La toga universitaria

Actualizado
  • 21/01/2023 00:00
Creado
  • 21/01/2023 00:00
Discurso pronunciado en los jardines de la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá, ante el busto de José Dolores Moscote, en ocasión de su aceptación a la candidatura para rector de la Universidad de Panamá en 1991
Imagen de la fachada del edificio administrativo de la Universidad de Panamá

Jóvenes estudiantes, luego de haber presentado formalmente mi candidatura ante el Consejo General Universitario para optar por la rectoría de la Universidad de Panamá y de haber expresado allí algunas esperanzas ante los cuadros del doctor Harmodio Arias, del doctor Octavio Méndez Pereira y del doctor José Dolores Moscote, en orden a esperar que el espíritu de Méndez Pereira me ilumine, el espíritu creador de Harmodio Arias me empuje y que la conducta humilde de Moscote sea la norma de conducta como rector, el primer acto que llevo a cabo hoy, como formal candidato de la rectoría, es venir ante este busto que consigna el homenaje que la Facultad de Derecho ha rendido para siempre al doctor José Dolores Moscote como creador de la Facultad de Derecho, esa en la cual estamos ejerciendo nuestra docencia, y como igualmente hombre ejemplar por su conducta.

Yo recuerdo al doctor Moscote, mi profesor de derecho constitucional, ya en las postrimerías de su vida, y siempre lo vi como corresponde a un docente: con una absoluta identidad entre su pensamiento y su acción. Hombre de costumbres sobrias, de carácter sufrido, hombre extraordinariamente talentoso y sabio, de aquella sabiduría que lo hace humilde. Yo quisiera ser un rector humilde. Voy a renunciar a todos los privilegios que pueda tener como rector. Yo quisiera ser como Moscote en ese sentido; sabio no puedo ser yo como él, porque él se abrevó en fuentes superiores, y fue un hombre realmente superior, pero trataré de imitarlo al máximo en su conducta. Y yo le rindo a él este homenaje, como se lo acabo de rendir a Méndez Pereira y a Harmodio Arias, porque hay que retornar a la espiritualidad. La universidad es espíritu. La universidad no es cosificación.

La universidad no es otra cosa que el último instrumento de defensa que tiene la nacionalidad. Y hay que consolidar ese instrumento de la nacionalidad, del ser nacional, que es la Universidad de Panamá.

Yo siempre he dicho: hay que salvar a la universidad para que la universidad salve a la patria. Yo no quiero en esta universidad durante mi rectoría esas bombas lacrimógenas que estamos percibiendo; estos gases que no hay duda de que estamos percibiendo. Seré un rector que no permitiré a nadie que viole la soberanía de la universidad que es su autonomía. Esas prácticas veladas que fueron tan oprobiosas en el pasado, no pueden ser el símbolo del presente. Pero, para ello, se hace necesario que todas las fuerzas de la universidad, nos unamos. Yo no entiendo mi rectoría como una fragmentación de la unidad, sino como un llamado a la unidad de todas las fuerzas. Sin esa unidad perderemos la universidad, porque las fuerzas en acecho y que conspiran contra la universidad son más grandes que la universidad dividida.

Tenemos que lograr la unión de la universidad como única fórmula, la fórmula final, para que la patria tenga en la universidad su principal baluarte; el baluarte de la cultura, que es el baluarte de la libertad. No concibo que la universidad se aparte del desarrollo cultural. Se es libre porque se es culto, y la misión de la universidad es dar cultura, enseñar a enseñar y enseñar a aprender.

Yo extiendo a todos los candidatos a la rectoría mi mano amiga. La universidad debe dar ejemplo a la sociedad panameña. Ejemplos de absoluto respeto al sufragio. La universidad debe enseñar un estilo distinto de contienda electoral. De mis labios no saldrá una sola palabra que lesione reputaciones. De mis labios no saldrá una sola palabra que pueda interpretarse como que yo quiero ser rector sobre los escombros de mis adversarios. En forma alguna. La universidad es creación y nosotros los universitarios debemos dar un ejemplo a la sociedad panameña tan apesadumbrada, tan sometida a la decepción; tan sometida a la desesperanza.

Nosotros tenemos una obligación muy grande. Estamos en la obligación de dotar a esta sociedad de esperanzas; estamos en la obligación de dotar a esta sociedad de estímulos, de ejemplos. Si la universidad no lo hace de manera definitiva no solamente estamos sepultando a la universidad, sino que estamos sepultando a la patria. Y eso no nos lo perdonarán ni nuestros descendientes ni la propia historia.

Yo quiero expresarles a ustedes que la rectoría en mis manos, será una rectoría de equilibrio. De manera que también quiero rendir homenaje hoy al doctor Jaime De La Guardia, que fue el rector de la transición. Muerto Octavio Méndez Pereira, tomó Jaime de La Guardia las riendas de la universidad y las tomó con equilibrio. Las tomó con un espíritu de cultura, con un espíritu profundo de ecuanimidad, y logró que esa transición de Méndez a lo que venía, fuera una transición universitaria. Yo quiero ser un hombre de equilibrio en esta rectoría de transición que voy a tener. Quiero ser como el doctor Jaime De La Guardia, quiero ser creador como Harmodio Arias, espiritual como Méndez Pereira y humilde como Moscote.

Y tengo igualmente que descansar en la probidad. He de expresarle al señor contralor que dentro del respeto a la autonomía, le exijo el control del gasto público en la universidad. Le voy a solicitar al señor contralor, que todos los funcionarios de manejo estén bien controlados porque de lo contrario yo soy quien les va a aplicar la disposición penal al señor contralor, que obliga al servidor público que controla, denunciar cada delito que observe. Ustedes saben, como mis alumnos que son, que en los delitos contra la administración pública hay un artículo que dice: Aquel servidor público que en el ejercicio de su cargo advierte la comisión de un delito y no lo denuncia, tendrá tal sanción. Y los auditores que se convierten aquí en auditores firmones, si advirtiendo un delito no lo denuncian, yo denunciaré a esos auditores, porque a mí no me van a hacer trampas de ninguna naturaleza mientras sea rector de la Universidad de Panamá. Yo no le tengo miedo al control del gasto público; la universidad debe moralizar a la administración pública dando el ejemplo de la propia moralización interna.

Es tan grande lo que hay que hacer en esta universidad. Es tan extraordinaria la labor que hay que hacer en esta universidad, que solamente podemos avanzar con espíritu. Yo no seré aquí un rector tipo presidente de la República, en el sentido de que es absoluto. La ley me otorga nombrar al vicerrector administrativo, al académico, al de posgrado, a toda esa gente sin consultar con nadie. Esas son funciones presidenciales impropias de un rector. Yo tengo que consultar a todos los estamentos, y les pediré terna a todos los estamentos, para que sean participativos, para que todos se sientan consultados, para que se sientan parte de la vida universitaria.

Yo no voy a transar con ningún candidato a las vicerrectorías. Si gano, gano. Con un mandato claro para ser rector. Yo no voy a ser un monigote de la trampa y los acuerdos internos.

Vamos a avanzar unidos. Con una vida universitaria. He sido hasta hoy político; hoy la única toga que vestirá mi alma es la toga universitaria. Compañeros, adelante...

Muchas gracias.

Artículo publicado originalmente en la obra “Discursos inéditos” 2015.

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