• 26/12/2022 00:00

Anatomía de la invasión militar

Hablar de ese evento trágico solo en fechas alusivas es frívolo, obligante. Los hebreos han logrado colocar el Holocausto Nazi como una conmemoración trágica permanente.

Hablar de ese evento trágico solo en fechas alusivas es frívolo, obligante. Los hebreos han logrado colocar el Holocausto Nazi como una conmemoración trágica permanente. Ese hecho brutal, extremo, desproporcionado, hipócrita, ordenado sin razón por el entonces presidente estadounidense George W. Bush, padre, es sin duda un Genocidio, sin ambages: a pesar de que unas docenas de nacionales lo pedían y hasta en barrios pobres le prestaban teléfonos a los soldados invasores: querían zafarse del hombre torvo que mandaba en todo, así nos invadieran marcianos. Eso es humanamente comprensible.

Otra cosa es un análisis geopolítico del tema central, macabro: enviar una parafernalia militar de 27 mil soldados y la mayor maquinaria de guerra y fuego contra un país con menos de 2 millones y medio de habitantes, azotados con bombas de alto exterminio, helicópteros mortíferos artillados y armas de última generación, contra no más de mil quinientos hombres que se les podía llamar “soldados”, y un Comandante Jefe de 4 estrellas y su Estado Mayor huyendo o escondidos— además de lo bochornoso de lo último— fue un acto grotesco e infame. El Comando Sur de entonces sabía muy bien “que para cazar al bandido” (adjetivo del pretexto de Bush) les bastaba sorprender al sujeto que mandaba con un pelotón recortado de 20 hombres de elite, asaltando sus oficinas en Fuerte Amador". ¡Punto! Ese hombre— luego de la vil y cobarde masacre de Albrook— ya había perdido 80% de su poder (el miedo) dentro de la institución y hasta de sus escoltas. Por algo, el oficial Gaytán, su último guardaespaldas, declaró al diario El País en despacho ofrecido por el nacional: “Tuve deseos de matarlo, pero no lo hice, porque lo iba a hacer quedar como un mártir”

¿Pero, quiénes alimentaron al temible lobo? ¿Quiénes le ofrecían” diplomas al mérito” conociendo que narcotraficaba como socio de Pablo Escobar y otros mafiosos? La DEA, la CIA y otras agencias gringas, con el auspicio de la propia Casa Blanca. Y apoyados internamente por su círculo político cero, que defendieron “la moral de su jerarca hasta en reunión de cancilleres de la OEA". ¿Quiénes constituían ese círculo cero de aduladores pagos? Buena tarea.

“Comunismo igual cáncer y hay que extirparlo”. Las palabras textuales de Bush significaron que cuando su Congreso y Senado le negaron un solo dólar “para matar líderes extranjeros de cualquier ideología”, el entonces creador de la moderna CIA buscó armar en secreto una “Operación Encubierta” (El llamado Affaire Irán/Contras) donde buscaron cualquier diablo que les ayudara a suplir millones, armas de Europa Oriental y mucha plata para pagar a mercenarios— casi todos ex guardias somocistas, para la operación en esta área— destinada a derrocar a los Comandantes Sandinistas. Entonces, su creatura panameña y sus nexos con narcotraficantes fue ideal para sus planes. Les autorizaron a enviar— sin vigilancia estadounidense— miles de toneladas de drogas a USA. Esos mercenarios con salarios de lujo peleaban con sus tripas, y al final de sus descalabros militares, el detonante de ese escándalo mundial fue la caída de un avión piloteado por un estadounidense —repleto de armas— en suelo nicaragüense y la captura del piloto Eugene Hasenfus, cuyo rumbo era aterrizar en Honduras, país de entrenamiento de los mercenarios. Un soldadito treinta años menor lo capturó. ¡Y el hoy “santito” Ronald Reagan se atragantó con sus palabras anteriores: “Los soldados patriotas que buscan hacer retornar la democracia a Nicaragua son similares a nuestros Padres Fundadores”. ¿Qué dijo luego? “Nos engañaron al vicepresidente y a mí” Como excusa destituyeron unos cinco altos cargos, a los cuales Bush padre como Presidente posterior, indultó meses más tarde. Ya desde un año y pico antes, el entonces Senador John Kerry acusaba a la Casa Blanca de “usar narcotraficantes en una operación encubierta de espaldas al congreso”.

La Anatomía de la Invasión: La fábula macabra de invadirnos con un contingente militar mayor que el que hubo en Vietnam “para cazar al bandido”, resulta más risible y trágico cuando “el bandido fue utilizado extremadamente por la propia Casa Blanca para fines ilícitos”

En Panamá los análisis se centran en el narcogobernante criollo; pero se silencian los actos amorales de sus padrinos/socios, los que gobernaban Estados Unidos. Y ese hecho es el que aún hoy espera por una autopsia forense histórica.

Abogado, militar retirado
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