Hacia una oposición actual y militante

Actualizado
  • 19/12/2020 00:00
Creado
  • 19/12/2020 00:00
Los grupos de presión en el campo político luchan por el cambio de conductas o de políticas oficiales o privadas, y los partidos políticos están encaminados a la toma del poder. Si los objetivos de los grupos de presión son logrados, hasta allí llega la militancia colectiva, y si en esa lucha el gobierno sufre un desgaste, a los grupos de presión no les interesa capitalizar ese desgaste precisamente porque su lucha no está dirigida a vencer políticamente al gobierno.
Hacia una oposición actual y militante

Acaba de cumplirse el primer año del torneo electoral que llevó al solio presidencial al candidato Martín Torrijos Espino. El resultado era pronosticado por las encuestas, pero no se preveía una diferencia de votos tan rotunda. Como suele ocurrir tras toda derrota, los partidos vencidos iniciaron un proceso de reproches internos con el ánimo de depurar responsabilidades. Hasta la fecha, sin embargo, la dinámica de los partidos opositores está más cerca de la apatía que de una militancia enérgica y entusiasta. Esta realidad explica el creciente papel protagónico de los grupos de presión, como los sindicatos, las asociaciones de profesionales, maestros y médicos, los gremios administrativos y la llamada sociedad civil en general. En los actuales conflictos sociales los partidos políticos ocupan un modesto lugar y en el mejor de los casos en la cola de los acontecimientos.

Se puede afirmar en la hora actual que los grupos de presión, básicamente por su comprobado poder de convocatoria, han desplazado a los partidos políticos en su misión de intérpretes y de abanderados de los intereses populares. Este fenómeno es preocupante si se analizan los fines naturales de los grupos de presión y de los partidos políticos. Los grupos de presión en el campo político luchan por el cambio de conductas o de políticas oficiales o privadas, y los partidos políticos están encaminados a la toma del poder. Si los objetivos de los grupos de presión son logrados, hasta allí llega la militancia colectiva, y si en esa lucha el gobierno sufre un desgaste, a los grupos de presión no les interesa capitalizar ese desgaste precisamente porque su lucha no está dirigida a vencer políticamente al gobierno.

En todo caso como el gobierno tiene que pagar un costo político, ese costo lo aprovecha la conciencia colectiva o la gran masa, porque adquiere noción de su poder y de la importancia de su protagonismo. Por supuesto que los grupos de presión en especial adquieren para sí un mayor reconocimiento social que les servirá para futuras jornadas.

En las luchas sociales provocadas por la nueva ley del Seguro Social, por ejemplo, es obvio que el oficialismo verá menguada su aceptación social o política, pero esa declinación de popularidad no será capitalizada por los partidos políticos de la oposición, porque ninguno, lamentablemente, tuvo un perfil de dirigente o de partícipe caudaloso en los episodios vividos. Se advierte una ausencia de sintonía entre la eficaz y talentosa gestión de algunos diputados y el comportamiento tibio de los mandos partidaristas.

Estas nuevas experiencias deben constituir un aldabonazo de póstuma advertencia dirigido a los partidos políticos de la oposición. Están en el deber insoslayable de superar sus diferencias, de actualizarse atendiendo la ola social, de buscar alternativas unitarias con relación al resto de las colectividades políticas y de tomar posiciones en la vanguardia de las luchas sociales. Se debe tener tal claridad en los objetivos, que el pueblo vea en los partidos o en algún partido una opción efectivamente popular. Toda mora o toda omisión para adoptar líneas beligerantes y democráticas podría dar margen al surgimiento de nuevas fuerzas, inequívocamente afiliadas al proceso renovador que reclama el pueblo. La manifestación grandiosa del miércoles último se caracterizó por la presencia del “puro pueblo” tan ansioso de una vocería política de igual carnadura. Y toda alternativa debe estar provista del conocimiento como atributo cultural que lleve a los grupos en pugna a una competencia de soluciones, con objetividad y lucidez.

La España democrática de hoy es una escuela, tal vez un poco extrema, sobre el comportamiento de los partidos políticos, sobre todo cuando se milita en la oposición. El Partido Popular español, hoy en la oposición, mantiene permanentemente, sin pausa, un asedio a las actuaciones oficiales. El líder del PP, el señor Rajoy, maneja un lenguaje incisivo, más áspero de lo necesario y no da tregua en sus críticas a la acción del gobierno. Y son tan feroces y tan descalificadoras las embestidas del señor Rajoy, que por momentos causa la impresión de que tratan de emular los parlamentos de tercer mundo. Se trata de una política de oposición permanente, dinámica y desde luego destinada a capitalizar todos los errores gubernamentales. El mismo sistema español, tan parlamentario en los hábitos, determina la presencia del presidente del gobierno todas las semanas en una sesión de las Cortes o Asamblea lo que tonifica la conducta crítica de los partidos de la oposición y ofrece al gobierno la oportunidad de fundamentar o defender sus ejecutorias.

El papel de una oposición activa es provechoso para todo gobierno y para la democracia. Ya en la antigüedad el emperador Tiberio, cansado de la adulación de los suyos, le exigía al Senado que le hiciera oposición con la amenaza de disolverlo.

En otros países modernos la oposición es tan responsable y tenaz, que siempre existe un “Gabinete a la sombra” destinado al estudio de las gestiones gubernamentales y a presentar soluciones en cada rama de la administración pública. Es la acción, sin interrupciones, fluida y permanente como permanente y fluidos son los problemas que afectan a nuestros pueblos. Ese nivel de participación debe constituir un objetivo inmediato de la oposición panameña, para reivindicarse y para sobrevivir.

Publicado originalmente el 4 de junio de 2005.

Hacia una oposición actual y militante
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga
Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.
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