Falta recurso humano cualificado: ¿una idea realista o fantasiosa?

Actualizado
  • 26/07/2015 02:01
Creado
  • 26/07/2015 02:01
La sociedad mantiene un intenso debate por la falta de mano de obra calificada entre los panameños. 

Existe una idea múltiples veces repetida en nuestro medio, respecto del hecho de que hace falta intensificar la formación universitaria o de tercer nivel educativo, en virtud de que nuestras economías demandan mano de obra altamente cualificada, materia en la cual, según se dice, estamos deficitarios.

En la última cumbre de presidentes este año, tal idea estuvo circulando en más de un foro e incluso, gravitó en la tesis de una de las propuestas hechas por el presidente de la República de Colombia.

Más recientemente, en una universidad local se realizó un simposio sobre la ‘calidad de la educación superior', reproduciéndose la misma idea de fondo en las distintas argumentaciones de la mayor parte de los (as) expositores (as).

Es decir, parece no someterse dicha idea al principio científico de la verificación, en virtud de que nadie parece ponerla en duda y en consecuencia se toman decisiones políticas de resultados inciertos, que afectan incluso al sistema educativo.

Dado lo antes dicho, en adelante compartiremos algunas tesis que someten al escarnio científico social, el tema de los requerimientos insatisfechos de mano de obra cualificada o de nivel educativo superior en Panamá.

UNA IDEA SIMPLISTA Y PARCIALMENTE CIERTA

Cuando se dice que las empresas que se han establecido en el país ofrecen puestos de trabajo para los que no encuentran en el istmo el recurso humano, alta o medianamente cualificado, no debe arribarse a la conclusión simplista y parcialmente cierta de que en el país no existe el suficiente número de especialistas profesionales o técnicos capaces de desempeñarlos.

Esta conclusión deviene en simplista, en virtud de que el mercado laboral opera con ciertos mecanismos que condicionan y a veces distorsionan la relación fluida entre oferta y demanda.

Se hace referencia aquí, por ejemplo, al hecho de que la intermediación laboral no es necesariamente efectiva como para que siempre que se oferta una plaza de trabajo de nivel gerencial, profesional o científica, los que cumplen con los perfiles requeridos estén enterados o incluso, dispuestos a acudir expeditamente a ocuparlas.

La idea es parcialmente cierta, porque al menos en nuestro mercado de trabajo local, este fenómeno se da en algunos segmentos más no necesariamente es el molde general.

Aunque el hecho de que ocurra solamente en algunos segmentos, llevaría a que rápidamente se ocupen dichos puestos, lo que suele acontecer con recurso humano que las empresas importan de países vecinos, pero que una vez completada la cuantía donde hacía falta gente panameña para poder ocuparlos, se sigue importando mano de obra para otros tipos de empleos no necesariamente especializados, perfectamente desempeñables por fuerza de trabajo nacional.

Ahora bien, si en Panamá hubiera una política de transferencia tecnológica social en favor de los nacionales, se le estipularía a las empresas que vienen a operar en el país que los conocimientos, destrezas y habilidades faltantes en la formación de los panameños, pueda ser adquirida en los puestos de trabajo en niveles inferiores, de aquellos extranjeros importados que anidan los niveles superiores, de forma que al cabo de un periodo perentorio, se de esa transferencia en materia laboral y los locales pasen a ocupar los puestos de mayor nivel técnico-profesional.

La pregunta es, ¿por qué ningún gobierno después de los años setenta se ha esmerado por impulsar una política laboral de esta naturaleza? Al parecer, en las últimas tres décadas ha habido suma complacencia gubernamental, respecto de mantener en niveles salariales inferiores al común de los técnicos y profesionales nacionales. Lo dicho antes, se acopla con otro mecanismo del mercado laboral, el cual tiene que ver con los niveles salariales.

El recurso humano panameño, en no pocas áreas técnicas y profesionales está en capacidad de ocupar las plazas ofrecidas, lo que no está es en disposición de contratarse por salarios inferiores a los que sugiere su experticia o nivel de formación.

Adicionalmente, cuando se sabe que ‘dos tercios de los empleos en Panamá son precarios (inestables, de baja remuneración según el tipo de ocupación o sin prestaciones sociales o todas juntas) y que en los últimos años estos vinieron en aumento, se comprende porqué muchos jóvenes recurren a la espera de mejores ofertas de puestos de trabajo donde sí se les reconozca sus conocimientos y esfuerzos de formación, o se desaniman por el nivel de inestabilidad de los mismos'. (Pinnock, 2014. La Estrella de Panamá , 14 de septiembre).

LA DEMANDA POR PUESTOS CUALIFICADOS… NO DA PARA TANTO

En el último decenio intercensal, las estadísticas revelan que menos de tres de cada diez empleos ofrecidos en el mercado laboral requieren de fuerza de trabajo cualificada (educación técnica superior y universitaria) el resto son puestos de trabajo para los que no se necesitan ni profesionales, ni científicos, ni técnicos de niveles superiores; lo que se corresponde con niveles salariales escuálidos. Ver Gráfica.

Esta distribución se vuelve más crítica para los (as) panameños (as), en virtud de que cuando se tata de empresas de origen extranjero, una proporción importante de tales niveles superiores son reservados para personal de origen foráneo, con independencia de que existan nacionales cualificados para ejercerlos con similar o mejor efectividad.

Es decir, el aparato productivo ‘panameño' promovido por las políticas económicas de los gobiernos de los últimos 30 años, exige una porción limitada de mano de obra cualificada, lo que sin duda tiene repercusiones perversas en el sistema educativo, lo cual se constata en los porcentajes de asignación de recursos nacionales para universalizar una mayor calidad en los aprendizajes de los estudiantes. La idea de ‘escuelas élites', resume la premisa de que la formación de excelencia de una porción limitada de estudiantes, basta para lo que el aparato productivo está dispuesto a contratar en el mercado laboral panameño.

Las propuesta de ‘transformación curricular' en el nivel medio de la gestión Martinelli-Molinar; la asignación de recursos para formación técnica no universitaria tipo ‘centros de entrenamiento' del Inadeh del actual gobierno, se corresponden con esa particularidad excluyente del aparato productivo y que tienden a hacer redundante el esfuerzo de las pocas universidades serias del país.

Lo cierto es, que objetivamente y visto en perspectiva histórica, no cabe absolutizar la afirmación difundida de que en Panamá no existe la mano de obra cualificada para satisfacer los requerimientos de la demanda del aparato productivo.

Antes de aceptar esto último como válido, hay que develar el tema de los salarios ofrecidos; el tema de la complicidad gubernamental con aquella inmigración laboral que se convierte en factor de reducción y contención de salarios de nacionales, así como el de la asignación de recursos para segmentos reducidos de la población panameña y no para el fortalecimiento de una educación de calidad para todos (as) en todos los niveles del sistema educativo.

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