• 15/06/2020 00:00

Los cencerros de la peste

De todos los “caras tapadas” de esta nueva República asustada y ad portas a caer en un abismo, la señora ministra es la que más mete miedo cuando se quita la mascarilla, por eso prefiero verla dando conferencias sobre la COVID-19, pero con la cara tapada.

De todos los “caras tapadas” de esta nueva República asustada y ad portas a caer en un abismo, la señora ministra es la que más mete miedo cuando se quita la mascarilla, por eso prefiero verla dando conferencias sobre la COVID-19, pero con la cara tapada. Lo del virus es letal cierto, pero hagan las cosas mejor planificadas porque están causando más daño al país que la misma peste. Y nadie sabe, pero gente que sabe mucho y que lee me ha dicho que probablemente el peligro de la COVID-19 nunca será más allá de lo normal.

El miedo a morir que existe en Panamá por causa de esta terrible peste y sus manejadores, está abismalmente alejada con la seguridad que tenemos todos los cristianos, en la resurrección y la vida perdurable. El miedo a los otros, el pánico a los semejantes nos han invadido de tal manera que amigos íntimos ya no se visitan, el distanciamiento en las hileras de los mercados y bancos supera los tres metros y las mascarillas lucen más apretadas que el nudo de un chorizo santeño.

El pavor a nuestros semejantes nos ha llevado a sospechar hasta de sus perros y de todo el mundo. Y mi gran temor es que algún asesor de esos que están ayudando, a que la pandemia cada día sea peor manejada, le dé por proponer que a los de La Chorrera, Arraiján, la capital, la 24 y las Garzas les exijan llevar colgados en sus cuellos unos cencerros como los que ordenó Pilatos a los leprosos de Jerusalén, de manera que todos los que no estamos contagiados salgamos huyendo despavoridos y a gorro “quitao”, al escuchar los primeros talán tolón de los cencerros COVID (viene la licitación, y con sobrecostos).

Nosotros no debemos temerle a la muerte jamás, porque si creemos en DS, tendremos vida eterna. Del virus debemos cuidarnos solo lo mismo que de los bellacos y fariseos de siempre que ya adoran al maldito bicho por las ganancias que les está dejando. Lo que a mí me tiene confundido sobre el intríngulis de la COVID-19, es que no escucho nada esperanzador de parte del grupo “solidario”, por qué no dicen como cosa buena que el famoso virólogo, criticado y controvertido y por añadidura premio Nobel en Medicina, quien descubrió al VIH, Luc Montaner, dijo que la COVID-19 es de laboratorio y que, como no es natural, desaparecerá pronto. ¿Será que para los que tienen la manija todo es terror, contagiados, cuidados intensivos, muertos sin nombres, agua y jabón? Tampoco estimulan a la doctora panameña Ajoortt Lezcano por su trabajo lleno de éxito y esperanza contra la peste ni de a vaina. Lo que sí es casi seguro es que para aumentar las caballadas no demoran en ponerles cencerros en los cuellos a los contagiados para que el resto de sus semejantes no afectados salgan despavoridos al escuchar los tilín talán. ¡Viva Panamá, carajo!

Economista y escritor.
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