Culecos para una ciudad con sed
La multitud se agolpa. se apretuja y se olvida de todo. Hay caras felices, hay risas, hay calor. El calor es a la vez aliciente y tortura.

La multitud se agolpa. se apretuja y se olvida de todo. Hay caras felices, hay risas, hay calor. El calor es a la vez aliciente y tortura. El sol de la mañana arrecia. Hay que buscarle alivio.

Pero en la Cinta Costera no hay problema. Los carros cisterna están preparados para el evento. De eso se trata, de que los cuerpos queden empapados por los generosos chorros de las mangueras.

Este es el juego de los culecos, la tradición infaltable de todo carnaval panameño y si se tiene en cuenta el escenario de la Cinta Costera entonces el juego se vuelve masivo. Música, movimiento bulla, cuerpos que se contonean con el ritmo implacable. Artistas, animadores que desde las tarimas arengan, encienden a la gente, convidan a que se exprese, como solo en los culecos puede hacerse. Hay que hacer fila para entrar.

Hay que pasar los controles de rigor. Los culecos son democráticos y familiares. Niños y adultos, familias enteras, grupos de amigos, turistas despistados que pronto se entregan a la diversión y participan del rito como todos. Hubo ayer algo de malestar: un grupo de vendedores protestó a la entrada del evento: estaban disconformes con a ubicación que la Autoridad de Turismo les había asignado. Bloquearon el acceso y no dejaban entrar a nadie. Decían que no los dejaban acercarse a las tarimas, donde hay más público. Después de un rato de tensión, la situación se aclaró y todo retronó a la normalidad.

Muchos en la Cinta Costera sintieron el alivio del agua, que desde el viernes no salía por los grifos ni las duchas de las casas en la ciudad. Esto, debido a que el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN) escogió los tres primeros días del Carnaval para acometer reparaciones urgentes en la planta potabilizadora Federico Guardia Conte, de Chilibre.

No importaba mucho que el agua de los carros cisterna de la Cinta Costera no fuese agua del acueducto sino tomada de ríos, para el solo disfrute de los Culecos.

Para las horas de la tarde, todo había concluido. Diligentemente, los encargados del aseo empezaron a trabajar para remover las montañas de desperdicios dejados por la jornada dediversión. Hoy será el último día del Carnaval. Del Culeco. Hoy todavía queda una oportunidad de olvidarse de todo y pedir “¡agua, agua , agua!”
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