• 30/03/2010 02:00

Final de las ideologías

Para los que siempre sostuvieron que el poder corrompe, una nueva teoría surge al ver los cambios en las actitudes de los militantes pol...

Para los que siempre sostuvieron que el poder corrompe, una nueva teoría surge al ver los cambios en las actitudes de los militantes políticos: en democracia, el capitalismo corrompe. Ya no es cuestión de tener poder para sucumbir ante las tentaciones de la corrupción, basta ser miembro de un partido y pierdes todo criterio de moralidad y ética, pendiente solo de las ventajas o prebendas que logres por su militancia.

Hoy, más que nunca, se han perdido las ideologías. Cuando escuchas a los voceros del PRD denunciar que sus miembros electos están siendo tentados por el partido en el poder para que cambien de tolda por apoyos económicos, nos preguntamos ¿dónde quedó el torrijismo? ¿Es que sus miembros no creen en su proyecto de país, en su ideario, sino que simplemente prefieren ser miembros del partido que los ayude?

Recuerdo cuando el general Torrijos reclutó para el proceso a todos esos jóvenes idealistas que no pensaban en dinero, sino en proyectos, en cambios sociales que se podrían impulsar. Esos Ascanios, Eligios, Adolfos, Rómulos, Gerardos y tantos más que soñaron con un mejor Panamá y no caían ante las tentaciones del dinero. Hoy, esos cuadros han sido reemplazados por una nueva generación que simplemente ve en el partido un vehículo para lograr objetivos, muchos de los cuales distan mucho del bienestar de la sociedad.

El político de hoy parece más preocupado con la riqueza que pueda obtener desde una posición electa o designada que con un proyecto social del país.

Si la clase política cae en las garras del capitalismo donde la elección de hecho se convierte en una inversión cuantiosa y donde el electo tiene que recuperar su inversión, más lo que adicionalmente utilizará para la reelección vemos la dimensión del problema. Ya en nuestro país vemos el cambio, de un pasado donde tuvimos una Democracia Cristiana, un partido Liberal, un PRD Social Demócrata, un Partido del Pueblo, hemos pasado a un país donde los miembros de los partidos son intercambiables, escogiendo los activistas el cambio hacia los partidos en el poder.

Hoy alcaldes, diputados y representantes electos miran hacia el poder con ánimo de negociar su salto, con unos electores que parecen aceptar el oportunismo de los electos.

Si no reglamentamos la inscripción de miembros en los partidos, con algún tipo de estudio previo de sus postulados e ideología, si no cambiamos la Ley Electoral para que automáticamente se pierda el cargo de los electos en un tiquete partidista y luego se cambien o renuncien al partido que los eligió, no podremos devolver algo de sentido a la participación en partidos.

A falta de ideologías, la selección de diputados y representantes sería más representativa si buscamos un sistema como el original de los 505, donde sin partidos políticos, los candidatos basados en su liderazgo natural competían individualmente. En fin de cuenta, es paradójico que los partidos tengan revocatoria de mandato, si son virtualmente iguales en proyectos y postulados. Es común cómo algunos vimos el torrijismo en la política de Mireya Moscoso y ahora, para muchos, Martinelli sigue el manual torrijista.

*Ingeniero y analista político.marognoni@cwpanama.net

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