• 06/12/2021 00:00

Ómicron… más apartheid, más colonialismo

“Las grandes corporaciones necesitan países que no alcancen a inmunizarse lo suficiente para que surjan muchas variantes ómicron… para mantenernos encadenados, […]”

Secretario general António Guterres: Un grupo de otrora condiscípulos del Nido de Águilas, tertuliábamos la semana pasada sobre la capacidad de los africanos para enfrentar sus epidemias y la pandemia actual -a propósito de la afamada variante de la COVID-19, bautizada como ómicron- surgiendo afirmaciones entre algunos de los compañeros -irónicamente profesionales de la medicina- que dan cuenta del nivel de desinformación existente entre gente del sector salud, sobre las condiciones que dan lugar a esa “incapacidad de control sanitario”, con que se justifica lo que el secretario de la ONU ha denominado “apartheid de vacunas” y “apartheid de viajes”.

En efecto, este señor expresó su sentir y opinión sobre este tema al destacar que: “No se puede culpar al pueblo de África por la cantidad inmoralmente baja de vacunas disponibles para ellos, ni se los debe castigar en conjunto por identificar y compartir información científica y sanitaria crucial con el mundo. Ante un virus que en verdad no tiene fronteras, las restricciones de viaje que aíslan a un país o una región no solo son muy injustas y punitivas, sino que son además ineficaces” (Guterres, 1º de diciembre de 2021, en: www.efe.com). Es decir, aunque al señor Guterres le cuesta aceptarlo públicamente, las medidas de restricción de vuelos desde el sur del África solo sirven para mantener una discriminación que suena a racismo y subdesarrollo colonialista.

Esto no es ninguna novedad, pero no conocer esta realidad lleva a estigmatizar sanitariamente -creando estereotipos discriminatorios- contra las naciones africanas, particularmente del sur sahariano; que tal parece que mis queridas amistades profesionales de la salud reproducen en sus imaginarios.

Con lo del VIH-SIDA, ya ocurría cosa parecida. No obstante, el único país, repito el único país, que logró disminuir la tasa de infestación del VIH a dramáticas tasas de -17 %/año, alcanzando un control como ningún otro, no ha sido ningún país desarrollado… fue un país del África subsahariana, tal es, Uganda. Pero la hazaña fue que lo hizo sin contar con suficientes tratamientos retrovirales (antisida) que demandaba la población -igual que ahora con las vacunas anti-COVID-, debido al control del mercado de esos medicamentos que les hacía inaccesibles económicamente su consumo.

Uganda se salió por la tangente en aquella época (1991 en adelante), aplicando lo que en muchos otros países han querido implantar; me refiero a la estrategia conocida como ABC. Pero para ello, este país dio una lección que ningún país occidental ha logrado siquiera acariciar su éxito, una articulación entre sectores de la sociedad civil, incluso iglesias de casi todas las denominaciones religiosas, con el sistema de atención de salud, dando lugar a un nivel de cohesión social no visto en la mayoría de los países desarrollados ni subdesarrollados, en cuanto al tema sanitario se refiere. La mala noticia es que las corporaciones de los productos farmacéuticos no le perdonan a Uganda -y a algunos otros países africanos que intentaron seguir esa ruta- esa osadía de superar el problema del VIH-SIDA sin depender de los medicamentos que aquellas producen.

Entonces, ¿esta experiencia venida del África muestra “incapacidad sanitaria”? Sin duda que NO. Como en todo continente, hay desniveles, según las realidades socioeconómicas. No obstante, no cabe soslayar que allí donde los organismos de créditos internacionales impusieron las privatizaciones y abandono de los sistemas sanitarios, allí mismo encontramos las “incapacidades sanitarias” del sur africano, no siendo así donde hubo resistencia a las IFIS y en otras, donde inicialmente se dio esta resistencia de parte de sus Estados, el imperio corporativo internacional fomentó guerras intestinas que han desangrado a sus pueblos.

Ergo, no hay novedad alguna en la realidad sanitaria de las colonias de las potencias europeas en ese continente y luego en su etapa supuestamente superada de descolonización. No hay diferencia sustancial entre el apartheid impuesto a grupos sociales por su origen étnico -disimulador de la explotación de una clase social por otra- en tiempos coloniales y lo existente hoy a nivel internacional.

Las grandes corporaciones necesitan países que no alcancen a inmunizarse lo suficiente para que surjan muchas variantes ómicron… para mantenernos encadenados, ya no con dos dosis, sino tres, cuatro… 12 dosis. He aquí la razón de fomentar los nuevos apartheid: mantener la estructura colonialista, esta vez, bajo control y beneficio no de otros Estados industrializados, sino del sistema financiero industrial farmacéutico, del que nuestras autoridades estatales de los últimos 40 años son apologistas compulsivas.

Sociólogo y docente de la UP.
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