAR POR ESTÚPIDO. LA SUPERACIÓN LLEGA DESDE EL ESFUERZO'

El juega vivo no es la filosofía del pueblo panameño', reclama Camargo a un pueblo que ‘le ha cedido su voz a otros, por pereza'.

¿QUÉ APRENDIZAJE DE SU INFANCIA LE RESULTA AHORA FUNDAMENTAL?

Mi vida ha sido una carrera de obstáculos. No siempre sabes que la vida va contra ti. Aprendí a ser la mejor para enfrentarme a la adversidad. En Nuevo Emperador, donde crecí, había muy pocos panameños y eso me hizo sentir diferente desde muy pronto. Había españoles, centroamericanos, antillanos y un solo panameño, que era mi abuelo... Yo crecí entre extranjeros. Se desarrolló mi sexto sentido oculto, de sobrevivencia, de lucha, hasta para ir a la escuela, entre charcos, en un pueblo de desplazados que una vez que empezó a operar el Canal, no interesaba a nadie, hasta el punto que nos echaron. Para superar las dificultades opté por el conocimiento, que me ayudó a entender el mundo, aun en un lugar con tan pocas oportunidades. En esa época aprendí a ser valiente, fuerte y competitiva. Y si la infancia es la patria, creo que esa es la esencia del país que llevo dentro.

¿PERO USTED SE FORMÓ EN EL EXTRANJERO?

Me fui becada a Francia y estudié Filosofía en la Universidad de Burdeos, de donde volví con un doctorado en Filosofía, pero para poder viajar me gané una beca de excelencia educativa. Estudié toda la primaria en Nuevo Emperador, en una escuela que alquilaba las aulas a las casas de los vecinos. Toda mi primaria fui primer puesto. Cuando llegué a Panamá para hacer el primer ciclo en el Liceo de Señoritas, todo me parecía ajeno y extraño. Terminé el bachillerato en el Instituto Nacional, estudié en la Universidad de Panamá y me gané una beca del gobierno francés. Cuando volví, me puse a enseñar y a los 35 años tenía la cátedra de ética de la Universidad de Panamá.

¿Y POR QUÉ NO SE QUEDÓ?

Con mi hábito de trabajo, inculcado en mi casa, donde todos teníamos tareas antes de ir y al volver de la escuela (mi abuelo nos crió a mis hermanas y a mí como mujeres trabajadoras, ‘yo no quiero niñas bonitas que esperan que todo se les regale' , solía decir), lo primero que pregunté en la Universidad fue cuáles podían ser mis aspiraciones —con 35 años ya tenía una cátedra— y la lacónica respuesta fue ‘la jubilación'. Si lo único que me esperaba era hacerme vieja, decidí hacerlo en otro sitio. Me fui otra vez a Francia, esta vez a París, tras ganar un concurso de méritos de la Unesco, pero me llevé dentro a mi país. Esa es una maleta que no se hace, pero siempre te acompaña. Cuando corro y gano, porque me gusta ganar, y veo ondear mi bandera en el podio, me lleno de orgullo. ‘Estás aquí porque yo te traje', le digo en secreto. Es una sensación muy grande.

¿CUÁNDO EMPEZÓ A CORRER?

Descubrí esta pasión relativamente tarde y por una recomendación. Siempre fui muy activa, pero no deportista formal. En París, cuando llegué a la Unesco, sorprendí a muchos. Querían a una centroamericana, mujer y especialista en filosofía, y yo cubría todos los requisitos. Me postuló el entonces embajador permanente de Panamá, Horacio Bustamante, y pasé todas las pruebas, pero cuando me nombraron, resulté muy negra, muy joven y muy bonita, según me dijeron algunos. ‘¿Qué ha hecho Panamá por la filosofía?', llegué a escuchar. Ante las críticas, mi jefe directo me recomendó ‘buscar refugio en mi humanidad'. ‘No hay nada más triste que una mujer en un invernadero', me avisó. Yo no entendí al principio qué quería decirme, pero desde la reflexión, encontré mi cuerpo... para mí y no para otros, mi refugio. La Unesco me recordó mucho el mundo en el que yo crecí. Estaba preparada. Para bajar las tensiones empecé a correr y aprendí a mandar en mi cuerpo. Mi cuerpo me enseñó a saber quién era yo, me ayudó a conocerme, siguiendo el primer lema de la filosofía y lo hice para poder pensar y desintoxicarme.

¿RECOMIENDA CORRER O RECOMIENDA PENSAR?

Las mujeres vivimos muy hacia dentro. La maternidad, por ejemplo, es una experiencia muy hacia adentro que tiene que ser interiorizada y aceptada por todo el cuerpo. No hay nada que diga que es un estado natural, hay que luchar para quererlo. Yo seguí la recomendación sabia de abrazar mi humanidad y entender qué clase de ser humano soy yo y cómo pienso, qué pongo en juego cuando pienso, la calidad del pensamiento... eso incluye cómo aceptas tu naturaleza, envejecer... es como un río que corre, que no se detiene... es una vivencia que impone la naturaleza y hay que luchar también para que no se convierta en una carga demasiado pesada, invivible... para lo que me ha servido también la insolencia y la audacia... y la disciplina de la carrera. Descubrí mi propio ritmo de vida, pero con sentido filosófico y físico a la vez... crear un nuevo horizonte sin límites o los límites que yo misma voy descubriendo. El deporte es un trabajo a tiempo completo, es como conocerse a uno mismo... el conocimiento propio no termina nunca... hay muchos secretos que los cuerpos esconden y la vida es descubrirlos. La salud es una pelea constante por mantenerla y por conocerte... no se puede ser un ser saludable sin el pleno conocimiento propio. La salud está ligada al conocimiento. El decir latino ‘mente sana en cuerpo sano' es no solo un deseo, sino una posibilidad, una práctica y mi recomendación.

Y ENTRE MENTE Y CUERPO, ¿CUÁL SE IMPONE?

La carrera física es una alegoría de la otra vital. El entrenamiento es fundamental para la vida tanto como para correr. El cuerpo te dice ‘para' y tú contestas ‘yo puedo'. Es un diálogo interior indispensable y productivo que conduce a la superación. He corrido 21 maratones, tengo cinco títulos mundiales, llevo 21 años de jubilada y todavía me invitan a las pruebas de la Unesco y todos los días me levanto a las 4:30 de la mañana para correr. La mente es más fuerte... Cuando el cuerpo te dice ‘para', a veces desde el dolor, la entereza te la da la voluntad. Yo estoy entrenada en cuerpo y mente para seguir. La fuerza de la vida se impone incluso ante el riesgo de muerte.

¿EN QUÉ PUNTO DE LA CARRERA ESTÁ EL PAÍS?

El panameño tiene que volver a encontrar su fortaleza individual para ser fuerte como nación. El país tiene que entender cuáles son sus temas pendientes y resolverlos solo, o no va a producirse ninguna superación. No podemos esperar que otros nos resuelvan los problemas pendientes de esta sociedad. El crecimiento es un ejercicio individual. Panamá debe dejar los ‘paraguas', recuperar la valentía. Hipotecamos nuestro crecimiento si no participamos en pleno derecho en el diseño de nuestro futuro. Estoy en contra de los subsidios, los ‘paraguas'. Para levantarme yo no cuento con nadie... correr también me enseña a vencer esa resistencia. Ese es el ejemplo que pongo para el país. Ya está bien de tirarse al suelo por un jamón. ¿Dónde está la insolencia del indio y la rebeldía del negro? La gente que se ha dejado comprar tiene miedo y es más fácil de manejar. Hay que recuperar la valentía a pesar del miedo.

¿QUÉ ASIGNATURA TIENE PENDIENTE DE APROBAR EL PAÍS?

No creo que sea un problema de identidad lo que aqueja a Panamá. Hace falta una reconciliación para superar las fracturas sociales, económicas, históricas; tenemos dolor de memoria y tenemos que hacer algo para sanar juntos: el negro antillano, el cholo, el emigrante... todos a merced de los titiriteros, los que mueven los hilos desde hace más de cien años, según sus intereses muy personales y de dinero.

¿UNA REVOLUCIÓN?

De pensamiento. Panamá no puede seguir entre mercachifles y matarifes. Hay que desmitificar, romper cárceles académicas y pensar por nosotros mismos. La sociología sustituye a la filosofía. Hay que pensar más. Es una reflexión que hay que hacer sin que la historia nos enfrente a grandes violencias. El panameño no puede seguir haciéndose la guerra con un enemigo que no existe, porque lo tenemos adentro. Habiendo tenido tanto nos hemos atrevido a muy poco. Hay que sacar al país de su letargo acomodaticio. Nos conformamos con consignas electorales que adocenan: ‘el pueblo primero', ‘los zapatos del pueblo', el pueblo panameño le ha cedido su voz a otros, deja que otros hablen por él. Yo vengo de ese pueblo, que es un pueblo que resiste, insolente que se burla de su propia miseria, que no es pueblo estúpido. El ‘juega vivo' no es una filosofía y no define al panameño. La filosofía es conocimiento, es pensar con independencia. El país tiene pendiente elaborar su propio pensamiento. Y no es poco.

LA VIDA COMO UNA CARRERA

Viuda, madre de tres, abuela de siete y tres veces bisabuela

Nombre completo: Edilia Camargo Villarreal

Lugar de nacimiento: Panamá

Formación: Doctora en Filosofía

Pasión: Correr

Publicaciones: ‘El Capitán Cabuya' (2006), ‘Violencia Dulce' (2013), ‘De Maquenque a Carabalí' (Revista Lotería)

Resumen de su carrera: Licenciada en Filosofía e Historia, Universidad de Panamá, (1961), profesora de segunda enseñanza con especialización en Filosofía e Historia, Universidad de Panamá (1961), doctora en Filosofía, Universidad de Burdeos, Francia (1966). Especialista de los Programas de Unesco en su Secretariado, París, Francia (1976-1996).

Reconocimientos deportivos: 21 maratones. 4 Campeonatos Mundiales de atletismo máster; Medalla de Bronce en Carolina, Puerto Rico (2003) y en Sacramento, California (2011). Plata colectiva en Porto Alegre, Brasil (2013). Plata en el Campeonato Mundial bajo techo de atletismo máster en Daegu, Corea del Sur (2007)

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