Educación en pandemia, ¿quién atiende las emociones de los estudiantes?

Actualizado
  • 15/10/2020 00:00
Creado
  • 15/10/2020 00:00
La declaración de pandemia de la covid-19, el anuncio disruptivo del confinamiento, declarado como parte de las estrategias para mitigar los efectos del virus, trastocó, cambió o aplazó planes, colocándonos hasta cierto punto en un estado de aletargamiento.

La declaración de pandemia de la covid-19, el anuncio disruptivo del confinamiento, declarado como parte de las estrategias para mitigar los efectos del virus, trastocó, cambió o aplazó planes, colocándonos hasta cierto punto en un estado de aletargamiento. Tal como señala Barranco (2020), la cuarentena fue una irrupción en nuestra cotidianidad y en nuestra vida social, fracturó la aparente tranquilidad presente en nuestras vidas.

Hemos vivido en una sociedad indiferente ante los acontecimientos que marcan de una u otra forma la historia de cada hombre y mujer. Alguna vez nos hemos preguntado, ¿qué es la salud mental?, e incluso ¿hemos escuchado hablar de ella? Podemos entender que la higiene mental hace referencia al conjunto de actividades que permiten que una persona esté en equilibrio con su entorno sociocultural. La Universidad de las Américas (Udelas), desde su visión social a cada una de las licenciaturas, les concede la oportunidad de encontrar la respuesta a esta interrogante y sobre todo que se fortalezca el conocimiento, para que todo el personal docente, administrativo y educando tenga una buena salud mental.

La experiencia que se presentó durante el confinamiento permeó a todas las esferas de la sociedad, supuso un desafío personal para regular nuestras emociones y aprender a generar los mecanismos sociales y personales para mitigar sus efectos, es decir, tuvimos que aprender a sobrellevar la pandemia y todas sus aristas.

En el ámbito educativo, el escenario actual ha puesto de manifiesto la importancia y potencialidades de las herramientas tecnológicas en la formación, se han constituido en el medio de comunicación por excelencia con los estudiantes. Esta “nueva” forma de enseñar y aprender llevó la escuela al hogar; ahora las casas se han convertido en el salón de clases, develando las desigualdades existentes en la población: no todos los estudiantes tienen una computadora para uso exclusivo de las tareas escolares, no todas las viviendas disponen de un espacio de trabajo exclusivo y confortable para el estudio, la situación económica de las familias crea un ambiente tenso que afecta a todos, la posibilidad de tener parientes contagiados, esto sin contar la ausencia presencial del docente, lo que dificulta la comprensión, la concentración y el seguimiento académico acostumbrado por los estudiantes.

Diversas teorías sustentan la estrecha relación entre el aprendizaje y las emociones; se sabe que las emociones positivas favorecen mejores aprendizajes, pero ¿quién atiende en pandemia las emociones de los estudiantes?

Se debe recordar que las emociones emergen como respuesta ante una situación que se esté viviendo, poseen una función adaptativa con respecto al entorno. En este sentido, el impacto emocional de la cuarentena en niños y adolescentes está asociado con síntomas como dificultad para concentrarse, aburrimiento, irritabilidad, inquietud motora, cambios de humor repentinos e incluso tristeza profunda por falta de contacto con sus familiares o figuras de apego; esto según reportes de investigaciones realizadas en Italia, China y España.

La nueva normalidad en la escuela requiere que el docente no solo procure la transmisión o revisión de contenidos, debe dar, además, un acompañamiento, promoviendo el desarrollo de competencias sociales y emocionales, trabajando valores como la autoestima, el autocontrol, la cooperación, la empatía y la gestión de conflictos (Moreno, Bagán y García, 2020).

Padres y maestros deben trabajar coordinadamente para atender la formación integral de los estudiantes, ser empáticos, ayudarlos a verbalizar, aprender a escucharlos, ayudarles a gestionar sus tiempos, procurar acuerdos, recordando que ellos también viven y sufren todos los cambios tan fuertes que estamos experimentando.

Poder establecer esta buena relación permitirá que se les entreguen a los estudiantes las herramientas necesarias que no solo les muestren el camino de una educación de excelencia, sino también elementos que fortalezcan su buena salud mental. Hoy en la globalidad que vivimos, la salud mental de niños, jóvenes, hombres y mujeres de nuestro país, pide ser observada.

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