Manuel Benítez, un sueño cumplido

Actualizado
  • 19/09/2019 20:46
Creado
  • 19/09/2019 20:46
'En mis 41 años en el Canal, aprendí que sólo cuando aceptamos que no somos islas comprendemos a plenitud el significado del concepto de trabajo en equipo'

Eran los días siguientes a la firma de los Tratados Torrijos-Carter cuando se produjo una apertura para que trabajadores panameños ingresaran a laborar a la entonces Panama Canal Company. Un joven sencillo, alto, delgado, llamado Manuel Benítez, que estudiaba ingeniería en la Universidad de Panamá, soñaba con trabajar en aquella gran empresa, en la que, aunque tan vecina al territorio patrio, no era fácil para los nacionales lograr una plaza de trabajo.

El joven aprovechó la coyuntura y llenó una larga, tediosa y compleja solicitud de trabajo para ingresar al Canal, entonces administrado por estadounidenses. Y su sueño se hizo realidad. Fue seleccionado, al igual que otros jóvenes, en calidad de aprendiz.

Recuerda que el primer día de trabajo (5 de julio de 1978) el director de la Escuela de Aprendices, William Dunning, un norteamericano, le dio a cada uno de los muchachos una escoba y los puso a barrer el área industrial del Centro de Capacitación… era un espacio grande. “¡Barran!”, les ordenó.

Algunos de sus compañeros se resistieron a la tarea, porque, según dijeron, ellos eran ingenieros y no era verdad que habían llegado ahí para barrer. Pero Manuel, junto con otros, barrió todo el día, hasta el punto de que le salieron vejigas y, posteriormente, callos en las manos. Nunca olvida la anécdota. Está convencido de que fue una gran lección de vida, en el sentido de haberle enseñado que no hay labor denigrante; “todo trabajo es importante y uno tiene que estar dispuesto siempre a hacerlo”, sostiene. Lo dice quien ha llegado a desempeñarse como segundo de a bordo –subadministrador de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP)– y quien por su don de gente y su cálida condición humana, se ha granjeado el aprecio de todos sus compañeros de trabajo.

Hoy, Benítez es uno de los ejecutivos más importantes de la ACP. De hecho, el Departamento de Operaciones que dirigió durante varios años concentra el 80% de la fuerza laboral canalera. A través de su carrera ha sido testigo de cambios medulares en la historia del Canal de Panamá.

Es por eso por lo que hoy recuerda la citada anécdota: “la mayoría hicimos la tarea y la recibimos más bien como un aprendizaje. En realidad, el director de la Escuela de Aprendices nos dio una lección: 'Aquí ustedes vienen a ser humildes y vienen a trabajar'. Y así nos formaron, con ese espíritu de trabajo. Hoy se pueden ver los resultados de esa generación de aprendices, muchos de los cuales hemos hecho carrera y ascendido en el Canal… y todos empezamos barriendo ese día”, rememora.

Ese hombre que se caracteriza por ser un gran mediador y el balance cuando se presenta algún conflicto, sobre todo con los sindicatos canaleros, pronto abandona la ACP, pues después de dedicarle 41 años de su vida, se acoge a unas merecidas vacaciones.

¿Cuál fue su reacción ante la apertura para trabajar en el Canal como resultado de los Tratados del 77?

Nosotros, la mayoría de los que ingresamos en el año de 1978, estábamos en la universidad estudiando diferentes carreras, principalmente ingeniería. Efectivamente, después de aprobados los Tratados, hubo una gran apertura para que panameños entráramos a trabajar en el Canal. En ese tiempo se hablaba mucho de la generación del 2000 y nosotros éramos parte de esa generación que íbamos a entrar a la empresa canalera y, eventualmente, hacernos cargo de la operación. Definitivamente, fue mi gran oportunidad de entrar al Canal… hice las gestiones del caso y lo conseguí.

¿Cómo era el ambiente cuando usted ingresó al Canal como aprendiz?

Cuanto entré al Canal, ya se habían firmado los Tratados Torrijos-Carter y tenían una fecha de implementación, repito, que era el 1 de octubre de 1979. Entre los norteamericanos que estaban ahí, había un ambiente muy negativo. A mí me tocó entrar en ese momento en el que había un grupo de supervisores y trabajadores que sentían que su gobierno los había traicionado. Para ellos esta era su tierra, muchos habían nacido aquí y veían con resentimiento que panameños los íbamos a desplazar, así que fueron momentos difíciles.

El 2000 ya es parte de la historia, ¿qué se siente sabiéndose parte de aquello?

Bueno, uno se siente muy a gusto, especialmente cuando escucha de parte de los propios estadounidenses que están muy orgullosos de la labor que hemos hecho los panameños en el Canal. Uno se siente muy bien, porque existe ese reconocimiento de que hemos cumplido con el país, con los que estuvieron aquí antes y con la empresa. Es una sensación muy agradable.

¿Qué aprendizaje obtuvo de esa acción del señor que les ordenó barrer el primer día de trabajo?

Las cosas no llegan fáciles, desafortunadamente es así, uno tiene que sacrificarse y esa es la lección que yo trato de inculcarle a mis hijas. Segundo: no hay trabajo pequeño. Todos aportan lo suyo cuando se trata de lograr una meta en equipo. Hasta barrer es importante; uno tiene que sentirse a gusto con lo que hace, independientemente del oficio que sea. El ingeniero Alberto Alemán (exadministrador de la ACP) nos recordaba siempre la anécdota del encargado de una tarea menor en la NASA, a quien le preguntaron qué hacía en una organización tan importante. 'Yo —respondió— estoy trabajando para llevar a un hombre a la Luna'. Así es el trabajo en equipo: no hay uno más importante que el otro. Todos son importantes.

¿En qué medida el camino que recorre alguien como usted sirve para conocer a la gente?

Yo tuve la fortuna de hacer carrera empezando desde abajo. A veces uno tiende a ponderar las cosas desde su punto de vista, desde su perspectiva. En ocasiones no valora el trabajo de los otros. Yo tuve la suerte de hacer toda la carrera y de poder, en cada etapa, en cada punto, apreciar lo que hacían los demás. Comprendí que los demás tenían mucho que ver con el éxito mío. Sólo cuando aceptamos que no somos islas, comprendemos a plenitud el significado del concepto “en equipo”.

Manuel Benítez, un sueño cumplido
¿Qué representa para usted haber dedicado 41 años de su vida al Canal?

He caído en cuenta de que 41 años se pasaron demasiado rápido. Me siento muy orgulloso de ser parte del Canal de Panamá, de ser parte de su historia. Entré joven al Canal, y he hecho toda mi carrera en la organización. En ese tiempo comencé mi propia familia; nacieron mis hijas. Entre ir y venir del hogar al trabajo, las he visto crecer. De hecho, he madurado también como persona.

¿Alguna vez usted dudó de que el Canal pasara a manos panameñas?

¡Nunca! Siempre estuve convencido de que seríamos dueños del Canal y de que lo manejaríamos aún mejor. Los administradores estadounidenses cumplieron bien su compromiso y estuvieron interesados en capacitar a los panameños para que manejaran el Canal. Pienso que los panameños hemos estado a la altura del compromiso.

¿Cómo se va y cómo se siente?

Me siento muy satisfecho de la labor realizada. Después de 41 años de estar en el Canal, que he visto cómo ha cambiado, cómo ha evolucionado para bien y cómo ha crecido, creo que de alguna manera he contribuido a que la vía esté donde está, así sea con un pequeño granito de arena… yo he estado ahí. Me voy feliz.

En esa trayectoria, ¿cuál fue el momento más difícil para usted?

Cuando estaba en el Departamento de Operaciones, en la Vicepresidencia de Negocios de Tránsito, la responsabilidad que teníamos por delante con la ampliación del Canal era armar la parte operativa. Nosotros necesitábamos formar capitanes de remolcador y adquirir la flota de remolcadores y equipos que iban a ser necesarios para la ampliación. Tuvimos apoyo de la Junta Directiva y le llevamos un plan para adquirir 27 remolcadores adicionales. Así fue como pudimos ampliar la flota de 20 remolcadores operacionales a 46, que es la cantidad que tenemos hoy día. Ese momento fue especial en el sentido de que pudimos prepararnos para que ese Canal ampliado pudiera comenzar a operar y que no hubiese ningún problema por falta de preparación de la gente o por falta de equipos. Ya hemos pasado más de 7 mil buques neopanamax, a través de las nuevas esclusas, así que vamos a tener un año récord en tonelaje e ingresos, gracias a las acciones que hicimos como equipo. Toda la gente del Canal de Panamá estaba alineada con voluntad para lograr esos objetivos… y los logramos.

¿Cuál es el récord de este año?

Vamos a romper el récord en ingresos. Cumpliremos con el presupuesto que este año contempla —en derecho por tonelada y excedentes—, un aporte al país de 1,736 millones de dólares, 34 millones más que el año pasado. El aporte de este año se constituye en el mayor que ha hecho el Canal al Tesoro Nacional, en los 20 años de funcionamiento en manos panameñas. Y eso sin contar los aportes indirectos que hace el Canal al país.

Para usted, ¿cuál ha sido su momento, digamos, crucial en el Canal?

Cuando pasa ese primer barco, el Cosco Shipping Panamá, por las nuevas esclusas, para mí ese fue el “¡wao!”, porque resume todos los preparativos que se hicieron desde que el ingeniero Alberto Alemán llegó y tuvo el liderazgo para plantear una ampliación del Canal. Yo creo que ese día, 26 de junio de 2016, corona todos los esfuerzos de gente que trabajó duro para permitir que ese barco pasara. Ese ha sido el momento más importante para mí, después del 31 de diciembre de 1999, a las 12 mediodía, cuando el Canal pasó a manos panameñas.

¿Cuál fue su experiencia ese 31 de diciembre?

Ese día fue especialísimo para mí y para todos los panameños. Ese momento es el más grande que he vivido durante mi estadía en el Canal. Justamente a esa hora, el Canal pasó a ser panameño. ¡Qué experiencia! Lo primero que se me vino a la mente fue la lucha de los mártires del 9 de enero. Y pensé: 'gracias a ellos estamos aquí...'. Me dije en ese momento: '¡qué responsabilidad tenemos los panameños de hoy en adelante!' …se me salieron las lágrimas.

Dígame tres razones por las cuales el Canal es diferente al resto de las instituciones.

Nosotros en el Canal, como panameños, tenemos un propósito. No podemos fracasar en la operación y la administración del Canal. Ese es uno de los elementos importantes, y lo entendemos todos los que tenemos la fortuna y el privilegio de trabajar en el Canal, pero también lo entienden los casi cuatro millones de panameños, y a pesar de las adversidades, el pueblo panameño protege y quiere al Canal y no permite que le vaya mal, porque cada panameño lo siente como suyo. Los políticos han hecho un extraordinario trabajo en lo que respecta al tema legal, comenzando por el Título Constitucional y la misma Ley. Los políticos, entendiendo su naturaleza, me parece que blindaron al Canal contra la misma naturaleza de ellos, y hasta ahora ese blindaje ha tenido éxito. Además, la administración ha podido permitir que la meritocracia prevalezca en la institución. En el Canal se entra por concurso. Ese es uno de los elementos fundamentales: La no injerencia política y, curiosamente, se lo debemos a ellos, a los políticos.

Pero hay quienes han dicho que hay que revisar el Título Constitucional…

Es un riesgo. Siempre se puede mejorar, pero los elementos fundamentales están ahí. En 20 años de administración panameña hemos llevado un Canal que ha rendido dividendos al país en forma directa, casi 18 mil millones de dólares, que cuando uno le añade a esa suma, los salarios, la contribución al Seguro Social y otros aportes indirectos, estamos hablando de un Canal que realmente ha transformado a este país. En 1962, después de Venezuela, que tenía el doble de Argentina, Panamá tenía el producto interno bruto per cápita más alto. Pero fue decayendo con el pasar del tiempo. Una vez el Canal revierte a manos panameñas, comienza a verse un auge. El período más importante del Canal para Panamá ha sido desde el 2007 en adelante, cuando la economía realmente despegó y fue por las inversiones que se estaban haciendo en la vía. Panamá ha crecido más allá de lo que nosotros habíamos anticipado, cuando hicimos la propuesta de ampliación. Hoy tenemos una economía de más de 60 mil millones de dólares al año. En el 2005, cuando empezamos a divulgar la ampliación, la economía era de 15 mil millones de dólares al año. Pienso que debemos trabajar para que a más panameños les llegue esa bonanza económica que hemos tenido.

Todo el mundo habla de lo bien que está el Canal. ¿Qué puede sugerir para que se traslade eso bueno que se hace en el Canal al resto del país?

Yo diría que el hecho de que uno pueda hacer carrera permite planificar y ejecutar planes de largo plazo. Ese es uno de los mayores problemas del resto del servicio público, porque cada cinco años se cambia la gente, se cambian los planes. Ese es un problema estructural que tenemos y que hay que resolver. Otro tema es que el gobierno tiene que pagar salarios dignos. El salario que tenía un maestro antes era bueno, pero eso fue cambiando. Desafortunadamente, la gente que tiene talento no opta por ser maestro, porque no le recompensa. Hay que mejorar los salarios, pero también hay que hacer concursos para que participe la gente mejor preparada. Ese ha sido el secreto del Canal, la meritocracia y el hecho de que existe una carrera administrativa. Los partidos políticos deben ser la base fundamental de la democracia y la democracia no es un sistema perfecto, pero posiblemente es lo mejor que hemos tenido en mucho tiempo.

¿Qué ha significado para usted trabajar en el Canal de Panamá?

El sueño de toda mi vida. De cinco hermanos, yo soy el único que trabajó en el Canal y siento que he llevado la tradición de mi familia de trabajar allí. Mi abuelo paterno, Octavio Benítez, que vino desde Perú, llegó en 1908 y trabajó como aceitero en una de las tres divisiones de Dragado (en la del Pacífico). Mi papá también trabajó en el Canal, así que soy la tercera generación de mi familia y para mí ese es como mi gran sueño hecho realidad, pues desde pequeño siempre quise trabajar en el Canal. Al salir de secundaria, apliqué y me llamaron, pero mi papá no me dejó trabajar, porque también quería ser ingeniero. Mi papá me apoyó con los estudios y cuando estaba en el cuarto año de universidad, el profesor Edilberto Yee llevó unos formularios para que los estudiantes aplicáramos en un programa que se dedicaba a formar a panameños para trabajar en el Canal. Entonces me llamaron y comencé a trabajar. Mi abuelo materno, Hamilton Hawkins, quien vino de Colombia, también trabajó en el Canal, al igual que mi tío Henry, quien laboró en la división de Dragados. Esa es la historia de Manuel Benítez en el Canal, y está orgulloso de haberla vivido.

Resumen de su carrera: Es ingeniero electromecánico egresado de la Universidad Tecnológica de Panamá. Completó el Programa de Desarrollo Ejecutivo de la Universidad de Cornell-Johnson Graduate School of Management y ha complementado sus estudios universitarios con seminarios profesionales en diferentes campos, especialmente en el área marítima. Comenzó su carrera en el Canal de Panamá en 1978 como aprendiz de mecánico de instrumentos de precisión. En 1982, tras la finalización del programa de formación técnica, fue nombrado mecánico de instrumentos de precisión en la División de Electricidad del Departamento de Ingeniería y Construcción. En 1993, fue ascendido a jefe del ramo de Energía Eléctrica de la División de Electricidad y, posteriormente, a gerente de la División. Fungió como director de Servicios Industriales (desde septiembre del 2001 hasta el 30 de agosto del 2004), cuando la Junta Directiva lo designó para ocupar el cargo de subadministrador encargado. En marzo del 2007, fue designado vicepresidente ejecutivo de operaciones, departamento responsable de todas las operaciones marítimas. El 31 de agosto del 2012, la Directiva anunció su designación como Subadministrador del Canal de Panamá, puesto que ocupa desde el 4 de septiembre del 2012.

Manuel Benítez, subadministrador del Canal

Nombre completo: Manuel Benítez Hawkins

Edad: 63 años

Creencias religiosas: Católico

Cónyuge: Lizbeth Martínez de Benítez

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