El insustituible 28 de noviembre

Actualizado
  • 28/11/2010 01:00
Creado
  • 28/11/2010 01:00
PANAMÁ. Noviembre es mes de efusión patria. Se conmemoran fechas clásicas de la nacionalidad istmeña.

PANAMÁ. Noviembre es mes de efusión patria. Se conmemoran fechas clásicas de la nacionalidad istmeña.

En su primera semana se verificaron jornadas tendientes a rendir pleitesía al 3 de noviembre, aniversario de nuestra separación de Colombia, al 4 de noviembre, día de la bandera y al 5 de noviembre, día de la separación de Colón en que se selló nuestro auténtico desmembramiento.

A partir de esos días, varias ciudades interioranas sacralizan las fechas en que éstas se adhirieron al movimiento capitalino. En la segunda semana de noviembre, se recordó con júbilo el grito santeño del 10 de noviembre de 1821, primera epifanía de nuestra independencia de España, ocasión para rememorar antiguos quereres de libertad y manifestar hondos fervores patrióticos.

Dondequiera, efemérides, como las evocadas, coadyuvan a despertar sentimientos de amor al terruño, una de las formas del arte de amar según el ilustre psicólogo Erich Fromm.

Sin embargo, las efemérides novembrinas se clausuran aquí el 28 de noviembre, fecha que señala el aniversario número 189 de la independencia de Panamá de España, cumplida el 28 de noviembre de 1821.

En momentos en que se conmemoran varios bicentenarios de las independencias de algunas naciones hispanoamericanas, Panamá se apresta a exaltar una de sus efemérides más cimeras, aun cuando ésta no atesore los doscientos años acumulados, ya, por países como Chile, Argentina, Colombia y México, entre otros.

A lo largo de 2010, unas repúblicas de nuestra América experimentaron la dicha de transformarse en colectividades bicentenarias en punto a la proclamación de sus independencias. Varios Estados prepararon, por espacio de diez años, las distintas actividades relativas a dicho hito a través de memorables publicaciones, de serias pesquisas, de originales y completos programas de toda índole que, a la postre, se convertirán en la memoria de esos jalones mágicos de nuestras nacionalidades.

Hoy se me invita a que aspire a justipreciar el 28 de noviembre de 1821 como una de las fechas mayores de nuestros fastos colectivos.

A decir verdad, esa fecha ha sido como volatilizada en nuestro calendario republicano por el sinnúmero de efemérides novembrinas que la anteceden.

Pese a ello, durante buena parte del siglo XIX, el 28 de noviembre fue la fecha emblemática de nuestra nacionalidad al lado del 20 de julio, día de la independencia de Colombia.

Afirmaba Diógenes de la Rosa que habíamos llegado tarde a la independencia de España la cual, en plurales sitios de Iberoamérica, se materializó en 1810.

Nuestra historiografía más reciente pretende dilucidar el fenómeno aludiendo al auge económico que registrara el Istmo de 1808 a 1818 cuando se abrieron los puertos panameños al comercio de las naciones amigas de España. Entonces, la colonia istmeña experimentó inusitada bonanza que retardó, según se argumenta, la eclosión de la independencia durante algo más de una década.

Al debilitarse el auge económico preindependentista, comenzaron a avivarse las ansias libertarias de los panameños, exacerbadas por el despotismo de algunos de los últimos gobernantes hispánicos y la difusión de las ideas independentistas en San Felipe, Santa Ana, Portobelo, La Chorrera, Penonomé, Los Santos y David.

En efecto, se conformaron en Panamá unas sociedades patrióticas, animadas por la burguesía comercial, para diseminar los anhelos de independencia en distintas localidades del Istmo y a escala de los artesanos y de los grupos populares.

A la luz del acta de independencia de Panamá de España, suscrita el 28 de noviembre de 1821, en el cabildo de la Ciudad de Panamá, se proclama, en primer lugar, la independencia del istmo de Panamá de la península indicándose que éste se adhiere voluntariamente a la República de Colombia , entidad formada por las actuales repúblicas de Colombia, Venezuela y Ecuador.

En el artículo noveno del acta insigne se consagra la autonomía económica y política del Istmo en el seno de la llamada Gran Colombia. Se precisa que los representantes istmeños elaborarán los reglamentos económicos propios a su gobierno interior.

He aquí el germen del autonomismo y del federalismo panameño que volverá a manifestarse en las actas de 1826, 1830, 1831, 1840 y 1861.

Inclusive convendría releer con detenimiento las actas del 3 y del 4 de noviembre de 1903, en las que se expone un memorial de agravios a los 82 años de unión a Colombia con el objeto de comprender unas quejas que afloraron durante numerosos decenios a través de las actas precedentes acabadas de memorar.

Sin duda, el acta de independencia de la Ciudad de Panamá, firmada el 28 de noviembre de 1821, es el documento oficial más pragmático y más dotado de contenido económico suscrito a la sazón, si se le compara con las actas coetáneas de La Villa de Los Santos y de la ciudad de Santiago de Veraguas.

Disponemos de tiempo bastante para investigar a fondo las interioridades de nuestra independencia de España antes de noviembre de 2021 en que conmemoraremos el bicentenario de la gesta aludida.

Esperamos que la proximidad al bicentenario independentista sirva de acicate para que se multipliquen investigaciones novedosas en torno al tema que nos congrega hoy. En todo caso, se impone destacar el afán de múltiples generaciones nacionales por esclarecer los episodios y los resortes de la efemérides con pasión historicista y fe en el destino del Istmo.

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