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- 20/05/2012 02:00
¡Enseña por Panamá!
Cuando Wendy Kopp inició Enseña por América (EpA) en 1989, nunca pensó en las alturas a las que llegaría este programa. El mismo, que tiene por objetivo mejorar la enseñanza en las escuelas públicas de EE.UU., en 20 años se ha extendido a lo largo y ancho de ese país y hasta ha alcanzado proyección internacional en iniciativas similares que hoy se inician en Argentina, Brasil y Chile.
Inspirada en iniciativas de servicio social, Kopp, siendo todavía una estudiante en la Universidad de Yale, diseñó un programa donde estudiantes universitarios, al terminar su universidad, cumpliendo un riguroso y difícil proceso de selección y capacitación, podrían enseñar por dos años en escuelas públicas en áreas y asignaturas que desesperadamente necesitaban atención y revitalización (en Panama podríamos empezar desde su ultimo año universitario).
El programa tenía como objetivo propiciar mejoras a corto plazo; sin embargo, a largo plazo, tenían que empapar a la siguiente generación de líderes en los problemas más apremiantes que aquejaban a la educación. El programa demostró una trayectoria de resultados comprobados, aunque atrajo grandes controversias en algunos círculos. Si bien los maestros de EpA tienen poca experiencia, un estudio del Urban Institute en el 2008 demostró que, aún así, el desempeño de estos muchachos era muy bueno. Esto, indudablemente, confirmó el poder del entusiasmo de una juventud dispuesta a efectuar cambios desde abajo.
Ahora que inicia el año escolar, es meritorio reflexionar sobre estas cuestiones y ver cómo podemos promover transformaciones en el sistema educativo. Este es un tema que me apasiona, porque, indudablemente, la situación en Panamá es crítica: los estudiantes que fracasan, rehabilitan materias de manera repetitiva y desertan de los estudios a nivel de media y pre-media representan casi un 30% de la población escolar. además, el año pasado casi 14,000 estudiantes rompieron con el sistema educativo, según cifras del Ministerio de Educación para el 2012, agravando el problema de la descomposición social, lamentable para un país que se vanagloria de un alto crecimiento económico. Estas cifras son inaceptables.
Tenemos que ser creativos en enfrentar el problema, sin dejar de reconocer el fundamental aporte que deben dar los gremios magisteriales en cualquier propuesta. Sin embargo, lo más importante es alejar la política de la educación, algo que lamentablemente se profundizó con el fracaso de la reforma para modernizar la educación que impulso el general Torrijos en 1979. Pero, si como sociedad no estamos claros que para poder realizar una transformación profunda a la educación, los ejes claves de la negociación serán el consenso y la creatividad, difícilmente lograremos alcanzar un acuerdo fructífero para todas las partes, en especial la juventud panameña.
Sobre el caso en particular, para diseñar un programa similar en Panamá, es imperativo atraer una mayor cantidad de talento a la educación y empapar a nuestros futuros líderes sobre los problemas que enfrenta el país en las trincheras educativas. Todo a través de un riguroso proceso de selección y capacitación, ofreciendo becas en el extranjero. Tras el cumplimiento de los dos años, podremos atraerlos como agentes de cambio en las asignaturas y las escuelas que más lo necesitan. Para hacerlo hay que resolver algunos problemas estructurales en Panamá que no pueden ser resueltos solo con entusiasmo, especialmente en las áreas más pobres del país, pero, como dice la sabiduría popular, hay que empezar. Basta ya de improvisaciones y pongámonos a trabajar.
DIPUTADO DE LA REPÚBLICA.