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- 24/08/2013 02:00
Cómo se canta la mejorana
B enjamín ‘MIN’ Domínguez, oriundo de Guararé, provincia de los Santos, uno de los inmortales poetas vernaculares; en seis pies de décima resume breve y concisamente la forma como se debe cantar la Mejorana. El título de esa hermosa décima encabeza este humilde artículo. Los 10 primeros versos del primer pie los expresa de la siguiente manera:
‘Yo les quisiera explicar
el viejo canto, señores.
De aquellos antecesores
no los vayan a olvidar.
Verso y tono de cantar
en el pueblo y la sabana,
en la lengua castellana
como cantaban los viejos,
escúchenme mis consejos
para cantar la mejorana’.
El aporte que pretendemos ofrecer a los que gustan de esta faceta de nuestro folclor panameño no se refiere en este momento a la confección, versificación, temas o a cualquier otro aspecto de la décima propiamente dicha; ese tema será objeto de otro artículo.
Pretendo expresar un poco, y más que nada a título personal, la forma en que se cantaba ayer y cómo se canta hoy la décima panameña y que algunos llaman Espinela, porque así la llaman en otros países como Puerto Rico, Venezuela, Méjico y, especialmente, Cuba; con quienes los cantadores panameños mantienen mayores intercambios culturales relacionados.
Parece muy lógico que el canto de la mejorana tenga mucho de diversión, tanto para los que la interpretan como para la comunidad pueblerina que se divierte la mayoría de las veces, en familia. La Mejorana, sin dudas, es vehículo de enseñanza, de diversión como hemos dicho, de amores y sentimientos que divierten al campesino y al hombre de la ciudad; porque la Mejorana no está dirigida a un grupo sectario de la sociedad en especial, sino a todo el pueblo panameño. Es entonces una forma de expresión del panameño de todas las condiciones sociales, que se ha paseado y se pasea por la geografía nacional y también fuera de nuestros lares.
Es un hecho cierto y comprobado por los estudiosos de la décima, que las melodías mejoraneras tienen su origen en géneros de canciones de la península Ibérica, especialmente de España. Éste cruzó ‘el charco’, cobró vida y se transformó en diferentes variantes en cada una de las diferentes regiones americanas donde encalló, dando los mejores frutos en algunas, como en nuestro país.
Definitivamente que los tonos o torrentes que acompañan el canto de la Mejorana son insustituibles. A través del tiempo estos torrentes se han enriquecido internamente en nuestro país con modalidades en los mismos, variando notas musicales, dando paso a nuevas modalidades del canto, como ejemplo: el Gallino Lamento, que no es más que una variante del Gallino o Gallina original, que acertadamente se le atribuye al muy ‘menta’o’ cantador Agustín ‘SOMBRERO PINTA’O’ Rodríguez de la provincia de Herrera y cuyo mejor intérprete se reconoce al también cantador de Mejorana: José del Carmen González, de la provincia de Los Santos; ambos fallecidos.
Cada torrente, generalmente tiene una base de inicio del canto que conocemos como ‘saloma’, y desde tiempos inmemoriales, cada cantor le imparte un requiebro o característica propia, pero variando sobre la ‘saloma’ original, puede ser que la voz del cantador le permita un falsete, dándole muchas veces una extensión de más de dos octavas; precedido de un variado ‘¡ay! ¡ay! ¡ay!’.
Lo cierto es que se le atribuyen a la saloma influencias no solo de pueblos españoles, sino a manifestaciones indígenas; lo que puede considerarse desde todo punto de vista, muy posible. También es muy cierto que si bien cada cantador, por tradición, tiene una característica especial propia, para la interpretación de cada torrente de la Mejorana; también lo es, que aún cuando todos entendemos que el folclor es una manifestación del pueblo, quien puede a través del tiempo modificarla, generalmente de forma positiva; llamo la atención de ciertos aspectos que se están dando en las ‘cantaderas’ patrocinados por un minúsculo grupo de ‘cantadores’; que no vemos con buenos ojos, ya que van en detrimento de esta tan difícil y gustada faceta de nuestro folclor, como son:
—Lo que se está convirtiendo en hábito, de forma desagradable; el entonar tonadas de tamboritos que an teceden o reemplazan la saloma. Para ello existe el tamborito y las ‘cantalantes’.
—O el canto de versos y música intercalada en el torrente, de piezas musicales, que si bien son hermosas, estas pertenecen a otro género musical, como es la música típica panameña (cumbias).
—La utilización de la Mejoranera, que es lo tradicional, casi no la escuchamos ni la vemos en las cantaderas. Hay que rescatarla y que ocupe el sitio que le corresponde.
—El ‘contrapunto’, que era una forma de medir conocimientos entre los cantadores se ha convertido en controversias interminables sin sentido, que poco aportan a la cultura y muchas veces con muy pobre versificación, lo que desluce las presentaciones de muchos cantadores.
Ojalá de forma positiva se retome el canto de la Mejorana con Mejoranera (no me opongo a que el violín y la guitarra española acompañen a la mejoranera, que, según mi humilde opinión, debe ser el instrumento líder, y no el violín, como se trata de destacar). Se debe tomar nota de que, unilateralmente, nadie tiene la potestad de variar las costumbres y tradiciones legadas por nuestros antecesores y que, por más que guste a grupos de parranderos sin conciencia nacional, ciertos cantadores que pretenden ser INNOVADORES, no tienen el derecho de transgredirlas.
Que la saloma que corresponde a cada ‘torrente’ se interprete como debe ser, eso sí, que cada cantador haga gala de sus habilidades escénicas, de su voz y de todo su talento, bien aceptado; pero bajo los preceptos establecidos por la tradición hasta donde sea posible, para cantar la Mejorana.
COMPOSITOR, FOLCLORISTA Y ESCRITOR.