• 02/07/2025 00:00

Mulino: un año después

El infierno está lleno de buenas intenciones. Este refrán popular le cae como anillo al dedo al nuevo gobierno en su primer aniversario.

No tengo la menor duda de la seriedad de este gobierno. Sin embargo, me preocupa la ausencia de una verdadera química con los sectores populares. Esto no es solo el reflejo de quien reconoce ser de mecha corta. Al país se le prometió chenchén para el bolsillo y, a la fecha, no hay indicios de atracción de inversiones extranjeras, clima propicio para la inversión en el país ni ejecución de obras de infraestructura necesarias.

La ACP promete y no cumple con el proyecto Río Indio, el gasoducto está en lista de espera y la apertura de la mina en Donoso parece posponerse para el año 2026. Necesitamos hacer algo para promover empleos. Los disturbios, cierres de calles y huelgas indefinidas mantienen a la inversión en “hold”, en otras palabras, esperando ver cómo se desarrollan las cosas en Panamá.

Todo indica un círculo vicioso, unido a un gabinete poco funcional y a una nueva dirigencia carente de la creatividad necesaria en época de vacas flacas. No todo es responsabilidad del nuevo gobierno. Es cierto, hay una acumulación de temas pendientes que otros gobiernos dejaron postergar, pero no hay mal que dure una vida ni pueblo que lo resista.

Al panameño le interesa trabajar, conseguir un empleo, tener una vida donde pueda resolver sus necesidades familiares. El resto, es decir, el manejo del gobierno, ya se ha acostumbrado a su forma de ser y a cómo actúan los denominados gobernantes. ¿O acaso alguien reclama la repartición del verdadero poder político en manos de las élites económicas tradicionales?

Quizás este tema, como el acostumbrado nepotismo del gobernante de turno, ya es un asunto aceptado con el cargo. Una actitud asumida por el país. “Vivir y dejar vivir” es el lema político nacional.

Aquí, precisamente, es donde hay serias falencias en cuanto a las prioridades del gobierno de turno, y esta es la causa de la enorme insatisfacción y malestar. El gobierno no arranca. La muletilla de culpar al gobierno anterior y presentar denuncias en el Ministerio Público es el recurso habitual de todos los gobiernos en su primer año de gestión. A nadie eso le dice algo.

Existe una enorme necesidad de ser creativos en tiempos difíciles. Al gobierno le hace falta creatividad para arrancar la maquinaria económica, porque el país todavía tiene mucho por dar. “El camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Este adagio popular profetiza lo que puede ocurrir.

Nadie puede ignorar cuáles fueron los votos que llevaron al actual presidente al poder: una suerte coyuntural de traspaso de votos nunca vista en la historia nacional. Pero, una vez en el poder, la necesidad de ganarse al país se torna obligatoria.

En Panamá se avanza como en la procesión de Portobelo: tres pasos hacia adelante y dos hacia atrás. Nadie gobierna sin tener el pulso del país. O, mejor dicho, sin conocer la idiosincrasia popular y sin tomar decisiones dentro de un marco conceptual y filosófico que puede caer bien en la teoría, pero que se estrella con la realidad.

*El autor es abogado
Lo Nuevo