Joven ucraniano: 'Encontré la paz en Panamá'

Actualizado
  • 12/05/2022 00:00
Creado
  • 12/05/2022 00:00
Anatolli Mironenko llegó al país hace una semana; en el camino vio a familias que tuvieron que dejar sus maletas en las calles, pues solo podían entrar a los trenes con lo que llevaban puesto.
Anatolli Mironenko, durante la entrevista con 'La Estrella de Panamá'.

Cuando empezó la guerra entre Rusia y Ucrania, Anatolli Mironenko, un joven de 24 años, cerró los ojos, tomó una mochila con unas pocas pertenencias y decidió huir de su país. Vivía en la ciudad de Kiev, la primera en ser bombardeada; llegó a Polonia y luego a España, vía tren.

Aprovechó un programa que en estos momentos ofrece Europa a los refugiados, el cual les permite viajar de forma gratuita en tren.

Tenía unos ahorritos, pues trabajaba para una empresa constructora que se dedicaba a fabricar casas de madera, por lo que, al llegar a España, pudo comprar un boleto de avión para viajar a Panamá, donde vive el padre de su mejor amigo, un ucraniano que llegó hace dos años en busca de una vida mejor.

Afirma que tuvo la fortuna de tomar la decisión de salir de su país, pocos días después de producirse la invasión a Ucrania, pues luego se estableció una restricción para los hombres en el sentido de que ninguno puede salir de suelo patrio, pues tienen que quedarse para defender al país.

Joven ucraniano: 'Encontré la paz en Panamá'

En el país de los hombres solos, como muchos llaman ahora a Ucrania, los varones no pueden huir de la guerra, salvo aquellos que tienen más de tres hijos o los que padecen alguna enfermedad grave. El resto debe permanecer en el país para incorporarse a las tropas ucranianas si se les requiere.

Durante el camino, Anatolli vio a familias enteras entre las que había niños y personas mayores que huían en busca de refugio. Recuerda con tristeza el hecho de haber visto a muchas familias que tenían que dejar las pocas pertenencias que llevaban en maletas, antes de subir al tren, porque solo los dejaban pasar, prácticamente, con lo que llevaban puesto. “Los espacios son como oro en polvo” ante la avalancha de gente que busca salvarse del conflicto bélico.

¿Qué será de esa gente?, se pregunta el joven con una angustia evidente y la mirada fija en el horizonte que se divisa desde la sala de la casa donde se le dio refugio, ubicada en el Casco Antiguo. Es huérfano de padre y madre y fue criado en un orfanato, aunque con el apoyo de su abuela, pudo graduarse en el colegio Electromecánico Minero, el cual tiene rango universitario.

Miles de personas, civiles y militares, han muerto de lado y lado, desde que comenzó la guerra el pasado 24 de febrero, en tanto que millones de ucranianos han huido a otros países en busca de refugio.

Anatolli no habla mucho, pues expresa que le afecta recordar esos momentos tan “trágicos” que vive su natal Ucrania.

La entrevista la hicimos de manera presencial, con la participación de un traductor, pues el joven respondió las preguntas en su lengua natal. Se notaba temeroso debido a que como él mismo expresa, los sonidos de los bombardeos, continuamente resuenan en sus oídos.

¿Qué piensas de la guerra entre Rusia y tu país?

Es un enfrentamiento innecesario entre políticos, donde los más afectados resultan ser los no políticos. El producto es un gran número de víctimas fatales, familias truncadas, desplazadas, divididas, gente sin casa, sin nada, que no tiene ni dónde dormir... gente que ha tenido que dejar sus maletas en el camino, porque no se les permite ingresarlas en los trenes y demás transportes, porque no hay espacio. Han dejado sus vidas en esas maletas.

¿Por qué tu amigo no vino contigo si acá vive su padre?

Cuando yo le propuse que nos fuéramos, él lo pensó mucho y cuando se decidió hacerlo, ya era tarde, pues habían puesto una restricción que aún está vigente de que los hombres de 18 a 60 años no pueden abandonar el país.

En Ucrania, la Ley Marcial impide a los hombres irse del país durante la guerra. Deben permanecer en territorio ucraniano, preparados para ser llamados a filas en cualquier momento, así que ven marchar a sus seres queridos sin saber cuándo ni cómo los volverán a ver.

¿Por qué decidiste venir a Panamá, si Europa les está abriendo las puertas a los ucranianos?

Quería irme lejos. Siempre allá hay amenazas de guerra. Quiero paz y tranquilidad y esa paz la he encontrado en Panamá. No quiero la vida de antes, me gusta todo aquí... quiero empezar de cero, trabajar, tener una familia y ser un hombre de bien. Estoy solo en el mundo, y lo más cercano que tengo de una familia es mi amigo y su padre, que siempre me han tendido una mano amiga. El padre de mi amigo lleva dos años en Panamá y una vez más ha sido quien me ha auxiliado.

¿Por qué la guerra?

Porque Rusia siente que Ucrania aún le pertenece.

¿Cómo ves el papel de China en el conflicto?

No creo que se meta, pues China logra lo que quiere sin guerra.

Desde tu óptica, ¿cuál es el futuro de Ucrania?

Tiene un futuro incierto. Duele decirlo, pero veo que no hay futuro. Todo está destruido.

¿Acabará pronto el conflicto bélico?

No creo. Eso va para rato. El señor Putin no quiere ni puede terminar la guerra. No tiene nada que perder, pues ya lo perdió todo. Sin embargo, yo solo espero que la semilla de la paz germine, pues se trata de una guerra injusta e innecesaria en la que mucha gente inocente pierde la vida, miles se ven obligados a dejar lo que han construido y muchos se quedan sin familia y sin nada... es un verdadero drama que quien no lo ha vivido, no se lo pude imaginar.

Con la colaboración de Alexandra Patiño
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