• 03/07/2011 02:00

’Ex nihilo nihil fi’

En el apasionante mundo de la ciencia de la educación, la bien administrada libertad para decidir o disponer, se puede de manera ejempla...

En el apasionante mundo de la ciencia de la educación, la bien administrada libertad para decidir o disponer, se puede de manera ejemplar, sintetizar en la siguiente trinidad: el ser, el deber ser y el hacer. Es sobre esa libre elección humana, lo que ha sido profundamente analizado dentro de las innumerables doctrinas filosóficas, que aun sin el debido beneplácito han arribado para identificar esa disposición que tienen los humanos para discernir y así poder elegir y tomar sus propias decisiones de manera individual.

Lo que no podemos llamar engaño es ese péndulo imaginario con el que contamos y que nos orienta sin equívoco, entre el bien y el mal, aún si se ignora sobre lo que se debe escoger por sobre sus efectos. Encontramos en nuestra aliada enciclopedia Wikipedia, detalles sobre la existencia de severas críticas sobre concepto analizado, como una forma ideológica individualista de filósofos como: Baruch Spinoza, Arthur Schopenhauer, Karl Marx o Friedrich Nietzsche, no obstante que las autoridades religiosas apoyan dicha creencia. Se deja, pues a la voluntad de cada sujeto la admisión del principio en conjunto con las implicaciones religiosas, éticas, psicológicas, jurídicas y científicas. Consideramos que para todos los efectos, entra en juego la cultura de cada civilización, si comparamos las apartadas latitudes en las que se admite como costumbre algún fenómeno del comportamiento, que en otros lugares se rechazan.

En nuestra sociedad organizada, somos absolutamente responsables de nuestras acciones, a menos que se apliquen las también reguladas eximentes, como el estado de conciencia apto para tomar decisiones o las circunstancias que ofrece la propia ley, para actuar en contra de algún derecho protegido. Siento que es un tema cáustico, pero lo cierto es que vagamos entre premios y castigo. Nuestro derecho positivo es reflejo de los conceptos morales, si consideramos el derecho como lógica, por ello volvemos a la mediana entre lo que es bueno y lo que es malo.

Dentro de los estudios sobresale el concepto del incompatibilísimo que redunda en un fundamento en el cual no es posible adoptar una creencia en el universo determinista y conjugarlo con el libre albedrío, si el determinismo presupone que todo lo que pasa tiene una razón de ser, o que todos los eventos resultan de inevitables causas previas. Lo importante es recordar que aparece la ley fomentada por el Hombre frente a las consideraciones morales que sirvieron para alimentar su legislación, pero también se menciona el determinismo duro, el cual acepta al determinismo como al incompatibilísimo, frente al rechazo del libre albedrío, como una preciada posesión humana. Volvemos al concepto del ser como la primera identificación de la existencia, seguido de todo lo que ideológicamente debe poseer el ser para finalmente disponer. Aquí notamos un sentido individual de evolución humana que conlleva a ese mínimo común que da la estructura de una determinada sociedad.

Estamos sujetos a normas en cualquier parte del mundo; a los prerrequisitos legales para la convivencia, un asunto acuñado por el inmortal filósofo griego Parménides denominado: ‘Ex nihilo nihil fi’ (nada surge de la nada), expresión metafísicas que designa que ningún ente puede existir a partir de la nada. Con estas consideraciones nos tenemos que situar en esa capacidad humana de pensar y expresar el pensamiento en una interacción con el resto de los humanos y así, llegar al entendimiento para casi lograr la coexistencia, por lo menos en una sociedad determinada.

Todo esto debemos manejarlo como imprevisto, es decir, como un rejuego de las emociones, a los acuerdos sobre la protección de lo intangible. Observar cómo no se compadece lo enunciado sobre la protección al honor, al imprecar los reclamos de la denominada justicia con penas irrisorias, como si la rueda de estos destinos se moviera como un esfuerzo estocástico. Potencialmente el hombre es libre. Puede pensar y hacer lo que quiera, sin eludir a capricho cualquier impedimento externo que se lo impida. Por lo tanto, el libre albedrío es la natural disposición de todo hombre para hacer cuanto le plazca, aunque tenemos que ver dentro de todo, algunas otras cosas como el arrepentimiento y el perdón variables que también entran en estos analices.

Es esta vía por la que avanzamos, no hemos tomado en cuenta a los sociópatas, los cuales padecen de un reconocido trastorno de personalidad antisocial. Estos pacientes pierden toda importancia a las normas sociales en lo relativo a las leyes y a los derechos individuales. Esta condición es provocada por factores genéticos, sin excluir factores sociales, en consideración a la criminalidad que no se hereda, aunque pueden prevalecer algunos rasgos de la personalidad genéticamente transmitida, pero la falta de atención debida por los padres en el desarrollo de los niños, pueden acabar en un desarrollo de tendencias antisociales. Continuaremos.

*ABOGADO Y PROFESOR.

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