• 23/09/2009 02:00

Una mujer ejemplar del caucho a la Presidencia

Decíamos la semana pasada que la mujer enfrenta muchos retos para trascender de la invisibilidad a ocupar un lugar en la sociedad, como ...

Decíamos la semana pasada que la mujer enfrenta muchos retos para trascender de la invisibilidad a ocupar un lugar en la sociedad, como persona llena de capacidades y con los mismos derechos que el hombre.

Algo así resaltaba hace sesenta años Simone de Beauvoir en “ El segundo sexo ”, uno de los primeros textos en analizar la situación histórica de la mujer y que exponía sobre los papeles que ella cumplía y que sin embargo la hacían inexistente en la vida social y política.

Uno de los retos es la capacidad para dirigir un proyecto nacional que le ponga al frente del Estado y que su trabajo se convierta en la perspectiva frente a la historia de su país. Este es el caso que actualmente tiene a María Osmarina Silva Souza, mejor conocida como Marina Silva y quien es eventual candidata a presidenta de Brasil, representante de una fuerza política, el Partido Verde y no el Partido de los Trabajadores donde militó en los últimos años.

Cuando el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció al comienzo de su gestión que Marina Silva sería su ministra de Ambiente, la noticia fue acogida con entusiasmo; ella tenía los méritos y antecedentes para garantizar un desempeño eficaz de esta posición en el Ejecutivo. Ahora es una mujer que a sus 51 años posee una trayectoria como trabajadora, dirigente sindical y política impresionante.

Nacida en Acre, territorio amazónico, Silva se dedicó junto a su padre y su numerosa cantidad de hermanos a la faena de cultivo de árboles de caucho (seringa, en portugués). Allí vivió una perenne lucha contra los empresarios de esta industria. A pesar de su delicada salud, producto de una dolencia de hepatitis mal atendida, desde joven supo lo que eran los conflictos sociales y pudo integrarse a estas luchas pro derechos humanos.

Silva fue analfabeta hasta su adolescencia. Ella entró en contacto con los hermanos Boff y el dirigente Chico Mendes, quien le abrió la comprensión hacia la complejidad social existente, tanto en los conflictos ambientales locales, como en la situación socioeconómica de esa nación continental. Esta experiencia le sirvió para asumir el liderazgo de la lucha de Mendes a su muerte, luego de ser asesinado por un empresario.

La carrera política de Marina Silva es un ejemplo de constancia y dedicación a sus principios. Llegó al senado brasileño con la más alta votación de un candidato y como la senadora más joven que haya alcanzado dicho posición. Luego de su experiencia legislativa, fue designada en la administración de Lula Da Silva como ministra.

Hace un año sorprendió cuando anunció su renuncia al cargo de ministra, al no estar de acuerdo con la política ambiental del Gobierno y temer una presión de los empresarios, contraproducente para el país. Pero lo que llamó más la atención fue su alejamiento del PT, al no poder “ persuadir a los miembros del Partido de los Trabajadores de perseguir una estrategia económica más sustentable ”, dijo en una entrevista.

Al presentarse como opción presidencial por el Partido Verde, se enfrenta a otra mujer, Dilma Rousseff, jefa del Gabinete del presidente Lula Da Silva y escogida por él para optar por el cargo presidencial en las próximas elecciones. Esto daría al país la situación histórica de una mujer como presidenta y si fuera Marina Silva, sería una afrodescendiente.

La vida política de Silva ha estado llena de distinciones, incluso internacionales. En 1997 fue designada por la ONU como una de las 25 mujeres más destacadas del mundo en la acción ambiental; un año antes había ganado el premio ambiental internacional Goldman.

Mientras se desempeñaba como ministra, estuvo en Panamá en una reunión con sus pares de América Latina. Allí tuvimos la oportunidad de conversar con ella sobre su visión de la política, del ambiente y de la intervención de la mujer en los escenarios sociopolíticos.

Uno de los temas que llama su atención es el de la globalización. “ Sería muy arriesgado resumir la globalización como negativa o positiva. Veo la globalización como un espacio de trueque entre las diferentes culturas, entre los diferentes pueblos ”.

Sobre este tema, profundizó “? Si fuera vista la globalización como trueque, ésta es positiva. Si fuera vista como sinónimo de asimilación es muy negativa, especialmente si tuviera ingredientes de dominación, sea económica, cultural o bélica ”.

Sobre su forma de compartir el trabajo político en la ciudad y su experiencia en el campo, afirmó que “ yo creo que las dos experiencias son muy positivas, porque al cabo usted encuentra un cierto equilibrio. Mi vivencia hasta los 17 años en la floresta, en los sindicatos de Acre, me enseñó cómo no tener ansiedad en relación al tiempo. Usted tiene más tiempo de procesar la información, en vista que ésta llega lentamente ”.

Y sobre el papel de las mujeres opinó “ creo que debemos tener mucho cuidado para no mitificar a las mujeres que llegan a una posición de destaque, para que no pase la idea de que lo que consiguieron es porque son muy especiales y eso limita la búsqueda de otras mujeres para conquistar también sus espacios ”.

En este sentido, Silva no hace fantasías al respecto, “ Una cosa muy simple es que nunca debemos echar mano de nuestros sueños, aquello que es esencial en nuestras vidas; no es porque somos esposas, madres, hijas o hermanas, que debemos abrir espacio para nuestros sueños ”.

El futuro próximo impone a Silva múltiples retos, uno de los que tiene mayor peso, será convencer a un país de varios centenares de millones de habitantes, sobre su propuesta política para suceder al presidente Lula con un programa que saque al país de la condición de “ en desarrollo ” y lo lleve a una potencia industrializada, una economía robusta y una población democráticamente consolidada.

*Periodista y docente universitario.modestun@yahoo.es

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