El ‘arma silenciosa' de los indígenas Wounaan

Actualizado
  • 09/12/2018 01:02
Creado
  • 09/12/2018 01:02
Mientras los más jóvenes se enfocan en prácticas más modernas, los ancianos tratan de impedir que muera su técnica ancestral de guerra

Inadvertida y como un objeto de decoración se camufla el arma silenciosa de los indígenas Wounaan de Panamá, que en el mundo occidental no tiene tanta pretensión, una idea equivoca para este gran instrumento de guerra y victorias al que llaman bodoquera o en su lengua nativa ‘patt'ër'.

Aunque la vista de Bebe no es tan precisa, su pulso y memoria aún describen a Acan-Efe la forma correcta de como usarla, esta arma formada por un tubo de madera de hasta 2 metros y acompañada de dardos es el orgullo de los hombres de esa etnia que habitan entre la selva panameña del Darién.

Así lo hace Bebe, un Wounaan de la comunidad selvática de Puerto Lara, a 217 kilómetros al este de la capital panameña, que aún recuerda algunas anécdotas de su vida, en donde sus pulmones y su cerbatana eran el acompañante perfecto para poder proteger su entorno y a la vez, conseguir alimentos para su familia.

Cuenta que desde tiempos ancestrales, inclusive antes de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas, sus antepasados que habitaban en lo que ahora es Colombia tenían guerras con otras tribus por el territorio y sus riquezas.

La historia de este pueblo, que se extendía hasta Brasil, junto con los Emberá y Gunas, terminó en batallas y actualmente viven dispersos en asentamientos desde Panamá hasta la vecina Colombia.

William Durán, uno de los habitantes wounaan que da a conocer los relatos de orgullo, expresa que el ‘arma silenciosa' fue la estrategia para derrotar y echar a los gunas, dado que estos tenían desventaja y eran más lentos por usar las flechas.

‘Antes estas tribus mantenían una fuerte disputa por el oro, dado que el guna quería abarcar toda el área, mientras que ellos estiraban la flecha, ya nosotros le habíamos dado en el blanco, por eso es que desde esos tiempos nos tienen miedo', explica.

Durán señala que los dardos eran envenenados con las secreciones de una rana flecha, la Dendrobates Tinctorius, y como antídoto los nativos usaban miel para evitar el mareo por tocar las lanzas.

Con pesar sostiene que esa arma ya no es tan usada, inclusive él no sabe ya como manejarla, solo los ancianos y algunos incentivados no dejan morir esa técnica ancestral de guerra.

Ahora, los habitantes están enfocados en otras prácticas para dar una imagen renovada a la comunidad sin dejar atrás sus tradiciones y cultura que los identifica, tal como el avistamiento de aves, un nuevo segmento que han sabido mezclar con sus saberes.

Durán, que es integrante de la Sociedad de Agroturismo de Puerto Lara, dijo que trabajan en un proyecto para traer más turistas de Norteamérica, encantados por el verdor de las montañas panameñas y la esencia de las tribus autóctonas.

La agilidad para escuchar y ver la fauna será puesta en práctica, ahora que en enero y febrero próximo se realizará el cuarto conteo de aves en esa localidad.

‘Tenemos tres rutas en la comunidad Wounaan que utilizaremos como el sendero, el río Lara y en la carretera Panamericana, que como curiosidad culmina en la provincia de Darién', exclamó.

Las oropéndolas, loros y colibrís serán la riqueza que esta población indígena dará a conocer, y que desde ahora se prepara para recibir a canadienses y estadounidenses que se aventurarán a conocer el tesoro de esa etnia.

Agregó que los guías de la iniciativa en la comunidad han contado unas 3,000 aves de 200 especies.

Una cifra bastante modesta para un país que tiene registradas científicamente más de 940 especies de pájaros, según la información oficial.

Sostiene que prevén que a futuro se cree una escuela para preparar a los demás jóvenes, incluyendo de las comunidades Wounaan y a los Emberás.

En medio de la demostración con su patt'ër, Duran esboza una gran sonrisa y sigue relatando la historia de la cultura y tradiciones de los Wounaan a los interesados que llegan.

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