• 05/10/2008 02:00

El crac del 29 y el crac del 2008

Con la misma furia y precipitación que sentenciaron la muerte del marxismo-leninismo con la desintegración de la Unión Soviética no demo...

Con la misma furia y precipitación que sentenciaron la muerte del marxismo-leninismo con la desintegración de la Unión Soviética no demoraron en surgir otros profetas de la misma estirpe apocalíptica que dictaminan como cosa juzgada la muerte del capitalismo o neoliberalismo al estilo norteamericano.

Sin embargo, los muertos que mataron gozan de buena salud, o por lo menos, demuestran una capacidad de metamorfosis lindante con la resurrección. Subsisten dos versiones del comunismo: una agónica, pero más resistente que lo que desean sus impugnadores, la versión del comunismo pobre de Cuba y Corea del Norte; y la versión del comunismo rico de la República de China Popular de Deng Xiao Peng y la República de Vietnam de los discípulos del tío Ho Chi Minh.

Es arriesgado vaticinar el futuro inmediato del capitalismo norteamericano, después de la babilónica operación de salvataje emprendida con los cautelosos candados legislativos del Congreso. Pero no queda duda que el capitalismo anterior a la crisis ya no será el mismo. Quebrando dogmas y tabúes, los republicanos con el tovarich George W. Bush a la cabeza del presidium del Kremlin de la Casa Blanca no vacilaron un ápice en emplear a fondo la intervención del Estado, que antes rechazaron como una blasfemia ideológica. Han quedado muertos, heridos, y contusos. Pero no se imprimirán $700 billones para que la banca investigada por el FBI los envíe al alcantarillado.

Premeditadamente, digo otra vez, porque los capitalistas del 2008 han repetido, y aún exacerbado, los errores del crac de 1929. La naturaleza cíclica de las crisis capitalistas queda a la vista, debido a la contumacia en el despropósito. La crisis de 1929 se inició con la caída del mercado inmobiliario de Florida, tras el auge de un boom artificialmente inflado.

El presidente Coolidge, en su último mensaje al Congreso en 1928, aseguró que EEUU vivía el período más largo de prosperidad. Goldman Sachs and Company, banca de inversión y agente de cambio y bolsa, creó la Goldman Sachs Trading Corporation, con una emisión de un millón de acciones a $100 la acción. En breve tiempo vendieron el 90% de las acciones a 104 la acción. Siguieron una tras otra la venta de acciones a $136.50 y luego a 222.50. En menos de tres meses, según relató John Kenneth Galbraith en su libro “El crac del 29”, la empresa ganó 235 millones. Goldman Sachs, casi ochenta años después, ha repetido los malabares financieros que la ha llevado a la debacle.

La constante política es que los demócratas son los bomberos de los incendios financieros de los republicanos. Sin embargo, me asiste la impresión de que los cambios del sistema económico norteamericano esta vez tendrán una profundidad mucho mayor que en el 29. Creo que no será suficiente la emisión de dólares para conjurar las raíces de una crisis que es estructural y que no puede continuar sosteniéndose en pilares de cartón piedra como la bolsa de valores, que refleja una imagen virtual, una imagen ficticia, no la realidad de la economía de EEUU o de cualquier otro país.

Hay mucho que investigar para aproximarnos siquiera a una disección de la crisis que azota al mundo.

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