• 01/08/2020 00:00

Impacto de la COVID-19 en los adultos mayores

El poeta inglés John Donne escribió en el siglo XVII su poema “Un duelo por la muerte”: “Ningún hombre es una isla entera en sí mismo”, y este es el sentimiento que muchos de nuestros adultos mayores experimentan ante el aislamiento físico y social que viven frente a esta pandemia.

El poeta inglés John Donne escribió en el siglo XVII su poema “Un duelo por la muerte”: “Ningún hombre es una isla entera en sí mismo”, y este es el sentimiento que muchos de nuestros adultos mayores experimentan ante el aislamiento físico y social que viven frente a esta pandemia.

Las personas mayores a nivel mundial han sido consideradas un colectivo especialmente vulnerable y de mal pronóstico en relación con la COVID-19, por lo cual son una población prioritaria en las medidas de distanciamiento físico y social.

Desde el inicio de la COVID-19 se condenó a nuestra población Adulto Mayor a realizar cambios significativos en su estilo de vida. En busca de su protección, se tomaron decisiones desde el Estado, sin consultar con este grupo de población, como fue, el cambio en la forma de pago para los jubilados y pensionados. Se les confinó a sus casas por su seguridad y no se les permitió a muchos de ellos continuar su interacción social. Aunado a estos cambios, también se les generó un impacto económico, con el alza de precios en los productos de primera necesidad y el incremento de aproximadamente un 15 % en el costo de los medicamentos. Todos los factores antes mencionados los convierten en un grupo sensible con un impacto psicosocial importante.

Han pasado cuatro meses y nuestra población de adultos mayores no ve la luz en el horizonte, aún continúa en la incertidumbre de “¿qué debo hacer para evitar contagiarme?”, “¿me atenderán a tiempo en el hospital?”, “¿por cuánto tiempo tendré que aislarme?”, “¿no veré a mis familiares?”, “¿me voy a deprimir?”, “¿viviré para ver cuando esto pase?”. El nivel de estrés que enfrenta la mayoría de los adultos mayores contribuye al aumento en el deterioro psíquico y físico de ellos.

Si abordamos la situación desde la institucionalización (los hogares de ancianos) estos presentan mayor riesgo psicosocial, debido al aislamiento y sus comorbilidades.

Todavía no hay evidencia sobre el impacto negativo que tendrán estas medidas en la salud física, el estado cognitivo, el estado emocional y las relaciones sociales y de apoyo de las personas mayores ni se han realizado estudios para saber cómo prevenirlos ni tratarlos.

Existe evidencia que aporta información con una certeza muy baja de que las personas mayores con buena autopercepción sobre el envejecimiento podrían ser más resilientes ante el estrés negativo que representa el estar confinados en esta pandemia.

Debemos resaltar que las mujeres padecen más soledad y sufrimiento en este confinamiento.

Es probable que la población de personas mayores sea de las últimas a las que se les permita abandonar el confinamiento.

Ante este panorama, y desde una perspectiva gerontológica, hacemos las siguientes recomendaciones:

Iniciar estudios sobre el impacto del aislamiento en los adultos mayores, dado el aumento del deterioro cognitivo y la demencia, la fragilidad, la inactividad física, o su estado emocional, debido a su perfil de riesgo, que nos permitan tomar las medidas paliativas necesarias para atenderlos.

Es perentorio generar evidencia de calidad sobre los impactos del aislamiento sobre la población mayor, en previsión de que sean necesarios más episodios como estos en el futuro y las posibles intervenciones para prevenirlos, revertirlos o paliarlos en el ámbito comunitario y en el residencial.

La instauración de estudios y planes de atención gerontológica a nivel de Estado -Minsa, Mides y CSS- que permitan generar la data necesaria para el desarrollo de planes y programas que atiendan a esta población, desde las comunidades.

Panamá necesita prestar atención a su población que envejece actualmente. Según el INEC, existen 517 488 adultos mayores, de los cuales 269 519 son mujeres y 240 735 son hombres, lo que representa el 12 % de la población. Hay mucho por hacer desde la Gerontología, las políticas públicas existen, solo se debe comenzar a ejecutarlas; crear los entornos propicios y favorables para los adultos mayores, definir una Política Pública de Salud enfocada a la prevención para esta grupo de población; revisar y replantear el sistema de pensiones de la CSS, desarrollar nuevos planes de retiro para la población económicamente activa no cotizante, tener una visión 2050, donde, según las estimaciones de la OMS, la población adulta mayor en Panamá crecerá a un 25 %.

Lic. en Gerontología Social, con una maestría en Ciencias Sociales.
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