Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 09/07/2020 00:00
Aunque después del mensaje del presidente Nito Cortizo al país, el pasado primero de julio, ha bajado algunos grados la retórica confrontativa y la agitación de las redes sociales, todavía faltan mayores señales que indiquen que desde la orilla contraria al gobierno hay genuino interés por contribuir a superar la emergencia sanitaria e iniciar la recuperación gradual de la economía.
El mensaje de Nito fue claro. La pandemia no se supera divididos. Al postcoronavirus se entra con unidad de acción. El país solo saldrá a flote si todos los panameños se comprometen a rehacer un horizonte constructivo en común.
Hay diferencias legítimas en la convivencia social que deben abordarse con voluntad de entendimiento, no de confrontación. Las críticas y las diferencias deben encauzarse por vías constructivas, de lo contrario resultan dañinas para el entramado social porque se convierten en generadores de discordia y división. Lo útil es unir fuerzas y objetivos. Cooperar, es lo eficaz en estas horas críticas para el colectivo nacional.
Keir Starmer, elegido recientemente líder de la oposición laborista británica, planteó su compromiso constructivo frente al gobierno conservador. “No haremos oposición por hacer oposición, ni exigiremos demandas imposibles, sino con el coraje de apoyar al Ejecutivo cuando sea correcto. Un apoyo que no será incondicional. He comprendido que el electorado no quiere guerras políticas”, recalcó.
La oposición y la ciudadanía están en pleno derecho de reclamar sobre la gestión de la pandemia, particularmente en temas de transparencia. “Como gobernante llamo a los panameños a que sigan ejerciendo todos sus derechos y responsabilidades de vigilancia ciudadana sobre el uso del patrimonio público”, dijo Nito en su mensaje al país.
Pero el objetivo embozado de los ataques contra el gobierno, que ha estado capitaneando la crisis, es buscar debilitarlo pretendiendo que al entrar a la postpandemia tenga que negociar cada decisión desde el poder.
Nito está desplegando un gran esfuerzo para unir el país, frente a la tendencia nacional de los panameños contra los panameños mismos. Enfrenta el desafío de contrarrestar el efecto multiplicador de las redes sociales en las que solo se considera cierto aquello que coincide con el punto de vista del que lo lee o que alimenta sus emociones.
Al paso de la postverdad las sociedades se han hundido en la postmentira, consistente en revolverlo todo para que resulte cada vez más difícil encontrar una única aguja cierta en un pajar plagado de falsedades. El objetivo es mantener la caldera a la temperatura adecuada para generar descrédito y desconfianza.
Simultáneamente hay quienes hacen oposición desde la comodidad de sus hogares, donde no les falta nada, mientras desconocen las necesidades de los pobres y marginados, los que están condenados a agachar más el hombro, a sobrevivir como puedan, ignorados. De allí que la desigualdad es una realidad que debe enfrentarse con decisiones políticas, con una distribución equitativa de las herramientas de igualdad.
El Estado debe contar, por otro lado, con mecanismos para impedir que los poderes económicos terminen imponiendo su propia agenda y acaben decidiendo el destino del colectivo social y el Estado mismo. Lo que se ha ganado en democracia no puede perderse por agentes no estatales, que juegan un papel importante, pero que deben ser regulados.
Anil Shakya, rector del World Buddhist University, aseguró que un capitalismo más compasivo y negocios que contribuyan a atajar las desigualdades, son la clave para construir una sociedad más justa y legar un mundo mejor a las generaciones futuras.
Nito es el presidente de Panamá, pero al mismo tiempo es un ciudadano que como todos los panameños sufre el episodio excepcional por el que atraviesa el país. Se identifica, como aseguró, con los que temen por su salud, su empleo, su futuro. Se conmueve por los fallecidos, por los contagiados y por las miles de familias panameñas que luego de cinco meses de angustia, incertidumbre y dolor –con las secuelas de la pandemia y su impacto sicológico y emocional– desconocen cómo van a transitar su propia realidad en las horas más aciagas vividas en la historia nacional.
“¿Cometimos errores?”, preguntó en forma retórica en su mensaje a la Nación. “Por supuesto que sí“, reconoció Nito a manera de autocrítica. En la gestión de la pandemia no ha habido decisiones fáciles ni perfectas. “Todas las decisiones que se tomaron y se tomarán serán para salvar vidas. No hacer nada, nunca será ni fue una opción”, subrayó.
La realidad es que Panamá ha enfrentado circunstancias únicas y excepcionales, y ningún gobierno cuenta con un manual para gestionar una pandemia de las dimensiones de la que tiene postrado al país y al planeta.
En ese contexto, Nito convocó a los panameños a evitar los desencuentros y alcanzar un gran acuerdo nacional de cara a los 200 años de fundación de la Nación, que se cumplirán en 2021. Hizo un llamado a mantener todas las líneas de interlocución abiertas.
En esta etapa de postpandemia se inicia una nueva fase en la que todos los actores de la escena pública deben comprender que nada volverá a ser como antes. La agenda de gobierno debe resetearse para establecer nuevas prioridades y los opositores tendrán que decidir si continúan aferrados a tacticismos tratando de comprometer los cuatro años de gobierno que le quedan a Nito por delante.
La defensa del consenso es parte esencial del discurso político de Nito. Puso en marcha un acuerdo que requiere moverse con cautela, un acercamiento de diálogo que debe concretarse con el tacto y la prudencia de un encaje fino.
Los gobernantes se convierten en estadistas cuando están sometidos a crisis y las gestionan con responsabilidad y transparencia, con la mira puesta en los más débiles y vulnerables, y ejercen su liderazgo no solo en las formas sino también en sus acciones.
Quienes se oponen a Nito deberían recuperar la cordura política y el sentido de responsabilidad frente al resto del país. Es el momento de propiciar un clima de entendimiento para suavizar tensiones, tranquilizar los ánimos y predisponer a un país unido para enfrentar los enormes desafíos de los próximos meses.
Hay que frenar las intenciones de intoxicar la convivencia social y de traficar con las genuinas demandas de los sectores más necesitados de la población. La polarización política lo único que logra es perjudicar y desmembrar el tejido social. Los acuerdos exigen, en cambio, apego a la tolerancia, respeto a las posiciones responsables ajenas y un empeño indeclinable en la búsqueda del bien común.
Para salir adelante, el país necesita de muchas voluntades. ¿Panamá cuenta con la tuya?