• 03/01/2022 00:00

Inequidades, COVID-19 y servicios de salud

“[…] para alcanzar la equidad en salud también estamos obligados a formular políticas que integran acciones […], a partir de la unificación eficiente y efectiva de las instituciones del sector, […]”

La Revista Panamericana de Salud Pública cerró el año 2021 con un esclarecedor artículo del Dr. Anselm Hennis y colaboradores, en el cual nos ofrece un prolijo resumen de las lecciones aprendidas e implicaciones para los servicios de salud esenciales, producto de la epidemia de COVID-19 y, las no menos importantes, inequidades que prevalecen en la región de las Américas. Comparto a continuación las ideas centrales de dicha publicación, invitándolos a reflexionar sobre las implicaciones de la epidemia y las inequidades en nuestros servicios de salud; en la salud, el bienestar y la calidad de vida de los panameños.

Sobre las implicaciones de la epidemia, comienzo subrayando que nos encontramos al inicio de una cuarta ola de COVID-19 por la variante delta y la variante ómicron ya está circulando en el país, lo que, nos obligará a dedicar buena parte de nuestro esfuerzo en el control de la epidemia, cumpliendo con las medidas de cuidado personal y colectivo y, lo más importante, incrementando la cobertura de vacunación para todos.

En ese sentido, es muy probable que la epidemia continúe acentuando las desigualdades sociales, económicas y relacionadas con la salud, que afectan desproporcionadamente a las personas en situación de vulnerabilidad. Esta población incluye grupos étnicos que se enfrentan a la discriminación y obstáculos para el acceso a la atención integral de salud. La pertinencia de este primer señalamiento es absolutamente clara para cerca del millón de panameños que habitan los 98 corregimientos que presentan altos porcentajes de pobreza multidimensional con más del 90 % del total de su población en esa condición.

La pandemia de COVID-19, recalcan los autores, ha expuesto estas desigualdades de salud, y las interrupciones de los servicios esenciales de salud han ampliado aún más las brechas en el acceso a la atención de salud. Por nuestra parte, aunque tenemos suficientes establecimientos de salud, recursos humanos y financieros; la distribución de dicha capacidad de resolución se concentra en las provincias con mayor riqueza y desarrollo, lo que tiene un impacto negativo en la salud de las poblaciones de nuestras comarcas y provincias más pobres.

En ese contexto de la inequidad y la epidemia de COVID-19, las enfermedades no transmisibles son más prevalentes en los grupos que han sufrido un mayor impacto de los determinantes sociales de la salud deficientes y se han asociado con una mayor probabilidad de presentar un cuadro grave de COVID-19 y una mayor mortalidad. Por otro lado, agregan los autores, se proyecta que las interrupciones en la prestación de servicios esenciales de salud para las enfermedades no transmisibles, la salud mental, las enfermedades transmisibles, y los servicios de salud materno infantil, incrementen los resultados deficientes en materia de salud. Otros retos, agregan, son una mayor frecuencia de la violencia interpersonal y la inseguridad alimentaria.

Como si lo anterior fuera poco, el Modelo de Atención que se desarrolla por las instituciones del sistema de salud panameño, es un modelo centrado en la enfermedad, que no hace suficiente por promover el cultivo de estilos de vida saludables en la población. Ya sea porque la frecuencia de los mensajes es insuficiente, o porque los contenidos están redactados de una forma que no les llega a las personas. Lo cierto es que las estadísticas disponibles demuestran que no hemos conseguido los resultados esperados, por lo que estamos obligados a investigar las razones y desarrollar nuevas estrategias.

Al final los autores concluyen señalando que, la pandemia COVID-19 ha puesto de relieve la necesidad de que los países inviertan adecuadamente en sus sistemas y servicios de salud para evitar que el nivel de interrupciones visto en esta pandemia ocurra en futuras emergencias de salud.

Sobre este asunto de la inversión en salud, es indispensable subrayar que, entre el Minsa y la CSS tienen cada año disponible un presupuesto cercano a los 10 000 millones de balboas, de los cuales más de 3500 corresponderán al Minsa y 6500 a la CSS. Esta cantidad representa un gasto público en salud superior al 6 % del PIB. Esta cifra, administrada con criterios de eficiencia, eficacia, equidad, y, sobre todo, transparencia, es más que suficiente para garantizar el financiamiento del sistema de salud que necesitamos y queremos para los panameños en todos los lugares.

Pero, para alcanzar la equidad en salud también estamos obligados a formular políticas que integran acciones en salud, sociales y económicas; que permitan la transformación del sistema de salud, a partir de la unificación eficiente y efectiva de las instituciones del sector, para superar la segmentación y fragmentación que afecta a nuestros servicios de salud; que desarrolle un nuevo modelo de atención en salud, basado en el fortalecimiento de la atención primaria individual, familiar, comunitaria y ambiental; durante todo el ciclo de vida, desde el nacimiento a la muerte; con énfasis en los determinantes de la salud. Huelga subrayar la pertinencia de este señalamiento y la urgencia de desarrollar los lineamientos propuestos en los Acuerdos que propone el Pacto Bicentenario para cerrar la brecha en la cobertura universal de salud para todos en el territorio.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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