El Paquetazo de Veraguas, entre la leyenda y la historia

Actualizado
  • 25/09/2022 00:00
Creado
  • 25/09/2022 00:00
En 1936, la política panameña era una actividad tribal, caracterizada por la violación de las normas democráticas, la persecución de los oponentes y las interpretaciones interesadas de la ley
El Paquetazo de Veraguas, entre la leyenda y la historia

EDurante más de siete décadas el llamado “paquetazo de Veraguas” ha capturado la imaginación de los panameños, ligado al supuesto amor del presidente Juan Demóstenes Arosemena (1936-1940) por la capital de esta provincia, en donde se empeñara, en contra de todos los obstáculos, por construir la extraordinaria Escuela Normal.

Relatos orales y novelas como Las insurrecciones del Arco Iris, de Efebo Díaz, o En este Pueblo no mataban a nadie, de Carlos Changmarín, especulan sobre las sospechas de que la escuela se hubiera erigido como agradecimiento a la ciudad en la que se habría consumado el fraude que le asegurara su triunfo en las elecciones de 1936.

Comprobar la veracidad de estas alegaciones es una tarea que escapa a la capacidad de esta periodista. Lo que sí parece cierto es que es que la mención del Paquetazo aparece por primera vez en el Diario El Heraldo, una semana después de las elecciones de 1936, cuando los candidatos Juan Demóstenes Arosemena y Domingo Díaz clamaban el triunfo presidencial.

Eran momentos de profunda división. Mientras los diarios de mayor circulación defendían el triunfo de Arosemena, los alineados con el candidato Domingo Díaz – El Heraldo, El Tiempo, El Triángulo - denunciaban una “monstruosa manipulación de las actas”, supervisada por un alto empleado de la Presidencia enviado a Veraguas a arreglar todas las actas de votaciones antes de que estas pasaran al Jurado Nacional de Elecciones.

El Paquetazo de Veraguas, entre la leyenda y la historia

Como prueba de la manipulación, se señalaba el aumento inusitado de votos con respecto a las anteriores elecciones de 1932, cuando se habían contado 10 mil 848 votos – menos del 80% de la cantidad de votantes registrados en el Censo Electoral-. Sin embargo, cuatro años más tarde, estos habían aumentado a más de 14 mil: “cuatro mil fantasmas salidos de la mente enloquecida por el miedo a la derrota de los Samudios y de los Arias” (Panamá Republicano, Celestino Arauz y Patricia Pizzurno).

De acuerdo con Temístocles Díaz, hijo de Domingo Díaz, la fórmula del paquetazo era muy sencilla: “al que tenía 400 votos se la anotaban 4, y al que tenía 4 se le anotaban 400 votos”.

“Más de medio centenar de actas de votación fueron arregladas bajo esa fórmula”, aseguraba Díaz.

Jurado Nacional de Elecciones

Cierto o no cierto el paquetazo, no fue la única anomalía que escandalizó a los panameños en relación a los comicios de 1936.

Los relatos históricos más serios dan cuenta de un Panamá tribal, en el que las normas democráticas —a las que hoy se intenta dar al menos la apariencia de cumplimiento— se violaban sin reparo, se perseguía a los oponentes y se usaban interpretaciones interesadas de la ley como herramienta política.

Nada más sintomático que la farsa alrededor del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), la máxima autoridad electoral en 1936. De acuerdo con la Ley 29 de 1934, el JNE estaba formado por 7 miembros elegidos por la Asamblea Nacional de Diputados. Uno de ellos, por mayoría de la Asamblea y los seis restantes por las bancadas de cada partido en un número directamente proporcional a la composición de ese órgano legislativo.

Nadie emitió duda alguna sobre el JNE hasta que el partido en el poder se dividiera en torno a las candidaturas, en diciembre de 1935.

Harmodio Arias y el Partido Liberal Doctrinario

Harmodio Arias había llegado al poder en 1932 respaldado por el Partido Liberal Doctrinario, con 14 asientos en la Asamblea de 32 diputados. Este 40% de los asientos del Legislativo le aseguraba al menos 3 de los puestos del JNE. Pero en 1935, cuando el partido lanzó la candidatura de Domingo Díaz para las elecciones de 1936, el Liberal Doctrinario se unió a los partidos Socialista, Liberal Renovador, Liberal Demócrata y un partido provincial de Acción Comunal para formar el Frente Popular, que tenía ya la mayoría de 4 miembros del JNE.

Según algunas fuentes, el presidente Harmodio Arias desconfiaba de la capacidad de Díaz para dirigir el país y rechazó su candidatura. A pesar de negar tener un “candidato oficial”, se mostraba afín a las aspiraciones de su entonces secretario de Relaciones Exteriores, Juan Demóstenes Arosemena, respaldado por el Partido Revolucionario Nacional, fundado por su hermano Arnulfo Arias.

En diciembre de 1935, nada más conocerse la candidatura de Juan Demóstenes Arosemena, el JNE declaró que este estaba inhabilitado como candidato presidencial pues no se había retirado a tiempo de su puesto en el gabinete —seis meses antes de las elecciones—, “como lo requería el artículo 58 de la Constitución”.

El problema era que la Constitución no decía explícitamente lo que la JNE alegaba. El Artículo 58 de la Constitución vigente, la de 1904, establecía la obligación de retirarse seis meses antes solo a los candidatos a diputado. El JNE alegaba que, en el espíritu de la ley, ello también se aplicaba a los candidatos presidenciales.

Una resolución del presidente Arias rechazó la interpretación legal del JNE, fundamentada no solo en la ley sino varios precedentes: Ricardo Arias en 1908 y Rodolfo Chiari en 1924 habían estado en la misma situación sin que nadie les pusiera objeción.

Pero el JNE se mantuvo en su posición: el 30 de abril de 1936 emitió nueva resolución en la que advertía que los votos a favor de JDA serían nulos.

Desactivación del JNE

Las elecciones se realizaron el 7 de junio en medio de grandes tensiones. El JNE se tomó un mes para el conteo de los votos presidenciales, siempre manteniendo su posición contraria a Juan Demóstenes Arosemena. Pero el 2 de julio, antes de que iniciara el conteo de los votos presidenciales, Harmodio Arias emitió una nueva resolución: el gobierno que presidía se había dado cuenta de que Rogelio Navarro, miembro del JNE, y su suplente, Rodolfo Estripeaut, afines a Domingo Díaz, estaban descalificados como jurados.

El presidente se basaba en el artículo 13 de la Ley 29 de diciembre de 1934, que prohibía a los jurados aceptar empleos públicos. Y la firma Navarro y Asociados, de la que Rogelio Navarro era socio, había recibido $1,300 del gobierno municipal por la confección de unos planos.

Por su parte, Rodolfo Estripeaut tenía una hipoteca con el Banco Nacional por $36 mil.

En reemplazo de Navarro, el presidente instalaba a Pedro Fernandez Parrilla, conocido militante del Partido Revolucionario Nacional.

Reacciones

Ya con la nueva configuración y una mayoría a favor del candidato del gobierno, el 3 de julio, el JNE revocó las resoluciones contrarias a Arosemena. En la noche del 7 de julio, anunció el triunfo de Arosemena por un margen de 1,765 votos sobre Domingo Díaz y procedió a extenderle las credenciales como Presidente electo de la República.

De acuerdo con el ministro de Estados Unidos en Panamá, George T. Summerlin, como reacción a la proclama se produjeron 250 falsas alarmas de incendio, interrupciones del tráfico y rumores de sabotaje a los servicios públicos. La oposición hizo un llamado a la huelga general, mientras que la policía efectuó varios arrestos por actividades subversivas, que el gobierno, según Summerlin, quería hacer ver como una “revolución”.

Para evitar la persecución y la cárcel, los dirigentes dominguistas Domingo H. Turner, Roberto Clement y Raúl Acevedo se refugiaron en la Zona del Canal. El líder del Partido Liberal Renovador, Francisco Arias Paredes se trasladó a Costa Rica. Con posterioridad se le acusó de adquirir dos aeroplanos con el propósito de transportar armas y explosivos a Panamá (Arauz y Pizzurno).

Para hacer frente a los posibles actos violentos de la oposición, el Partido Nacional Revolucionario organizó la Guardia Civil, conocida como “los trabajadores de la Reserva Revolucionaria” que llegaría a contar con más de 700 miembros. Era, de acuerdo con los autores Pizzurno y Arauz, una “ tropa de choque” que se mantuvo hasta el 6 de octubre de 1936 cuando se abolió por Decreto Ejecutivo.

El organizador de esta Guardia Civil fue Arnulfo Arias, a quien el nuevo gobierno de Juan Demóstenes Arosemena nombró Ministro en Gran Bretaña y Francia.

Iniciaba una nueva forma de hacer política, caracterizada por las tropas de choque y la violencia, una que persistiría hasta décadas más tarde.

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