• 09/11/2010 01:00

Mi vía crucis en democracia

Veintiséis años han pasado desde que tomé la decisión de abandonar mi patria chica, Chitré, para venir a la ciudad con el gran sueño de ...

Veintiséis años han pasado desde que tomé la decisión de abandonar mi patria chica, Chitré, para venir a la ciudad con el gran sueño de convertirme en un profesional y construir una familia. Como todo en la vida, comenzar no fue fácil, pues, a diferencia de mis compañeros de la capital, para mi todo se complicaba por ser un joven que ni siquiera conocía las calles y avenidas de la gran ciudad.

Fui superando los obstáculos que la vida me presentaba con la ayuda de mi familia, que, con un gran esfuerzo y sacrificio, me dio todo su apoyo para seguir adelante. En diciembre de 1989, en Panamá reinaba el caos y la incertidumbre, bombas, muertos y saqueos. Se me presenta la oportunidad de mi vida: trabajar como periodista en la Corporación Panameña de Radiodifusión. Asumí el reto y hoy, casi 21 años después, he logrado ganarme el respeto de la comunidad panameña por mi verticalidad e independencia, valores que aprendí de mi hogar y de mis profesores.

En estos 21 años he dado cobertura a cuatro elecciones presidenciales y me ha tocado compartir con cinco gobiernos diferentes. Durante todo este tiempo he vivido momentos difíciles, pero llevaderos, en los que nunca una crítica o un cuestionamiento fue considerado como una conspiración contra el gobierno. Las cosas han cambiado y hoy los niveles de frustración que siento me obligan a denunciar los duros ataques personales de que estoy siendo víctima desde dos medios de comunicación vinculados a altos personeros del gobierno.

Estos dos medios utilizan para sus malsanos propósitos a verdaderos mercenarios del micrófono, que como niños con juguete nuevo, juegan sin ninguna clase de escrúpulos con la noble tarea que impone el periodismo. ¿Pero cuáles han sido los pecados que he cometido para que estos personeros del gobierno, allegados al presidente de la República, hayan decidido derramar todo su odio e intriga en mi contra y de mi familia?

Hoy, me confieso ante el Altar de la Patria y dejo al descubierto mis posibles pecados:

1. Haber cuestionado a un oficial de la Policía Nacional al golpear a dos trabajadores de una estación de gasolina.

2. Haberme hecho eco de las críticas al gobierno por la contratación de una empresa familiar para el bordado de los logos de las camisas de trabajo.

3. Haber cuestionado a las autoridades por el incremento en los niveles de criminalidad en nuestro país.

4. Haber sido fundador del movimiento ciudadano Cruzada por la Paz.

5. Mi apoyo desinteresado al proyecto de transformación educativa, por considerarlo necesario para el desarrollo del país.

6. Pedir al gobierno que reconsiderara la decisión de aprobar la ley 30 tal y como se hizo, desconociendo las críticas de la sociedad civil.

7. Haber llamado insistentemente a nuestros gobernantes para que atendieran el problema de Bocas del Toro previendo una explosión social.

8. Haber pedido a gritos a las partes en conflicto por la Ley 30 que se sentaran a resolver el problema por la vía del diálogo.

9. Mi apoyo al proyecto del Metrobús ante el caótico sistema de transporte existente en la ciudad capital que tanto luto y dolor ha ocasionado en los hogares panameños.

10. Haber preguntado en múltiples ocasiones, dónde quedaron las promesas de campaña encaminadas a reducir los precios de la canasta básica familiar.

11. Haber criticado el rumbo que ha tomado nuestra justicia, luego del nombramiento de los dos nuevos magistrados y la salida de la procuradora general de la Nación, Ana Matilde Gómez.

Pregunto ahora, ¿qué pecado mortal he cometido o es que en democracia el decir lo que uno piensa tiene un costo tan alto?

La situación ha llegado a tales niveles que he pensado que hasta mi vida corre peligro por algunos mensajes que he recibido y que a veces prefiero pasar por alto.

Los periodistas serios no somos enemigos del gobierno, lo que queremos es que se cumpla con las reglas de la democracia. Un país donde se respeten las instituciones, la libertad de expresión, la independencia de los poderes, donde exista una verdadera justicia.

‘Sin Libertad de Expresión y sin el libre ejercicio a la profesión no hay democracia’.

*PERIODISTA.

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