• 08/12/2009 01:00

Ayuda de mamá

En los albores de diciembre un venerable anciano espera que abra el templo de Santa Ana para rezar, como acostumbra antes de ir a la ter...

En los albores de diciembre un venerable anciano espera que abra el templo de Santa Ana para rezar, como acostumbra antes de ir a la tertulia de un corro de vecinos. No ha olvidado las normas de conducta de Gavina, la autora de su vida.

“ ¡Hola Pedro! ¿Cómo estás? ”. Es el saludo de un compañero de la infancia viniendo a darle lata. “ Recuerdas las enseñanzas de tu mamá, deseosa de verte vestido de cura socorriendo al pobre? ”. Agrega el conocido, quien parece tener un puesto vitalicio en la Plaza de la Democracia.

“ No te preocupes compadre, porque para servir al Señor no es necesaria una sotana. El favor a un necesitado, un consejo, una sonrisa y otras manifestaciones católicas regocijan al que las recibe, al Creador y a uno mismo ”. Contesta Pedro al recién llegado, quien no esperaba tal respuesta.

El insidioso concurrente al sitio de recreo, luce furibundo por no perturbar al devoto con sus comentarios. Solo le queda el camino de la intimidación, y dice: “ Actualmente emborronas cuentos con una regular inspiración. Te conmino a confesar si copias obras ajenas. El plagio es un delito ”. Suenan las campanas llamando a la oración, y el aspirante a escritor penetra en la iglesia. Es el Día de la Madre y la imagen de la Purísima luce muy engalanada, porque bien temprano recibió la visita de los chiquillos de primera comunión.

El cristiano se arrodilla, y agradece por tener una imaginación que le permite jugar con los vocablos como nunca soñó. De repente, una dulce voz le susurra en su conciencia: “ Hijo mío, pedí permiso al Altísimo para guiarte desde el cielo, y eso sucede con tus obras cultivadas bajo el amparo divino, son flores sin igual ”.

Siguen las palabras vibrando en su intelecto, tienen el timbre de la madre atesorado en su memoria. Ella le recuerda: “ Cuando aún eras un niño te adiestré sobre la forma de componer escritos, procurando perfeccionar tu forma de redactar. Mi anhelo era verte ungido sacerdote; sin embargo, a pesar de ser maestra no valoré tus habilidades con la pluma. Perdóname por no advertirlo ”. Indica el ánima a su retoño, quien ansía un lugar entre los trabajadores de la prosa.

El alumno de Cervantes mentalmente responde: “ Cuando estoy frente a la computadora siento la presencia de alguien observando sobre mi hombro la pantalla del monitor. Yo creía que era efecto de la brisa del abanico del estudio, pero ahora que sé de tu constante interés por mis líneas brinco de felicidad, porque con tu colaboración llegaré la cima ”.

Pedro abandona el recinto rebosante de alegría. Ingresó a charlar con Dios, pero éste envió a su madre para sostener un inesperado coloquio espiritual. Busca inmediatamente al amigo para decirle la procedencia de su virtud caída desde las alturas. Lo encuentra insultando a un limpiabotas por subir el precio de su labor.

El enojo del compinche por unos reales es tan grande que el olfato del bisoño literato le obliga a exclamar: “ ¡Mi próximo cuento será sobre el alto costo de la vida, con auxilio de mamá! ”.

*Fotógrafo.bravo.aristides@hotmail.com

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