‘Vivimos de espalda al mar'

Actualizado
  • 08/11/2018 01:00
Creado
  • 08/11/2018 01:00
Héctor Guzmán, un biólogo marino que ha realizado cerca de dos centenares de investigaciones, revela su inquietud por el desordenado desarrollo inmobiliario costero que atenta contra la conservación de los ecosistemas marinos

En una oficina rodeada de numerosa literatura científica, con una pequeña ventana que ofrece una vista perfecta del imponente mar de la isla de Naos, en la Calzada de Amador, espera Héctor Guzmán, un investigador permanente del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés).

Guzmán es costarricense, pero se ‘siente' panameño. Llegó a este país en una expedición que venía de las islas Galápagos e Isla del Coco, colectando animales marinos para aislar compuestos para drogas. Era parte del equipo científico de la embarcación. Estaba recién graduado de una maestría.

Una tripulación ‘gigantesca' del barco se bajó en el puerto de Balboa. ‘Se fueron, se perdieron como hacen los marineros cuando llegan a un puerto', cuenta el biólogo marino.

Sin embargo, él tenía una entrevista con Jeremy Jackson, director del laboratorio marino del Smithsonian, en 1986. Aún no tiene idea cómo se enteró el director del laboratorio que estaba en tierras panameñas, reflexiona, al mismo tiempo que habla y mueve la cabeza de izquierda a derecha. Él mismo se responde: aparentemente, un profesor de la Universidad de Costa Rica ‘me recomendó'.

Guzmán llegó para quedarse. Jackson le ofreció trabajo y para el 15 de abril de 1987 estaba residiendo en Panamá. Su primera investigación dio cuenta del impacto en corales de un derrame de cerca de 60 mil barriles de petróleo ocurrido en Bahía Las Minas, en 1986. El accidente acabó con el 70% de estos ecosistemas en las costas colonenses. Tres décadas después, los corales no se han recuperado, según datos que colecta el experto.

Desde entonces ha desarrollado casi dos centenares de trabajos científicos para obtener conocimiento y también por diversión, porque le apasiona el mar desde cuando era un niño y sus padres lo llevaban los fines de semana. En esa época había que ponerle campanitas en los zapatos para ubicarlo porque se perdía en largas caminatas por la playa.

Este fue el comienzo de una larga y exitosa carrera científica que lo ha consagrado como uno de los más férreos defensores del ecosistema marino. ‘Vivimos de espalda al mar', dice.

PARA TI, ¿QUÉ SIGNIFICA ‘VIVIR DE ESPALDA AL MAR'?

‘Desde pequeño, mis padres me llevaban a las playas, yo me escapaba y me iba a caminar. Ellos me encontraban y me regañaban y recuerdo que me ponían campanitas en los zapatos para saber por dónde andaba'.

Tengo 31 años de estar en Panamá. Tengo más de 187 publicaciones científicas sobre corales, peces, esponjas, manatíes, ballenas, aves marinas, etc. Y constantemente me llamaba la atención cómo se desarrollaba la zona costera para el turismo, sin tomar en cuenta ni siquiera playas de anidación o arrecifes coralinos. Lo que interesaba era la parte económica. Pero el mar no es solo para que lo veas desde un balcón, desde Punta Pacífica o desde un hotel en Playa Blanca; es para que te involucres en su conservación, para que puedas disfrutarlo, porque hay recreación asociada al mar, hay medicinas y alimentación... Son tantas cosas que el mar nos puede dar y que no volteamos a verlas.

¿CÓMO RECUERDAS ESA PRIMERA INVESTIGACIÓN QUE HICISTE EN PANAMÁ?

Hubo una mortalidad del 70% de la cobertura de coral vivo en esos arrecifes de Bahía Las Minas, como consecuencia de un derrame de petróleo. Una treintena de años después, en 2017, volvimos a estudiar la zona para ver si se habían recuperado corales, para ver si habían cambiado. Lo que encontramos es que todo está peor, no ha ocurrido una recuperación de los arrecifes de Bahía Las Minas.

¿QUÉ HA PASADO?

Esto no hay que verlo como un efecto puntual del derrame, sino uno acumulativo. Esto se transformó en una contaminación crónica por los sedimentos que quedaron atrapados en los manglares. ¿Qué pasaba? Cuando había mareas altas iban saliendo sedimentos de petróleo e hidrocarburos. La contaminación estaba presente siempre.

¿QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA LAS COSTAS DE COLÓN?

Menos productividad pesquera. Los recursos pesqueros, desde la langosta hasta el pargo, se vieron afectados porque desapareció el alimento de un arrecife saludable o la casa donde vivían las crías, todo eso cambió. Lo que queda son especies más resistentes, no necesariamente las que económicamente los pescadores extraían porque les gustaba. Pero asociado a esto vino una ola de desarrollo especialmente macabra... Esa zona la deforestaron por completo para patio de contenedores, para carros y grandes puertos. Ahora vemos las consecuencias en las inundaciones.

UN CONFLICTO ENTRE DESARROLLO Y AMBIENTE EN LA ZONA...

No van de la mano. Por eso te decía que estamos viviendo de espaldas al mar. Nos interesa el barco que entra y sale; que carga, entra y sale, qué nos llevamos de aquí, pero más nada.

PERO, PODEMOS CONCILIAR AMBAS COSAS.

¡Por supuesto que sí! Se supone que tenemos las normativas; aunque desde el gobierno pasado las normativas empezaron a cambiar, a facilitar la evaluación de los estudios de impacto ambiental. Hay áreas donde sabes que van a ocurrir inundaciones. Entonces, por qué vas a hacer un relleno en un humedal. Hay mucha ciencia que prueba la función de los manglares, no hay que redescubrir la rueda para saber que es importante conservarlos.

¿CUÁL ES EL ESCENARIO INMINENTE DE COLÓN CON ESTE DESARROLLO?

¡Es triste! Van a pagar las consecuencias de la mala toma de decisiones con relación al desarrollo. No van a poder detener el aumento en el nivel del mar. En lugar de manglares, colocaron concreto. Es decir, una superficie por donde se va a deslizar más rápido un mayor volumen de agua hacia tierra adentro. ¿Y qué es lo que hay tierra adentro? Calles, comercios y viviendas. Lo que le espera a Colón no es nada bueno, realmente. Yo diría que a muchas partes de las costas.

¿ESTÁ CONDENADO A QUEDAR SUMERGIDO?

Correcto. Pero, diría permanente inundado.

¿QUÉ OTRAS PARTES DE LAS COSTAS PODRÍAN PASAR POR LA MISMA SITUACIÓN?

Mira lo que se está viviendo en la comarca Guna Yala. Aunque allá fue otro tipo de desarrollo, la mano del hombre también afectó. Los gunas usaron canoas para extraer los corales. Así crearon vulnerabilidad en las costas colonenses. Ahora sus islas se están inundado porque destrozaron la barrera coralina natural que elimina casi por completo el impacto del oleaje y, por haberlo hecho, se viene el aumento del nivel del mar.

¿EL CASO GUNA HA SIDO OBJETO DE TUS INVESTIGACIONES?

Fui el primero que publicó en una revista científica muy prestigiosa el primer análisis espacial y temporal del estado de los arrecifes de la comarca Guna Yala. Les cuantificamos cuánto coral habían destruido y extraído para ampliar sus islas por que se han reproducido poblacionalmente. Una crece sola. Nosotros tomamos fotografías. En 1960 y 2002 y obviamente nos dimos cuenta de que las islas habían crecido un 150% y hasta 200%.

Y, ¿CÓMO OCURRIÓ ESO?

Las rellenaban. Es lo mismo que ha ocurrido en las islas de Punta Pacífica y en nuestros alrededores. Los gunas extraían los corales a tres y cuatro metros de profundidad y los usaban para hacer rellenos y sobre estos construían sus casitas. Son dos formas distintas de desarrollo, ambas llegaron al mismo problema.

VAMOS A CAMBIAR UN POCO EL TEMA. ¿QUÉ SIGNIFICA LA NATURALEZA DE UN PAÍS COMO PANAMÁ PARA UN CIENTÍFICO APASIONADO COMO TÚ?

Un lugar perfecto para desarrollarte intelectualmente. Tú puedes tirarte en el mar y ver todo lo que quieras abajo. Desde una ballena de 15 metros de largo hasta un pólipo de coral que es de milímetros. Panamá tiene de todo, absolutamente de todo. Todos los ambientes marinos, a nivel tropical, están ampliamente representados en Panamá. Tenemos especies ampliamente migratorias que vienen de latitudes altas a Panamá a cumplir parte de su ciclo de vida. Y además tenemos algo fascinante: dos océanos.

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