Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 31/12/2009 01:00
2009: promesas de cambio no llegaron
En el plano internacional, 2009 se inauguró con grandes esperanzas. El mundo entero esperaba la llegada a la Casa Blanca del presidente Barack Obama, cuya campaña electoral se basó en el cambio. El año pasado resumimos esa esperanza en tres promesas: Poner fin a las guerras de Bush, resolver la crisis económica creada por Bush y abrir una era nueva de relaciones con América Latina. El mundo ha quedado más que sorprendido —anonadado— al descubrir que Obama no cumplió con ninguna de las tres promesas y, más encima, borró todas las esperanzas de Copenhague.
En América Latina, 2009 fue un año de contrastes. Sin duda, el peor retroceso fue el golpe de Estado militar que se produjo en Honduras con la complicidad de EE.UU. Puso fin al supuesto pacto democrático hemisférico promovido por todos los gobiernos, incluso Washington. El golpe contrastó con el frustrado intento de poner fin al gobierno democrático de Bolivia en 2008.
La Región se encuentra ahora a la defensiva esperando el próximo golpe militar. Por ello ve con alarma el establecimiento de siete bases militares en Colombia, nuevas “ estaciones aeronavales ” en Panamá y el colapso del orden en México.
El impacto de la crisis del capitalismo mundial sobre América Latina en 2009 fue mediatizada en casi toda la Región por la diversidad de las economías. Con excepción de México y Colombia, las inversiones capitalistas siguieron creciendo —a un ritmo menos acelerado— evitando que el colapso causara estragos mayores. Sin embargo, la situación sigue siendo frágil en la medida en que muchos de los países dependen de la exportación de materias primas (hidrocarburos, minerales y granos) a la República Popular China. A su vez, Brasil se proyectó como potencia “ emergente ” con intereses globales.
En Panamá, 2009 fue el año del triunfo electoral del presidente Ricardo Martinelli, candidato de un partido de derecha sin tradición ni programa de trabajo. Desde un principio se sabía que su lema del “ cambio ” no era más que un eslogan electoral. Pero también tenía sorpresas para los panameños. Continuó desarrollando políticas neoliberales y tácticas clientelistas. Elaboró una reforma fiscal para seguir disminuyéndole los impuestos a los más ricos y vio cómo la tasa de desempleo subió por primera vez en cinco años.
A los sectores laborales, campesinos e indígenas les mandó señales claras en 2009 de que sus protestas serán recibidas con mano dura. A su vez, continuó las políticas privatizadoras en los sectores de educación, salud y seguridad social. No hay políticas para evitar que el crimen organizado y la violencia se consoliden, convirtiendo la ruta de tránsito de Panamá en una vía rápida para el tráfico de ilícitos y una plaza favorita para el lavado de dinero.
Estas actividades se realizan bajo la mirada cuidadosa de EE.UU que, incluso, logró que Panamá aceptara el establecimiento de 11 bases “ aeronavales ” sobre las costas del Pacífico y del Caribe panameños. Estas instalaciones militares, que pueden ser ocupadas por EE.UU en cualquier momento, complementan las bases norteamericanas que operan en Colombia. La militarización del área solo puede entenderse en el marco de una estrategia regional de EE.UU, que desestabilizó la propuesta esperanzadora de unidad latinoamericana en 2009.
*Profesor de la UP e investigador asociado del CELA.gandasegui@hotmail.com