• 11/09/2009 02:00

Diplomacia de la chequera

Privilegiar los intereses económicos por encima de los principios es lo que se conoce como la diplomacia de la chequera. Para darle un c...

Privilegiar los intereses económicos por encima de los principios es lo que se conoce como la diplomacia de la chequera. Para darle un carácter más exquisito hay quienes denominan ese comportamiento como “realpolitik”.

El gobierno de Taiwán se ha caracterizado por mantener a una treintena de países, principalmente latinoamericanos y africanos, que se rinden ante el peso de una millonaria chequera que compra intereses en desmedro de la moral. Entre ese puñado de naciones se encuentra Panamá, cuyo presidente, Ricardo Martinelli, prometió en su campaña política establecer relaciones diplomática plenas con la República Popular China —como la mantienen unos 180 países en el mundo— y poner fin al chantaje de Taipei.

Está por verse si cumple su promesa electoral o sucumbe a la diplomacia de la chequera.

La práctica de Taiwán no es única. También la emplea el régimen de Libia, que acaba de cumplir cuarenta años en el poder. La diplomacia de la chequera funcionó para lograr la liberación del libio Abdel Baset al-Megrahi, condenado por el atentado contra un avión de PanAm, que en 1988 cayó sobre la comunidad escocesa de Lockerbie dejando 270 muertos.

Se trató de un pacto entre Gran Bretaña y el presidente de Libia, Muammar Khadafy, que incluyó contratos comerciales de petróleo y gas por $1,000 millones. La justicia escocesa argumentó aspectos humanitarios, porque el prisionero padece de un cáncer terminal, pero Khadafy agradeció al gobierno británico y a la reina Isabel II por esa decisión “ histórica y atrevida ”. Empresariales británicos mostraron satisfacción al resaltar que la medida representará ventajas comerciales para las transnacionales Shell, BP y BG, que ya operan en el país norafricano.

El presidente de Suiza, Hanz-Rudolf Merz, viajó recientemente a Trípoli para ofrecerle disculpas a Khadafy por la “ injusta ” detención en julio del año pasado de uno de sus hijos acusado de malos tratos contra dos empleados. Libia, como represalia, había suspendido las exportaciones de petróleo, retirado $7,000 millones de los bancos suizos e impuesto restricciones a las empresas helvéticas.

El peso de los intereses económicos en desmedro de la moral se expresó también en la reciente amenaza de China, Francia y Rusia de vetar una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El proyecto auspiciado por Estados Unidos y otros países occidentales buscaba la censura al régimen militar de Birmania por condenar a 18 meses de arresto domiciliario a la líder opositora Aung San Suu Kyi.

China es el tercer cliente de las exportaciones birmanas, particularmente petróleo, gas, cobre, estaño, piedras preciosas y madera. Rusia es el principal vendedor de armas del régimen de Rangún, explota una mina de oro y firmó un contrato para construir un centro de investigaciones nucleares.

Francia explota, desde 1992, un yacimiento de gas que reporta al régimen birmano unos $130 millones anuales en regalías.

El gobierno de Alemania, en otra acción de “ realpolitik ”, denunció la muerte de dos activistas de derechos humanos en Rusia, pero no impidió que Siemens firmara un contrato multimillonario con la empresa ferroviaria rusa Sinara. Berlín es el primer proveedor de Moscú con el 14% de las exportaciones. Nuevamente se impuso la todopoderosa diplomacia de la chequera.

*Periodista.d_olaciregui@hotmail.com

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