El golpe que ultimó el régimen de Florencio H. Arosemena

Actualizado
  • 09/07/2017 02:07
Creado
  • 09/07/2017 02:07
En 1931, en plena depresión económica, declarándose ‘reivindicadores' del pueblo, un grupo de jóvenes agrupados en la hermandad de ‘Acción Comunal' El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable'.

Pa.... paaaa paaaa! ¡Ta ta ta ta ta ta tata!

‘¡Adelante... adelante!'...

‘Ríndanse o volamos la Presidencia'….

Amenazas, gritos y sonidos de disparos provenientes del Palacio de las Garzas sorprendieron el plácido sueño de los residentes de la ciudad de Panamá la madrugada del 2 de enero de 1931.

Aun confundidos por la insólita irrupción al descanso tras un largo día de fiesta, los residentes de las calles 4ta hasta la 7ta del Casco Viejo de la ciudad se iban incorporando y asomando a los balcones y ventanas de los caserones de dos y tres pisos, en ropas de dormir.

Aquellos que lograban vencer el susto y la somnolencia inicial intentaron llamar a amigos o familiares, pero pronto se percataron de que las líneas telefónicas estaban cortadas.

¿Qué estaba pasando?

‘¡Nen! ¡Ahí va Nen!… ¡Nen!', gritó una mujer que seguía atentamente los movimientos de la calle, al reconocer a su vecino entre quienes corrían, pistola en mano, hacia la presidencia.

‘Shhhh.... Cállate', la increpó, desde un balcón cercano, otra voz femenina. Era Petra de Quirós, quien también observaba, horrorizada, a su supuestamente pacífico marido. Hacía pocas horas, el mismo había salido de la casa sin atreverse a decir a dónde iba ni a qué horas regresaría.

El abogado José Manuel ‘Nen' Quirós, el médico Arnulfo Arias, el odontólogo Ramón Mora eran apenas algunos de lo 80 activistas de la hermandad Acción Comunal, que esa noche ejecutaban con precisión el largamente planificado derrocamiento del presidente Arosemena, en lo que constituiría el primer golpe de estado de la historia del país.

EL RÉGIMEN DE CHIARI Y AROSEMENA

Durante meses, los ‘muchachos de Acción Comunal' como se les llamaría durante las siguiente décadas debido a que la mayoría de ellos no pasaba de los 30 años de edad, planeaba ultimar el gobierno del presidente Florencio Harmodio Arosemena (juramentado el 17 de octubre de 1928), y de su jefe de facto, el líder del Partido Liberal, Rodolfo Chiari.

En tiempos de angustiosa depresión económica, se acusaba a ambos de gobernar contra las masas empobrecidas de panameños.

Entre el pueblo era un hecho que Chiari (empresario y presidente entre 1924 y 1928) manejaba el gobierno como si fuera su propia hacienda, permitiéndose todo tipo de exoneraciones de impuestos y otras ventajas, mientras que cobraba a los funcionarios de magros salarios el 5% de su sueldo y endeudaba el país sin límites.

El ingeniero Arosemena, elegido por Chiari como su sucesor, no tenía ni el carácter ni la voluntad de poner freno a las prácticas de su antecesor y, en medio de una cada vez más precaria situación económica, había perdido apoyo.

EL GOLPE DEL 2 DE ENERO

En la tarde del 1 de enero de 1931, mientras el presidente Arosemena y su esposa Hersilia Arias despedían en el Palacio de las Garzas a los invitados de la fiesta de Año Nuevo, en el templo de Acción Comunal, los hermanos analizaban a última hora la conveniencia de seguir adelante con los planes.

La súbita enfermedad de uno de sus líderes, Germán Gil Guardia, los temores de su presidente Víctor Florencio Goytía, las advertencias de amigos como Harmodio y Pancho Arias de que los estadounidenses tendrían que intervenir en defensa del gobierno de Arosemena, hacían vacilar a muchos de los miembros de la hermandad.

‘Mañana (2 de enero) el presidente va a firmar un decreto para contratar a 150 nuevos policías. El golpe se va a dar de todas maneras', gritó Arnulfo Arias, uno de los ‘hermanos' de más reciente ingreso, para hacerse oír entre el barullo formado por los más de 20 hombres reunidos.

‘Este país no aguanta un día más de este gobierno nefasto... Prefiero morir esta noche luchando', proseguiría Nen Quirós, quien impuso la tónica que finalmente alentaría a sus compañeros para seguir adelante con la acción temeraria.

ASÍ FUE EL GOLPE

Las maniobras comenzaron a la 1:40 de la madrugada, cuando dos o tres de los golpistas entraron a la Central Telefónica para dejar la ciudad incomunicada.

Como estaba previsto en el guión meticulosamente planificado, poco después salían 12 hombres más, en dos o tres vehículos, hacia el Cuartel de las Sabanas, en las afueras de la ciudad. Allí, bastaron unos pocos disparos para someter a los policías y apoderarse de las armas que yacían en el almacén. Con estas, más las pocas que ya tenían, se dirigieron al centro de la ciudad.

Ahora correspondía atacar el cuartel Central, en la intersección de Avenida B y la Cale 11 Este, a 4 cuadras de la Presidencia.

Con la ventaja del factor sorpresa, nuevamente pudieron vencer.

De allí salieron con más rifles, carabinas, subametralladoras y ametralladoras de trípode a unirse a Arnulfo Arias y Nen Quirós y Ramón Mora, quienes en ese momento se acercaban por la calle sexta portando las llaves del Banco Nacional (se las habían quitado al portero del edificio, un señor Gaspar Bethancourt, que en ese momento yacía amarrado y amordazado en una casa de las Sabanas).

Los tres líderes del movimiento golpista entraron a las oficinas del banco y corrieron hacia las ventanas que daban al segundo patio del Palacio de las Garzas. Pero, desde el interior del palacio, los guardias, dirigidos por el mismo presidente Arosemena y su secretario Daniel Ballén, disparaban impidiéndoles la entrada.

Durante horas, se mantuvo el fuego.

A las 4 de la mañana, atacados por todos los frentes y ya sin municiones, los policías flaqueaban, pero Ballén los animaba a resistir con la promesa de que ‘pronto llegarían las fuerzas armadas de la Zona del Canal', que tenían la obligación de apoyar al gobierno en virtud de la Constitución de la República y el tratado Hay Bunau Varilla.

EL MINISTRO DE ESTADOS UNIDOS

A unas cuatro cuadras del Palacio de las Garzas, en el segundo piso de la Legación de Estados Unidos, el ministro estadounidense (embajador) Roy Tasco Davis, seguía los acontecimientos en mangas de camisa. Tras el estallido de la violencia, varios panameños se habían acercado a advertirle que los golpistas eran simpatizantes del movimiento comunista.

Davis probablemente estuvo a punto de enviar ayuda para su amigo el presidente Arosemena, cuando hizo acto de presencia en la legación un grupo de respetados señores panameños, entre ellos Harmodio Arias, Pancho Arias, Jeptha Duncan y Domingo Diaz Arosemena.

‘No son comunistas. Son jóvenes modestos pero honrados y distinguidos, y los respaldaban caballeros de la mayor representación política y social', comunicaron estos a Davis.

El ministro vacilaba, cuando se presentó el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Héctor Valdés, para pedirle que no interviniera.

‘Todo volverá a su cauce. La Corte se haría cargo de los detalles', insistió Valdés.

Davis pareció aliviado, no obstante, advirtió que ‘si caía una gota más de sangre o si era agredido el señor presidente o algún secretario de Estado o algún magistrado o diplomático extranjero, fuerzas regulares de la Zona del Canal ocuparían sin tardanza la plaza de Panamá'.

DENTRO DEL PALACIO

Mientras tanto, en el palacio, la acción arreciaba. Los golpistas habían colocado una ametralladora en la azotea del muelle fiscal (al lado del mercado) y mantenían fuego permanente contra la entrada de la presidencia.

Arosemena de vez en cuando abandonaba el frente de guerra para comprobar que su esposa Hersilia y sus hijas, Selma y Walli, estuvieran bien.

Al borde de la crisis nerviosa, pero dispuesta a respaldar a su marido hasta el fin, la señora Hersilia tomó la figura de uno santo que mantenía en sus habitaciones del tercer alto, y bajó con él en brazos hasta colocarlo en el descanso de las escaleras de calle 5ta. Entonces, fue a atender a los heridos y a repartir medallas religiosas entre los combatientes.

En ese momento, Arias, Quirós y Mora, quienes todavía no habían asegurado su posición dentro de la presidencia, como les correspondía, decidieron forzar la entrada de la oficina de la Fiscalía y, desde el balcón de este edificio, saltar al palacio.

CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA

Gran parte de la información fue tomada de ‘Acción Comunal. Saludo a Lindbergh en español', de Sofía Izquierdo.

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