• 23/06/2017 02:03

Deuda externa, crimen de lesa humanidad

¿Seguirán los servidores públicos rindiéndole culto a la estupidez como si esta fuera una virtud?

El endeudamiento es la herramienta más efectiva, utilizada por los países industrializados, para imponer políticas económicas a los países subdesarrollados. El método fue concebido y planificado por calificados estrategas, a fin de controlar ‘la gobernabilidad de las democracias', y obtener ganancias astronómicas. Habiendo advertido el peligro que representarían los ‘intelectuales orientados por valores, ya que el cuestionamiento ético incita a la falta de respeto por el poder', decidieron mantenerlos a raya mediante el control de la información en las fuentes mismas, para reducir la nocividad de la prensa, así como promoviendo una selección más rigurosa de la enseñanza'. De modo que la libertad de expresión y la de prensa no son más que publicidad conveniente; en tanto la juventud ha sido convertida en receptora pasiva de las ‘instrucciones' que el modelo requiere para disponer de una mano de obra adocenada, barata y conformista. Y, como la filosofía induce a reflexionar y la lógica a discriminar los procesos, eliminaron ambas disciplinas. Y, como la organización favorece la ejecución de acciones concertadas, prohibieron las asociaciones estudiantiles; y por esta misma razón, combaten el sindicalismo libre o bien lo corrompen, neutralizando a las principales figuras con todo tipo de prebendas y canonjías.

El endeudamiento de los países del Tercer Mundo es un mecanismo diabólico, comenzando por el argumento esgrimido por los ‘acreedores', conforme al cual debíamos recurrir al crédito externo, o sea, a préstamos, para financiar el desarrollo, argumento falaz y perverso, ya que nadie, teniendo que destinar la mayor parte de lo que genera para pagar a agiotistas insaciables, podría invertir en desarrollo. Además, si la intención era buena ¿por qué premiaban con un porcentaje del monto negociado a los funcionarios que sustentaban tales créditos? Pero la tesis de los estrategas del pillaje disfrazado de ayuda era que los Estados no pueden quebrar, deben permanecer en el tiempo y en consecuencia, honrar las deudas, aunque a ellos realmente no les importa que los Estados cancelen la deuda íntegramente, lo que les interesa es que sigan pagando hasta la eternidad; porque así la dependencia es absoluta y permanente y cada vez que ellos lo requieran, les basta con ‘recomendar' medidas para ‘reducir el déficit fiscal', para ‘balancear el presupuesto', para 'mantener la estabilidad financiera' o para ‘garantizar la solvencia crediticia' y demás jeringonza.

Definido el escenario para el saqueo, reclutaron y entrenaron a los agentes encargados de elaborar y sustentar los ‘planes de desarrollo' en nuestros países. Como describió John Perkins en su obra ‘Confesiones de un gánster económico': ‘Tu trabajo consistirá en estimular a líderes de todos los países para que entren a formar parte de la extensa red que promociona los intereses de Estados Unidos en todo el mundo. En último término, esos líderes acaban atrapados en la telaraña del endeudamiento'. Justamente lo que ha ocurrido en nuestro país, la mayoría de cuyos ‘líderes' ha mantenido el endeudamiento como política fundamental; de aquí que ni uno solo se ha atrevido a sugerir, siquiera, la intención de modificar el Artículo 271 de la Constitución Nacional, que dispone: ‘La Asamblea Legislativa podrá eliminar o reducir las partidas de los egresos previstos en el proyecto de Presupuesto, salvo las destinadas al servicio de la deuda pública… '. Ordenamiento que revela la subordinación de la política económica a los intereses del capital financiero internacional. Saben, porque no son ignorantes, que el servicio de la deuda impide atender, responsablemente, las genuinas necesidades de la mayoría, como salud, educación, vivienda, etc.; pero, como las ventajas por la complicidad con los maestros del pillaje son harto favorables para ellos y el reducido círculo de cómplices y beneficiarios del modelo imperante, que siga la fiesta, al cabo que los medios de distracción social sirven muy bien para mantenerlo estable, difundiendo medias verdades casadas con medias mentiras, y la juventud bien distraída con programas que alientan la estulticia. ¿Seguirán los servidores públicos rindiéndole culto a la estupidez como si esta fuera una virtud?

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