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- 15/05/2009 02:00
Contrastes
La negativa de la candidata presidencial de la alianza gubernamental, Balbina Herrera, a felicitar al candidato triunfador Ricardo Martinelli, alegando que a quien le correspondía llamarla era a este, me estimuló a buscar recientes casos de situaciones similares, en las que los candidatos perdedores llaman y felicitan al triunfador.
Solo para citar un caso reciente seguido por todo el mundo, recordemos las elecciones del Partido Demócrata en los Estados Unidos. La lucha por la postulación entre Hillary Clinton y Barack Obama estuvo saturada de ataques duros de aquella, que oscilaron entre campaña sucia y negativa. Aunque menos duro, Obama no se cruzó de manos e intentó descalificar la capacidad de Hillary para dirigir al país.
A pesar del ambiente de hostilidad que se desarrolló durante todo el proceso, cuando Obama obtuvo la postulación Hillary no perdió la compostura, apresurándose a felicitar a su adversario una vez oficializado el triunfo. Su estatura personal y política la llevó aun más allá: dedicó enormes esfuerzos a unificar al Partido Demócrata, contribuyendo personalmente a fortalecerlo en los vitales estados de Pennsylvania, Ohio y Florida, en donde ella había triunfado sobre el hoy presidente.
Y cuando Obama se enfrentó en las elecciones presidenciales con el candidato del Partido Republicano, John McCain, se repitieron los ataques duros contra Obama, en esta ocasión por su adversario del “Grand Old Party” (GOP). La campaña sucia llegó a vincular a Obama con los radicales islámicos, particularmente con el grupo terrorista Al Qaida, sugiriendo que Obama pudiese ser instrumento de esos grupos.
Pero la campaña sucia no surtió el efecto esperado, y Obama obtuvo una contundente victoria. Cuando las autoridades norteamericanas anunciaron que Obama era el presidente electo, McCain hizo lo correcto, llamando a su adversario para felicitarlo y desearle éxitos en su futura gestión como presidente. “El pueblo americano ha hablado y habló muy claro”, le dijo McCain a Obama, con un toque de hidalguía propio de la gente educada.
McCain hizo más. Al dirigirse a sus copartidarios reunidos en Phoenix, Arizona, los conminó a respaldar la gestión de Obama, anunciándoles que planeaba ayudar a su antiguo adversario a “enfrentar los muchos desafíos que tiene el país”.
Pero allí no termina el ejemplo para nuestros políticos. El ex presidente George Bush, quien había sido el blanco de ácidas críticas de Obama y su equipo, llamó al entonces presidente electo para felicitarlo. “Usted está cerca de llegar a uno de los mejores días de su vida”, le dijo Bush a Obama. “¡Felicitaciones y disfrútelo!”.
En Panamá, la candidata derrotada se negó a felicitar a Martinelli. Pero a diferencia de Hillary, quien dejó los puentes abiertos para una futura postulación, la candidata del PRD se ha dedicado a acusar de traidores a actuales y antiguos miembros de su partido, en lugares públicos. Además, ha cometido la ligereza de anunciar que será la candidata del PRD en 2014, sin haber recibido el endoso de su partido político. Sin pretender hacer “leña del árbol caído”, considero que las acciones de la ex candidata de la alianza gubernamental, confirman que el pueblo panameño dio muestras de una gran sabiduría en el pasado proceso electoral.
-El autor es periodista.frank_24@cwpanama.net