Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 06/07/2015 02:01
Esas cosas de la democracia
Eso de que la democracia ‘es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad' o que ‘... es un sistema que permite organizar un conjunto de individuos, en el cual el poder no radica en una sola persona sino que se distribuye entre todos los ciudadanos' o que se refiere ‘al conjunto de reglas que determinan la conducta para una convivencia ordenada política y socialmente' ... suena bien; pero por alguna razón siento que no funciona aquí y desde hace mucho tiempo.
Lo que muchos entienden por democracia aquí ha resultado oneroso para la mayoría. Es un arma de doble filo, digamos: una tijera que corta bien para los menos; y para los muchos, el óxido de su borde gastado es una toxina que nos viene envenenando poco a poco.
Algunos dirían que no debiéramos estar asombrados por lo que vivimos el día 1 de julio en la Asamblea Nacional, porque ya teníamos una idea del nivel político, y ante todo intelectual, de los que allí actúan. Como siempre, no son todos. Pero el espíritu de la democracia radica en que no se puede excluir a nadie; y fundamentado en esa máxima, el resultado que nos arroja la representatividad político-social de este pequeño país tiene siempre la certera posibilidad —por más paradójico que suene— de dejarnos perplejos.
Es culpa nuestra. Nosotros los elegimos por lo que no entiendo el asombro ni las quejas. Son las cosas de la democracia. Los diputados tienen muy claro que su puesto y poder se lo debe a sus electores. Tienen bien clara aquella máxima de que subrayan en la política de los Estados Unidos de que ‘toda actividad política es local' (‘All politics is local'): allí es donde están los votos y de allí es donde salen.
Dominan muy bien lo del clientelismo. ‘Tú me das tu voto y yo te doy los sacos de cemento', por ejemplo. Discusiones sobre tratados de libre comercio, legislaciones sobre asuntos financieros y económicos y otras cuestiones de cierta complejidad, no son de la atención de un diputado salido de los círculos más necesitados en la periferia citadina o de un pueblo alejado del interior en donde el alcance de esos temas es nulo y los problemas son otros. De allí entonces continúan trabajando para seguir asegurando votos y el apoyo en sus circuitos electorales.
Es el efecto del bumerán sociocultural. Como sociedad, cada Gobierno en su tiempo ha afectado y descuidado gravemente el proceso educativo en las últimas décadas. Los colegios oficiales se apoyan en programas educativos de poca calidad y a estas alturas no hacemos nada por corregirlo. Estos candidatos salen de ese círculo sociocultural y de ese sistema educativo vil y maligno, en donde la supervivencia se da sobre la base del más desvergonzado en un ambiente de juegavivo.
Los mejores educados de nuestras comunidades, los que respetan los límites y las leyes; los que cuidan su nombre y apellido, no quieren participar. No tienen las ‘espuelas' para enfrentarse a candidatos que ven cualquier acto, por vergonzoso que sea, como válido para ganar los favores de una comunidad, sabiendo que a la hora de la hora se convierten en votos. ‘El que no da, no va'.
Con ese alejamiento de los sectores mejor preparados de cada comunidad (algo así como que ‘tiramos la toalla') le hemos dejado la cancha abierta a los más populares, pero menos competentes... porque la democracia es así; y así lo requiere. No le pone límites ni le exige mayores virtudes o capacidades al participante. Cuando acá se paran en su curul, prenden el micrófono y abren la boca, a ellos no les importa qué sale; ni vergüenza les da y nosotros nos damos el lujo de asombrarnos.
Para pelear poder y espacios, debemos hacerlo con líderes respetables y bien educados. Lo vivido el 1 de julio pasado es el efecto de un pobre sistema político; pero ante todo, de un perverso sistema educativo. Los partidos políticos también han sido negligentes y descuidado en su responsabilidad de formación sociopolítica y cultural. Individuos con formación ideológica y que valoren el servicio público. La democracia real será difícil de alcanzar, si no respetamos a nuestros representantes y si ellos no nos respetan, mostrando un dominio intelectual de lo que hacen.
COMUNICADOR SOCIAL.
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