• 19/01/2024 00:00

Crecimiento del narcotráfico transfronterizo

El crimen organizado transnacional ha estado maximizando sus operaciones en los últimos años, lo que produce efectos colaterales como altos niveles de violencia producto de la comisión de delitos de mayor impacto en las sociedades latinoamericanas; en relación directa esta violencia tiene su origen en actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico, las cuales mantienen a nuestra región como la más violenta del mundo con clara tendencia hacia el aumento de la inseguridad y zozobra en las poblaciones. Esto se puede ver diariamente por la incidencia de casos policíacos en los noticieros, referentes a crímenes contra la vida y la integridad personal, cada vez más crueles y sangrientos por ajustes de cuentas, donde también se ven afectados terceros sin vinculación a estos delitos.

En la búsqueda de soluciones, lo primero que los países deben reconocer es el fortalecimiento progresivo que ha tenido el crimen transnacional y transfronterizo en el dominio de territorios geográficamente estratégicos para el tráfico ilícito (ciudades portuarias y fronterizas, principalmente) donde, a las fuerzas del orden público se les ha dificultado ejercer el control territorial y la ciudadanía de cada país ya ha empezado a percibir en hechos recurrentes que las organizaciones criminales han sobrepasado las capacidades del Estado. Aunque sigue siendo una percepción subjetiva, implica temor que afecta por consiguiente la seguridad pública.

La cadena logística del tráfico ilegal de drogas entre Suramérica y Centroamérica con rutas marítimas, aéreas y terrestres hacia el norte de América y Europa tiene una diversidad de aristas y matices. Por un lado, se encuentra el triángulo norte centroamericano, clave para el pase de drogas hacia los carteles mexicanos, conformado por las maras y pandillas de Honduras, Guatemala y El Salvador que en los últimos años con la actual gestión de gobierno del presidente Nayib Bukele se ha hecho lo posible por romper ciclos a través de su país; no obstante, el crimen transnacional sigue luchando por mantener activa la competencia balanceada de transportación entre las rutas marítimas por el Caribe (donde Venezuela es fundamental) y el Pacífico (Ecuador es pieza clave) de este último es la causa del actual “conflicto armado interno” declarado por el gobierno actual del presidente, Daniel Noboa en el combate contra estas organizaciones que han cometido actos calificados como “terroristas” por su nivel de impacto y destrucción. En cuanto a Costa Rica, como el país que pudiera representar esa mayor cercanía hacia el triángulo norte centroamericano para el tráfico ilícito de drogas de sur a norte, se puede observar estadísticamente, por lo menos desde el 2015 hasta la actualidad, un aumento significativo de los niveles de violencia y homicidios relacionados con este flagelo, superando en 9 años consecutivos las tasas de homicidios de la República de Panamá. No cabe dudas de que tanto los carteles mexicanos como las maras y pandillas del triángulo norte han impactado fuertemente la sociedad tica, manteniendo una influencia y operación permanente dentro de su territorio.

Panamá no se escapa de esta realidad de aumento de la criminalidad a causa del narcotráfico, de modo que, la estructura de seguridad pública, sobre todo en materia de inteligencia, debería estar ajustando sus diagnósticos periódicamente. En los últimos 4 años se ha incrementado la violencia en el país, además de la cantidad y tasas de homicidios muy similares a las de Costa Rica, es decir que, a medida que suben los porcentajes y promedios de las tasas de homicidios en Costa Rica, se van incrementando de forma proporcional en Panamá, situación que nos sigue manteniendo por debajo de Costa Rica; pero aun así, en Panamá también se genera un crecimiento significativo de cantidad, tasa y promedio de homicidios que sustentamos de la siguiente manera: De 2015 a 2019, Costa Rica tuvo un promedio de 576,8 homicidios y una tasa promedio de 11,8 X 100.000 habitantes, mientras que Panamá en el mismo período tuvo un promedio de 427 homicidios y una tasa de 9,7, según datos publicados en InSight Crime. No obstante, de 2020 a 2023, Costa Rica tuvo un promedio de 646,2 homicidios y una tasa promedio de 12,3, en tanto Panamá, mantuvo un promedio de 515 homicidios y una tasa promedio de 12,6 X 100.000. Nótese que en ambos países subió tanto el promedio de la cantidad como de la tasa de homicidios. A pesar de ello, las tasas de este último 2023 son similares por el hecho de que Costa Rica tiene aproximadamente un millón de habitantes más que Panamá y esto tiende a equiparar la tasa por estar directamente relacionada con la cantidad poblacional.

Podemos concluir sobre la base estadística que brinda objetividad al tema que existe un avance progresivo del narcotráfico transfronterizo a través de Panamá y Costa Rica, del cual ambos países, en un esfuerzo bilateral, están en la obligación de reforzar sus alianzas estratégicas en aras de cumplir objetivos en común. Mis recomendaciones generales sobre el particular son los fortalecimientos de los controles fronterizos tanto terrestres como marítimos, con el énfasis de tomar muy en cuenta que los dos países tienen rutas por ambos mares. La experiencia regional ha demostrado que unir las capacidades de inteligencia operativa presenta resultados favorables, pero que deben ser impulsados por políticas públicas en materia de prevención y por la certeza de castigos severos en materia judicial. Panamá por su reconocida posición geográfica es utilizada para estos fines criminales, pero también ha sido contundente en operaciones de alto impacto en la región centroamericana, la experiencia existe, pero se debe valorar más el ingenio y la innovación en la lucha frontal contra el crimen.

El autor es general retirado
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