• 30/11/2008 01:00

Viaje y desgracia

No es cómodo para la población contabilizar los viajes al exterior realizados por el actual mandatario, como tampoco los de los anterior...

No es cómodo para la población contabilizar los viajes al exterior realizados por el actual mandatario, como tampoco los de los anteriores. Una simple operación aritmética daría cuenta de lo mucho que hubiera podido resolverse, con las sumas exorbitantes que se han dispensado para ellos, en un país en donde el 40% vive en pobreza.

Parece que una característica que ha signado a los gobiernos, — sobre todo a los últimos — son las salidas al exterior del alto magistrado de la Nación, pretextadas con el argumento del logro de ventajas económicas para el país, cuando no por el interés de atraer la inversión extranjera, o, en el peor de los casos, por cualquier motivo fútil.

No cabe duda de que una responsabilidad presidencial es la representación internacional del país, y eso es loable, en la medida que se adviertan logros tangibles. Por el contrario, en el caso que nos ocupa, habría que indagar cuáles son los reales beneficios.

El panameño común — no los sectores elitistas de poder — en verdad no siente que el país se ha beneficiado con esto, y, por el contrario, sabiamente percibe que los viajes son otras de los muchas formas con que se goza de los privilegios que da el cargo presidencial. Porque difícil sería pensar lo contrario, cuando el actual jefe del Ejecutivo tiene en su haber casi 80 viajes en sus 50 meses de gestión gubernamental.

Empero — es difícil — en el caso actual, trágico y traumático, en que se debate el país, y fundamentalmente los bocatoreños y chiricanos, por la descomunal precipitación pluvial, que produjo grandes inundaciones, pérdidas de vidas humanas y un significativo número de damnificados que suman miles, encontrar a quien se le dio la responsabilidad de la dirección de la Cosa Pública físicamente ausente.

Es que el estadista comprometido asume el liderazgo en los momentos trascendentes, y esto es tanto como decir, que el verdadero marino se conoce en las grandes tempestades. Definitivamente que nadie puede asumir la responsabilidad por lo ocurrido, puesto que los desastres naturales no dependen del querer de los mortales, pero sí es correcto decir que, ante la eventualidad de un infortunio, los intereses del país y sus habitantes están por encima de cualquier motivación, y de cualquier actitud. Interesante sería saber si la desgracia ocurrida a humildes panameños, lo hubiera sido a otros, es decir, a los adscritos a los poderes económico y político, seguro estamos de que no se escatimarían esfuerzos por renunciar a cualquier asunto para con la presencia física corresponder, porque se trataría de la identificación de clase, que en estos momentos son bastantes disímiles.

Las fotografías de la pareja presidencial en España, mostradas con un derroche de lujo que se destilaba a satisfacción, contradecían el dolor, la angustia, el pesar y el trauma, que padecían — en esos mismos momentos — panameños humildes que perdían vidas y bienes.

-El autor es docente universitario.jorge0913@pa.inter.net

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