María Cristina Chen: 'Quiero ser magistrada de la Corte, tengo mucho que aportar para mejorar el sistema de justicia'

La abogada aspira a convertirse en magistrada de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en la Sala Primera de lo Civil, en reemplazo de Hernán De León quien completa su periodo de 10 años en diciembre
María Cristina Chen Stanziola es catedrática de derecho mercantil en la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá, regional de Veraguas.

María Cristina Chen Stanziola siempre soñó con ser abogada para defender a quienes no tenían voz. En 1996 logró convertirse en licenciada en derecho y ciencias políticas de la Universidad de Panamá con el máximo índice académico y con el primer puesto de honor de su promoción.

Los retos que impone la profesión de abogado la obligaron a continuar preparándose académicamente. Así realizó maestrías en derecho procesal, mercantil y posgrados en docencia superior y mediación en universidades públicas y privadas de Panamá.

En 2013 se convirtió en doctora en derecho, egresada de la Universidad Santa María la Antigua, con la distinción Summa Cum Laude y el primer puesto de honor. Está, además, doctorada por la Universidad de Salamanca, España, entre otros estudios.

“Llegar a la excelencia académica no es un privilegio de ricos, sino de todo el que se esfuerza y que Dios le da su recompensa”. Es una de las frases que marcan a la docente universitaria, que ahora enseña a los jóvenes a creer que es posible tener metas y lograr sus aspiraciones.

Después de años ejerciendo el derecho privado en el área civil y mercantil y paralelamente dictando clases en universidades y foros nacionales e internacionales, María Cristina Chen Stanziola tiene un nuevo sueño: convertirse en magistrada de la Sala Primera de lo Civil, de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), un puesto que quedará vacante en diciembre de 2021 y que es la máxima aspiración de un profesional del derecho.

La abogada no solo tiene la experiencia, la capacidad y la formación académica para lograrlo. Tiene los valores que requiere un juzgador para transformar con sus fallos y su ejemplo de vida la sociedad. Así lo refleja en esta conversación con La Estrella de Panamá.

Anhela llegar a la Corte para “servir a su país”, para hacer las “grandes reformas que requiere la administración de justicia” y que viene reclamando a gritos la sociedad panameña.

¿Qué la motivó a aspirar a ser magistrada de la Corte?

Quiero decirte que llevo años trabajando en derecho. Muchos de ellos compartiendo experiencias académicas en foros nacionales e internacionales, donde hemos mencionado lo que debe mejorar en la justicia. A veces uno se plantea que tiene la formación, la capacidad y la experiencia, pero no me muevo en el ámbito de las influencias. De repente uno dice, puede que en esta ocasión haya una oportunidad. A mí me pareció que la participación del Pacto de Estado por la Justicia es una garantía de que por lo menos la sociedad está integrada en este proceso democrático de selección de los magistrados.

Eso me motivó a participar en el proceso y porque llevo años estudiando el tema de la justicia y las grandes carencias que tiene la misma. Hay una necesidad de reforma muy grande tanto en el ámbito civil, en el constitucional y en lo contencioso administrativo. Mejor dicho, el estado de la justicia requiere de una atención urgente. Quiero ser magistrada de la Corte porque creo que tengo mucho que aportar a la mejora del sistema de justicia. Quisiera tener la oportunidad de servir a mi país, hacer los cambios que son necesarios en materia de justicia. Anhelo alcanzar esa oportunidad para trabajar, para hacer grandes reformas que requiere la justicia y que he venido reclamando desde hace mucho tiempo. Creo que quien llegue a la Corte debe tener por lo menos una propuesta de trabajo.

¿Cómo una persona que ha dedicado su vida al derecho privado busca una oportunidad en una CSJ que está tan cuestionada?

No fue una decisión fácil. Y no solamente por el tema de que soy académica. Soy una persona bastante reservada, muy analítica y vivo en el interior del país, lo que hace que tenga un enfoque distinto a otros colegas de la capital. Pero yo creo que es un compromiso moral de todos los que podemos aportar a la mejora del sistema de justicia y precisamente por lo cuestionada que está la justicia.

El Órgano Judicial necesita cambios. Y se requiere honestidad y conocimientos. Uno no puede llegar a la Corte a aprender derecho. No puedes llegar a la Corte a improvisar. A la Corte debe llegar el que está preparado para hacerlo, el que tiene conocimiento jurídico profundo.

¿Qué características cree que debe tener la persona que llegue a la Corte?

Creería yo que es un conjunto de características que debe reunir la persona: conocimiento, experiencia, hoja de vida probada, pero también necesita ser alguien con valores. Los valores van a ser importantes, porque al final del día es el magistrado el que administra justicia, es el que tiene que realizar ese análisis interno de los valores que están conculcados cuando él administra justicia. Un magistrado diseña con sus fallos la sociedad y puede cambiar las condiciones de vida.

Hay un tema muy importante y es la confianza que tiene que tener el usuario en la administración de justicia. Eso es vital porque, de lo contrario, las instituciones se van resquebrajando y van perdiendo legitimidad y la gente va buscar resolver los problemas por ellos mismos y eso es peligroso.

El hecho de saber que el órgano que administra justicia no está impregnado de otras fuerzas es para el ciudadano determinante y es lo que debe trabajarse para ganarse la confianza.

¿Y, cómo hacer eso?

A través de los fallos de los magistrados, a través del ejemplo de vida de los magistrados, de una actuación coherente de la Corte. La Corte habla a través de sus fallos y los ciudadanos están cuestionando los fallos de la Corte.

¿A cuál de las dos vacantes aspira usted?

Yo aspiro a la Sala Civil. Tengo experiencia en ambas salas porque he tramitado en las dos. Pero considero que mi área fuerte es civil, la del derecho privado. Primero por la experiencia que tengo, que son más de 20 años en el área de derecho civil.

¿Qué propone para agilizar los procesos y para promover la transparencia de los procesos civiles?

Propongo un cambio que tiene que ir fundamentado en la revisión de dos elementos clave: el Código Civil, que tiene más de 100 años y que necesita ser revisado para actualizarlo al tenor de los tiempos. Pero, también el Código Judicial, el Código de Procedimiento Civil requiere cambios.

Hay un proyecto que hizo la Corte, que es el 244 de 2015. En varios escenarios hemos señalado qué es lo que consideramos que el proyecto debe mejorar. La propuesta de simplificación de los procesos me parece que es un avance, porque genera una intención del Órgano Judicial de hacer un cambio. Ese proyecto representaba la simplificación de los trámites, era hacer los procedimientos más cortos sin necesidad de alterar el derecho de defensa y el debido proceso. Esa revisión, esa simplificación de los procesos es necesaria. Hay procesos que tienen muchas etapas, que varias pueden ser eliminadas para hacerlos más cortos.

Como litigante, ¿qué otros cambios propone?

Como litigante te puedo decir que nos enfrentamos a muchos problemas. Uno de ellos es las notificaciones personales, que muchas veces es el talón de Aquiles del proceso. Es necesaria porque no se concibe que a uno lo demanden en un tribunal y no te enteres porque no puedes ejercer el derecho de defensa. En Colombia, por ejemplo, se transformó el tema de las notificaciones personales a tercerizarse. Ese servicio lo brinda de forma exitosa y eficiente una empresa. Eso le ha dado al proceso civil, que adolece de los mismos males que tenemos nosotros, un avance importante.

Otra cosa que tenemos pendiente es la oralidad en materia civil. Hay la experiencia de la oralidad en el Sistema Penal Acusatorio (SPA), que ha resultado muy importante en la tramitación de las causas. La oralidad significa la concentración de trámites y no la ausencia de documentos escritos como la gente piensa.

Otra necesidad importante que tenemos es la digitalización de los procesos. Desde el año 2008 venimos hablando de la digitalización de los procesos. Luego hubo la Ley 75, en el año 2015, en donde se da ese paquete que viene a reafirmar la base jurídica para la digitalización de los procesos que es aplicable a todos. Lamentablemente no es una realidad en todo el país.

En la pandemia quedó evidenciada la necesidad de la digitalización de los procesos, porque los juzgados pararon. La pandemia ha afectado la mora judicial. Ya teníamos atrasos. Al seguir con el mismo modelo, el resultado es que las causas están cada vez más atrasadas. En otros países se están haciendo leyes de descarga para tratar el problema de la mora generada por el virus.

¿Qué aportaría para hacer la diferencia en la Corte?

La Corte tiene nueve magistrados y para mejorar la imagen creo que es un tema que tiene que partir en conjunto, independientemente de que lo haga cada uno de manera individual, imprimiendo su propio sello personal. Es el comportamiento del magistrado. Nosotros hemos visto comportamientos que tristemente han dejado mucho que desear. El funcionario tiene que saber que cuando ocupa un cargo tan alto, se debe tener un estándar de conducta también muy alto.

Los magistrados son bendecidos con un salario muy bueno, que pocos ganan en este país, que te da para vivir muy bien. Pero no para una vida de lujo. Si el magistrado tiene un diseño de vida que no es acorde con lo que gana, creo que es preocupante, que es una voz de alarma de que algo no anda bien, a menos que venga de familia adinerada o que haya hecho mucho dinero antes de entrar a la Corte.

En Panamá hay cerca de 30 mil abogados, pero en la convocatoria para ocupar las vacantes de magistrados solo había 80. ¿Por qué cree que había tan pocos?

Es un tema de combinación de factores y creo que algunos son conscientes de que para llegar a la máxima magistratura de justicia tienes que tener unos conocimientos jurídicos sólidos, una experiencia... Creo que otro grupo de pronto no quería someterse al escrutinio público.

¿Alguna anécdota durante el proceso?

Soy una mujer de mucha fe. Y cuando entregué mis papeles en la Procuraduría, se me acercó un grupo de periodistas. No tengo influencias para que un grupo de periodistas asista a mi entrevista, como puede que otros sí. Me preguntaron si podía darles una entrevista, y para mí fue una sorpresa. Me preguntaron por qué había participado, y les dije que tenía un sueño: que en este país el conocimiento, la experiencia y la capacidad fuesen suficiente para llegar a la Corte.

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