• 29/11/2020 00:00

Tema vital para discutir en el Diálogo

Cada día nos damos cuenta más de que nuestro sistema de salud está en crisis. A pesar de que el Gobierno gasta hasta el 20 % del PIB en atenciones médicas, prestaciones sociales y subsidios de diferente naturaleza para palear desde la pobreza hasta la desnutrición, los niveles de obesidad, diabetes y enfermedades crónicas son más altos que nunca.

Cada día nos damos cuenta más de que nuestro sistema de salud está en crisis. A pesar de que el Gobierno gasta hasta el 20 % del PIB en atenciones médicas, prestaciones sociales y subsidios de diferente naturaleza para palear desde la pobreza hasta la desnutrición, los niveles de obesidad, diabetes y enfermedades crónicas son más altos que nunca. Y tal vez por eso, hoy más que nunca, vemos la relevancia de discutir temas puntuales de salud, como son la producción y distribución de alimentos saludables.

Desde las áreas rurales hasta las zonas urbanas, desde las estanterías de las tiendas comestibles hasta los pasillos de la Asamblea, cada vez hay más personas que sienten la necesidad de tomar medidas para que en el país la comida sea saludable y sostenible. Si usted es una de esas personas que piensan que el Gobierno debe asumir mayores responsabilidades para mejorar la salud de la población y que sienten que existe un vínculo importante entre la calidad de los alimentos que se consumen y la calidad de vida de la población, entonces, sin darse cuenta, usted es ya parte de este movimiento de salud que debe pronunciarse ante la mesa del Diálogo.

Cada día hay más gente interesada en conocer sobre la forma en que se cultivan y preparan los alimentos. Y cada vez más esa gente está preocupada por la forma en que se trata a los animales de cría. Una veintena de países en la Unión Europea, además de una docena de estados en los Estados Unidos, ya han prohibido las jaulas gestacionales para cerdos. Y varias cadenas de supermercados en Australia y Nueva Zelandia venden solo huevos de gallina sin jaula. Además, la demanda por los alimentos orgánicos, sostenibles, de comercio justo, libres de transgénicos, está creciendo. En ciudades de todo el mundo, vemos más y más mercados de productores, un aumento de casi tres veces en la última década. Y más jóvenes están regresando a la agricultura. Las grandes cadenas de supermercados exhiben con orgullo alimentos locales, naturales y orgánicos. Sin duda, el movimiento de salud a través de los alimentos saludables está creciendo rápidamente y comienza a convertirse en una fuerza política.

Por ejemplo, en 2012, los votantes de California pusieron una iniciativa para votar sobre la conveniencia de establecer el etiquetado de alimentos que contienen transgénicos. Monsanto y sus amigos en el negocio de los pesticidas y la comida chatarra se vieron obligados a gastar $46 millones en desinformar a los votantes de California en una avalancha de engaños para derrotar por poco la Proposición 37. Aunque Monsanto ganó la batalla, más de siete millones de votantes de California se habían pronunciado a favor del “derecho a saber”. Estaba claro que el movimiento de salud y de los alimentos naturales se estaba convirtiendo en una fuerza política a tener en cuenta.

Ahora la lucha contra los transgénicos es mundial. Igualmente están cobrando fuerza los esfuerzos para prohibir la comida chatarra de los almuerzos escolares, por regular la publicidad de las bebidas azucaradas y por hacer que las grandes agroindustrias paguen por la contaminación que producen.

Por supuesto que, como ciudadanos y consumidores, podemos hacer muchas cosas. Primeramente, estamos obligados a educarnos para conocer y entender el alcance de lo que estamos intentando. Existe una infinidad de libros y videos que pueden ayudar. Y también hay otros movimientos de salud en el mundo que ya tienen experiencia y nos pueden orientar. Segundo, tenemos que elegir lo saludable y boicotear lo dañino. Optar por evitar los productos ultraprocesados y la comida chatarra, y preferir productos locales directos de agricultores o cooperativas de productores.

Y tercero, debemos participar políticamente presentando propuestas en la mesa del Diálogo. Conocemos de muchos activistas apasionados que permanentemente están presionando a diputados o alcaldes, y además usan los medios de comunicación para crear propuestas, campañas y proyectos de ley. Y hay otros que prefieren mantener bajo perfil, pero trabajan igualmente con organizaciones que producen o distribuyen alimentos saludables.

Ojalá que, de cara al Diálogo del Bicentenario, más personas se interesen en la salud de la población y participen de una manera más proactiva, y no se queden en la incertidumbre, comiendo alimentos altamente procesados, genéticamente modificados y químicamente alterados. La marea de la vida y de la historia está cambiando, y ahora nos toca el turno de participar y presentar los temas que consideramos importantes. Les aseguro que, independientemente de lo que pase en el Diálogo, cada día habrá más personas que digan Sí a la salud y No a los alimentos dañinos.

Empresario, consultor de nutrición y asesor de salud pública.
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