¡Ay, mi plata!

Actualizado
  • 20/01/2023 00:00
Creado
  • 20/01/2023 00:00
Entre el precio más alto del súper a 2 km de casa y el de la cadena a otros 10 km de distancia, uno se lo piensa, porque hay que descontar a ese “ahorro” el coste de la gasolina o el transporte público, por lo que toca hacer de tripas corazón y decidir
La Asamblea Nacional debe admitir, rechazar o aprobar las iniciativas que se presentan.

Es casi un lugar común en nuestra realidad actual; cada vez que salgo a hacer alguna compra, especialmente provisiones, los precios van al alza en casi todos los productos. Ya $300 de quincena para una familia de 3, ¡no alcanza!

Esta semana que pasó andaba por los diferentes supermercados de Santiago de Veraguas, que ya no son solo de los grandes nombres, también están expandiéndose los de los medianos y pequeños comerciantes.

Me llamó la atención que cada vez más se colocan en las góndolas mercancías con la marca del supermercado, pero si lees el detalle verás que son manufacturadas en otros países, puede ser México, Perú o Costa Rica, por citar algunos, y no siempre su precio es inferior al netamente importado con su royalty respectivo.

Y bueno, entre el precio más alto del súper a 2 km de casa y el de la cadena a otros 10 km de distancia, uno se lo piensa, porque hay que descontar a ese “ahorro” el coste de la gasolina o el transporte público, por lo que toca hacer de tripas corazón y decidir.

Felizmente todavía hay fondas donde un almuerzo completo te cuesta $4, o menos si es solo sopa de pecho con arroz, y hay cadenas de supermercados que tienen rebajas temporales en algunos alimentos, frescos y empacados, solo fíjese en la fecha de vencimiento.

Pero, ¿por qué vivimos este tobogán de cambios económicos casi a diario?, ¿quién es el causante de esta situación?, ¿cómo hacen las familias numerosas?

Cada uno tendremos una respuesta, vivencial o razonada.

Mientras descargaba el ligero súper en casa, llegó con una cabeza de hermosos guineos orgánicos mi amigo Pijo, quien siembra en un pequeño lote productos de pan llevar, lo cual agradezco mucho, y por otro lado mi vecina Pastora me obsequió deliciosas naranjas de Calobre, a la que le correspondí con un par de manos de los guineos. El trueque existe.

Aquí entramos en materia intelectual, hallar las mejores respuestas al fenómeno social de los precios, la escasez, el trueque, las protestas, las elecciones, la diplomacia, y más hechos que rodean nuestra vida diaria, es tarea principal del experto en ciencias políticas.

Por ello le puse atención a la inquietante reacción de expertos politólogos, colegas periodistas, el mismo defensor del Pueblo, a una iniciativa presentada por un estudiante de la carrera de ciencias políticas de la Universidad de Panamá, en la que apenas hay tres graduados desde que en 2014 se abrió esa licenciatura en su Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Ronaldo Buchanan es la cara visible de este proyecto introducido como iniciativa ciudadana al debate parlamentario en septiembre de 2022 y el pasado 11 de enero prohijado por la comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo Social, o sea que de anteproyecto 119 pasó a proyecto de ley 936, y usted lo puede leer aquí: https://www.asamblea.gob.pa/.

Encontré que este proyecto aparece con los números citados en el orden de registro del parlamento con esos detalles, pero el lunes 16 que lo revisé, hallé que hay otro registro sobre el mismo, con el mismo número, pero atribuido al Ministerio de la Presidencia, y cuando intenté abrir el respectivo archivo salió “Página no encontrada” y que el contenido se encuentra en “mantenimiento”.

El defensor del Pueblo de Panamá, Eduardo Leblanc, dijo que participaría en los debates porque “suena interesante”, aunque advirtió “algunos posibles vicios de inconstitucionalidad”.

Buchanan, desde su cuenta de Twitter, le contestó que está abierto a reformas “sin inconvenientes” y que “lo que queremos aquí es protección a nuestra profesión”.

Pero el 17 de enero, un sorprendido y contrariado Buchanan me llamó luego que contacté a su padre para conversar sobre su iniciativa; le habían mostrado un vídeo sobre el rechazo al proyecto.

Corroboré que, en su cuenta de Twitter, el colega Félix Chávez presentó un vídeo donde la comisión que prohijó el proyecto lo rechazó en primer debate, y parece que ni a Buchanan lo invitaron.

¿Cómo es posible que lo archiven sin investigar?, preguntó.

“La ciencia política es la disciplina que estudia la teoría y la práctica de la política. Entre sus principales áreas de investigación y análisis se encuentran el poder y su legitimidad, el Estado, la administración pública y las políticas públicas, el comportamiento de los sujetos políticos, la opinión pública y la comunicación política”, es la definición que da la Universidad Central de Córdoba, Argentina (2023), recuperado de https://www.ucc.edu.ar/carreras/ciencia-politica .

Como me compartió el politólogo Harry Brown, descartemos lo conspiranoico y la manida politiquería en la intención de Buchanan –aunque este se define como delegado primer suplente del PRD para el periodo 2022-2027 y activista LGBTI+–.

Para Brown, la iniciativa no tiene viabilidad como tal porque está “muy mal formulada” (comprobé que la escala salarial propuesta es una en números y otra en letras y así la pasaron los diputados) y definitivamente “debe ser rechazado por discriminatorio, no mejora la enseñanza de la carrera, atenta contra la libertad de expresión y no fue consensuado”, entre otras consideraciones.

Renato Pereira, Marcel Salamín, Richard Morales, Carlos Guevara Mann, Raúl Leis, Salvador Sánchez González, Giulia De Sanctis, entre otros ilustres panameños, como el recordado César Quintero, son parte de la pléyade de politólogos formados en universidades extranjeras en muchos casos, recordó al pedirle un número aproximado de profesionales nativos de la carrera.

En Panamá también hay politólogos extranjeros que desempeñan esta labor.

Este profesional se desempeña en el sector público y privado del país o en organismos no gubernamentales nacionales o internacionales que realicen análisis político y estratégico, comunicación política gubernamental y electoral, consultoría, formulación, implementación y evaluación de proyectos, coordinación de equipos interdisciplinarios, investigación, docencia o emprendedurismo.

Así lo describen varias de las universidades latinoamericanas consultadas.

“Un profesional crítico capaz de proponer soluciones viables a problemas específicos del ámbito público y privado, diseñar las estrategias metodológicas del proceso político electoral de las elecciones para representantes, alcaldes, diputados y presidentes de la república, brindar consultorías sobre distintos temas sociales, económicos, etc.; y analizar las políticas públicas del Estado para con la sociedad”, es el perfil que describe la Universidad de Panamá del politólogo.

Brown, doctor en ciencias políticas y sociología por la Universidad Complutense de Madrid, me dijo que a Buchanan le advirtieron varias veces que no presentara ese proyecto así como estaba, pero las recomendaciones cayeron en saco roto.

Buchanan me aseguró que Brown fue uno de los que lo apoyó, lo mismo que el profesor Samuel Prado, y “ahora ambos estaban en contra”, lamentó.

Detalló que él, con un grupo de compañeros, retomó una iniciativa esbozada en 2018 por el primer graduado en la carrera, Cecilio Morales, y aunque me admitió que tenía errores en la redacción, enfatizó que esperaban modificar su contenido en el primer debate con la participación de otros expertos.

Alegó que la intención es acabar con la práctica empírica de esa profesión y que se les respete regulándola, además de promover “la creación de la Escuela de Ciencias Políticas que sea autónoma de la Escuela de Derecho”, en lugar del departamento que hoy existe, y tener profesores que sean politólogos porque actualmente cuentan con tres para 24 cátedras y el resto es abogado.

Su meta es lograr la creación de la maestría en ciencias políticas “para lograr profesionales que dicten las materias propias de esta especialidad”, un sueño por ahora frustrado.

Aunque esta situación pone de manifiesto una necesidad patente, se acercan las elecciones generales de 2024 y quizá no era el momento, pero hay amplia bibliografía sobre el tema.

Me refiero a un prolijo escrito del doctor Salvador Sánchez González, quien en 2005 nos obsequiaba con la monografía La ciencia política en Panamá: Un nuevo punto de partida. Sánchez (2005). Revista de ciencia política / volumen 25 / nº 1 / 2005 / 204 – 221, donde hace una radiografía de esta disciplina en el país.

Tenemos fuentes de inspiración, desde los escritos de Justo Arosemena, político y jurista, quien publicó Apuntamientos para la introducción a las ciencias morales y políticas (Arosemena, 1840), señala Sánchez, quien en ese momento da cuenta que no existía la carrera de politología en Panamá.

Brown considera que la licenciatura en ciencias políticas debe estar fuera de la Facultad de Derecho, y que la Universidad de Panamá debería contar con una Facultad de Ciencias Sociales para acogerla, junto con las otras disciplinas afines.

Así ocurre en universidades de México, donde funciona en la Facultad de Administración Pública, mientras que en Argentina en la Facultad de Ciencias Sociales, pero en Colombia es igual que en Panamá. Buchanan quiere la autonomía, pero dentro de la misma facultad.

Actualmente aparecen graduados en la licenciatura tres panameños, y uno en la maestría en estudios políticos, que solo se dictó en una ocasión, de acuerdo con la página web de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Pero matriculados en el primer semestre de 2022 había 104 estudiantes, 54% mujeres, según la misma fuente.

El debate está planteado, Buchanan miró fuera de la caja y se atrevió a airear un problema más serio; la mayoría coincidirá que equivocó su enfoque, pero qué importa, así se aprende a aprender, como decimos en andragogía, porque los vicios que se le atribuyen a su escrito son remediables y una profesión tan multi e interdisciplinaria merece una mejor consideración.

Mientras frio unas tajadas y los vientos alisios refrescan la campiña, oteando el nodo de la Asamblea me encuentro que el pasado 4 de enero entró el anteproyecto 162 del ciudadano Romel Bravo, para formalizar el festival de la caña de azúcar en Pesé cada 19 de marzo, con presupuesto asignado por el Ministerio de Cultura y la Autoridad de Turismo de Panamá, presumo que correrá mejor suerte que el proyecto Buchanan. ¡Cosas veredes, Sancho!

*periodista independiente y profesor de mercadeo de contenidos y buscadores.

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